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Se viene el frío e invitan a tejer para los recién nacidos

Jueves, 09 de mayo de 2013 23:42

“Salta teje y abriga” crece y ya es una asociación de voluntarias que dignifican con sus hebras de amor, a toda la raza humana. “No sé bien hasta dónde puede llegar esto, es inagotable lo que hay adentro de las personas, yo quiero que todos tomemos conciencia de las necesidades de la gente, y el tejido puede ser una buena excusa para ayudar y acompañar”, dijo Mirta Sara Gurevech, una maestra de Reiki que dedica su vida al prójimo y congrega a las tejedoras salteñas en este hermoso plan de abrigar los sueños de los recién nacidos. Anunciaron que tienen 100 mantas nuevas de polar y tejidas, que entregarán en Molinos y Seclantás. Lo logran a pulmón, tejiendo cuadrados de 10 por 10 centímetros, para unirlos en mantitas que llegan a los hospitales de toda la provincia para los bebés de escasos recursos. La idea, que se gestó en Buenos Aires, prospera con creces en Salta, donde ya se entregaron miles de mantas.

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“Salta teje y abriga” crece y ya es una asociación de voluntarias que dignifican con sus hebras de amor, a toda la raza humana. “No sé bien hasta dónde puede llegar esto, es inagotable lo que hay adentro de las personas, yo quiero que todos tomemos conciencia de las necesidades de la gente, y el tejido puede ser una buena excusa para ayudar y acompañar”, dijo Mirta Sara Gurevech, una maestra de Reiki que dedica su vida al prójimo y congrega a las tejedoras salteñas en este hermoso plan de abrigar los sueños de los recién nacidos. Anunciaron que tienen 100 mantas nuevas de polar y tejidas, que entregarán en Molinos y Seclantás. Lo logran a pulmón, tejiendo cuadrados de 10 por 10 centímetros, para unirlos en mantitas que llegan a los hospitales de toda la provincia para los bebés de escasos recursos. La idea, que se gestó en Buenos Aires, prospera con creces en Salta, donde ya se entregaron miles de mantas.

Mirta adelantó también que realizarán la primera entrega de 50 mantas al hospital San Francisco Solano de El Galpón, luego 60 mantas al hospital Benjamín Olmos de Seclantás, 40 mantas al centro de salud de Payogasta y más de 50 mantas al hospital de Cachi.

Mirta contó: “Las entregas las hacemos de distintas maneras, intentamos ir nosotras pero no siempre podemos por un tema de distancias y costos, tenemos que pagar los pasajes o el combustible, alojamiento y comida porque son muchas horas de viaje y no lo podemos hacer en el día. Si no podemos ir, desde la dirección de los hospitales nos mandan la ambulancia cuando vienen a la capital a traer pacientes o hacer trámites. Y a veces amigos o familiares de las voluntarias que tienen que viajar por trabajo a la zona nos llevan las mantas. Esto nos ayuda muchísimo pero tiene la contra que no logramos fotos de las entregas, que son muy necesarias para la tranquilidad de todas las voluntarias. Claro que siempre recibimos mails o cartas de agradecimiento de los hospitales”. Nada les resulta sencillo, pero la recompensa llega con el alivio de las mamás que abrigan con esas mantas a sus hijos.

Amorosa vocación de tomar las agujas

En el Nuevo Hospital funciona la residencia para madres de prematuros coordinada por Lía Uriburu, allí “seguimos nuestro trabajo con las mamás todos los jueves de 15 a 17 horas, se pueden sumar ese día u otro día de la semana con lo que puedan aportar para las mantas o simplemente ayudando a enseñar a tejer y a coser cuadraditos. La experiencia es muy buena, nos necesitan, nos esperan cada jueves y cuando vemos las mantas terminadas sentimos que sembramos en ellas una semilla más allá de acompañarlas en el proceso de espera mientras sus bebés luchan por su vida”, contó Mirta Sara Gurevech.

Añadió: “siento un gran compromiso con este proyecto y lo hice extensivo a Lía, a Sara, y a muchas mujeres. Asumo el compromiso de juntar los cuadrados, de repartir lanas, de enseñar a tejer, de mandar a Buenos Aires y de todo lo que haga falta, y necesitamos manos para tejer, lanas y agujas para los que no tienen. Juntos podemos multiplicar cuadrados. El compromiso es que tejan la mantita para su bebé y luego una para el grupo, las que están mucho tiempo cumplen lo pactado”.

Son sutiles hebras que cubren espacios vacíos en el amoroso intento de recomponer nuestro deteriorado tejido social. Es una idea sencilla y solidaria que tiene lugar para todas las voluntades que quieran sumarse. Sólo hay que tener agujas, lana, conocimiento de puntos básicos y ganas de tejer cuadrados de diez por diez centímetros. Cualquiera que asume este rol protagónico en el mundo de la solidaridad, sabe que es útil y jamás se siente solo.

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