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Las negociaciones salariales, en medio de la incertidumbre 

Jueves, 09 de mayo de 2013 23:08

Las negociaciones colectivas para determinar los incrementos salariales este año tienen como escenario el escaso crecimiento económico, un tipo de cambio real bajo, la inflación y se trata de un año electoral.

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Las negociaciones colectivas para determinar los incrementos salariales este año tienen como escenario el escaso crecimiento económico, un tipo de cambio real bajo, la inflación y se trata de un año electoral.

Los empresarios y los gremios estaban acostumbrados a negociar en un esquema de espiral inflacionaria donde se fijaba un porcentaje de aumento salarial de acuerdo a la inflación esperada.
Hoy la realidad es distinta porque nuestra economía se está enfriando, lo que significa que cambia el panorama en las negociaciones donde se priorizará el mantenimiento de los niveles de empleo, que desplazará en cierta medida a las conquistas salariales.
Serán dos los temas que abordarán:
1) preservación de las fuentes de trabajo, y
2) incrementos salariales, con el agravante de que muchos trabajadores no se sienten representados por los líderes sindicales históricos e inician sus reclamos en forma separada y muchos de los cuales arman su propio sindicato complicando aún más los convenios.

Servicios públicos y privados

Los intereses que representan cada uno de estos prestadores son distintos a la hora de negociar. En el servicio público los procesos suelen ser más largos e intensos, con el agravante de que paralizan la prestación de un servicio y obligan al que suministra a ceder por encima de la solución, presionado por el costo que representa el corte del servicio público.

En cambio, en el sector privado la relación de la producción y el empleo es mucho más significativa, priorizando la preservación de la fuente de trabajo. En estos casos, en general, las negociaciones son más rápidas.

Negociaciones salariales

Algunos gremios ya han alcanzado en paritarias acuerdos que van del 20 al 25% de aumento salarial anual de acuerdo a la inflación pronosticada. En cambio, otros sectores aún no lo hicieron.

El Gobierno quiere que los incrementos salariales no superen el 20%. Sin embargo, muchos sindicatos aspiran a aumentar esa pauta. Si a estas negociaciones agregamos el distanciamiento que existe entre el Gobierno con el líder de la CGT y los sindicatos aliados, observamos que el clima de conflictividad será un condimento más que estará presente este año en que se renueva la mitad de los integrantes del Poder Legislativo y marcará tendencia en las próximas elecciones del 2015.

Ante esta realidad, en las negociaciones salariales se pueden generar climas de conflicto, pero la tendencia es que primero se buscará preservar la fuente de trabajo y evitar que las remuneraciones queden desfasadas respecto a los aumentos de precios que genera la inflación.

El análisis de otras variables

Gratamente he observado que en los convenios que se realizan por actividad durante este año se tienen en cuenta a los sectores pymes y economías regionales.

El doctor Daniel Funes de Rioja, especialista en temas laborales, al opinar sobre este tema, dijo: “Tienen una fuerte presión de costos de materia prima, fletes y logística, impuestos, acceso al financiamiento y complejidad de mercados internacionales que obligan a llevar una discusión salarial en términos de razonabilidad desde el punto de vista de la competitividad, para no afectar la producción y el empleo. Estas son limitaciones que han de pesar en esta ronda de la negociación salarial”.

Crecimiento de la economía

Es importante y estratégico para mantener la fuente de trabajo que al negociar aumentos de remuneraciones se tenga en cuenta la productividad, la competitividad del sector y de cada una de las empresas en particular. Esta sería una nueva forma de negociar apelando a la madurez de los dirigentes sindicales y la honestidad de los empresarios.
Es necesario que los aumentos de salarios que se negocien realmente se puedan pagar con recursos genuinos y que tengan protección social. Esto incentiva la inclusión del trabajador en la economía formal, para que pueda gozar él y su familia de los beneficios de una obra social y jubilación, entre otros.

Cuando nuestra economía crecía a tasas chinas, no se producían grandes conflictos. Pero ahora que está mostrando síntomas de desaceleración, con pocas probabilidades de generar nuevos trabajos genuinos, el conflicto es doble.

El mayor generador de fuentes de trabajo en estos últimos años fue el Estado. Esto demuestra que la actividad privada no absorbe la oferta laboral normal y la que se produce año a año. Esta es una señal de que no hay suficientes inversiones privadas y que el Gobierno, al tener tanta cantidad de empleados, por un lado aumenta la burocracia en la gestión administrativa y de paso es un forma de ocultar la desocupación real.

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