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Debería ser un día de fiesta, pero es un día de luto para la Educación

Martes, 11 de junio de 2013 23:35

La muerte del niño Ezequiel Cardozo entristeció a la comunidad educativa del Hogar Escuela, a Salta y al país, porque el precario estado de los edificios escolares se cobró una nueva víctima. Ayer se inauguró la Expofuturo, y lo que podría haber sido una fiesta, se convirtió en un momento luctuoso. Ninguna actividad positiva del Ministerio de Educación puede destacarse ante la muerte de un niño. Cualquier acción valorable, quedó sin efecto.

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La muerte del niño Ezequiel Cardozo entristeció a la comunidad educativa del Hogar Escuela, a Salta y al país, porque el precario estado de los edificios escolares se cobró una nueva víctima. Ayer se inauguró la Expofuturo, y lo que podría haber sido una fiesta, se convirtió en un momento luctuoso. Ninguna actividad positiva del Ministerio de Educación puede destacarse ante la muerte de un niño. Cualquier acción valorable, quedó sin efecto.

La Expofuturo surgió como una iniciativa del ministro de Educación, Roberto Dib Ashur, que el año pasado planteó la necesidad de tener una “megamuestra de carreras” para los estudiantes secundarios. Pero hay otra “megamuestra” que no se quiere ver: la de las deficiencias de los edificios escolares.

No se puede decir que la muerte de Ezequiel desnuda una realidad, ya que esa realidad se conocía. Desde el interior del Ministerio se hacen innumerables gestiones a fin de mejorar los edificios escolares: docentes, directivos y supervisores presentan notas que quedan atrapadas por la burocracia y los lentos tiempos de la gestión que no esperan los muros que se caen.

El Ministerio dispuso que, para evitar retrasos, todas las necesidades de infraestructura sean canalizadas con el coordinador Enrique Barrios. Pero es insuficiente: una sola persona no puede canalizar todas las necesidades. Por otro lado, directores y supervisores -formados para encargarse de lo pedagógico-, deben dar informes sobre necesidades que deberían ser evaluadas por ingenieros y arquitectos, que visitan las escuelas, pero solo hacen una evaluación y un archivo fotográfico. En síntesis: las reparaciones pueden llegar tarde o no llegar.

La muerte de Ezequiel o de cualquier otro niño podría haberle tocado a cualquier director, porque los informes sobre el estado de los edificios se realizan todo el tiempo. Lamentablemente le tocó a la gestión de Amelia Burgos, una reconocida docente y directora, de la que nadie puede negar su compromiso con la educación.

El secretario de Obras Públicas, Sergio Zorpudes, dijo ayer que “el control de los edificios lo lleva el personal del establecimiento. Ellos avisan al Ministerio de Educación las obras necesarias y la secretaría interviene”, afirmó. Si esto fuera tan rápido, tendríamos todos los edificios en óptimas condiciones. Le aseguro ingeniero Zorpudes que los supervisores y directivos informan, pero la Secretaría interviene tarde. Lo digo con conocimiento de causa, porque he sido supervisor de esta gestión.

Como supervisor he luchado para superar problemas edilicios, como los de los talleres de Arte de Orán. Pero ver la imposibilidad de lograrlo y una cadena de mandos muy extensa fueron razones que pesaron en mi renuncia al cargo.

Si bien las autoridades del Ministerio de Educación no tienen responsabilidad directa con la muerte de Ezequiel, tienen responsabilidad por lo que administran: los recursos humanos que no actúan o actúan tardíamente y la infraestructura escolar. Entonces, como hay responsabilidad, si es que la tienen, deben renunciar a sus cargos la directora, la directora de nivel y el ministro, por la memoria del niño y el respeto a su familia.

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