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Brisa, la niña que perdió la cara pero no las ganas de vivir

Miércoles, 12 de junio de 2013 23:51

Brisa Belén del Milagro Tejerina cumplió 13 años. Es una señorita con la historia de un gigante. Quienes conocen su tragedia, seguro no la olvidan. Quienes no sabían de su existencia y de su lucha, seguro la recordarán siempre después de esta nota. Quizás la historia de esta niña sea un ejemplar mensaje de optimismo para el lector.

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Brisa Belén del Milagro Tejerina cumplió 13 años. Es una señorita con la historia de un gigante. Quienes conocen su tragedia, seguro no la olvidan. Quienes no sabían de su existencia y de su lucha, seguro la recordarán siempre después de esta nota. Quizás la historia de esta niña sea un ejemplar mensaje de optimismo para el lector.

Ocurrió en el año 2000. La beba tenía siete meses y apenas saboreaba la vida cuando la pieza que alquilaba su joven mamá, en la calle Ayacucho y Orán de la capital salteña, se quemó por completo. Brisa estaba sola en su cuna y sufrió quemaduras en el 88 por ciento de su cuerpo. Todo el fuego no logró ahogar el aliento de esta pequeña y la vida se impuso al infierno en un verdadero milagro.

Después del horror, la mamá de Brisa no pudo con el peso de las circunstancias y se hizo cargo de la niña y de su cruz, su abuela Mirta Corvalán, una mujer sufrida y valiente que simpre trabajó cobrando estacionamiento medido en el centro de Salta.

Viven en una humilde casa de la zona sudeste de la ciudad con los hermanos de Brisa, quienes también quedaron al cuidado de la abuela cuando la apesadumbrada mamá de los chicos se quitó la vida hace unos años. “Se llevó a la tumba la verdad de lo que pasó cuando se quemó Belén”, comentó Mirta, con la pena propia de quién pierde a una hija y con la incertidumbre que la acompañará toda la vida.

Desde aquel fatídico día del 2000, la vida de los Corvalán tomó un rumbo nuevo y difícil. Siete personas se trasladaron a Buenos Aires a vivir meses, durante siete años. Todo giraba alrededor de las necesidades de Brisa que tenía programadas cirugías y tratamientos diarios en el hospital Garrahan. Los médicos y terapeutas se convirtieron en la familia de estos salteños que pasaron muchas y grandes necesidades en la capital del país. En los peores momentos, en el 2004, se organizó un festival en el Delmi para ayudarlos a alquilar una casa en Buenos Aires. La orden intempestiva de un juez impidió que la recaudación llegara a las manos de Mirta Corvalán. Y esa es una herida aún sangra en la memoria de Mirta: “fue una angustia grande, todavía se me hace un nudo en la garganta cuando me acuerdo lo mal que nos hicieron quedar. Decir que queríamos lucrar con la salud de la chiquita fue una canallada. Ese juez nos perjudicó y nos humilló. Realmente necesitábamos ayuda, estábamos durmiendo en el piso de un garage con los cinco chicos, hasta que la municipalidad de Morón nos dio unos colchones”.

Ese peregrinar por Buenos Aires quedó atrás. Por suerte, porque Mirta asegura que “allá hay mucha discriminación, te miran mal y te marginan por la apariencia”

Y es que Brisa, con sus milagrosos 13 años, necesita compasión en la mirada del otro. Lleva escrita la tragedia en su rostro que, de a poco y con grandes sufrimientos, va tomando algunas formas. Usa un casco para proteger su cerebro mientras se le reconstituyen los huesos de la cabeza. Ya tiene párpados y labio inferior, pero para que Brisa vuelva a tener un rostro sería necesario un milagro. Muchos le plantearon a Mirta Corvalán la posibilidad de realizarle un transplante de cara, pero Brisa rechaza por completo esa opción. “Es una chiquita muy sana, no quiere sufrir con operaciones, ella dice que se quiere como es, que se siente especial así. Hasta los médicos del Garrahan la llaman porque le quieren hacer los labios y la nariz, pero ella no quiere saber nada. La morfina es como una aspirina para Brisa con las decenas de operaciones que tuvo y los nueve paros cardiorrespiratorios que soportó”, explicó la abuela.

Además, están al tanto de que “el transplante de cara se hace solo en Estados Unidos, y tampoco lo recomiendan los médicos porque es de muy alto riesgo. Brisa está muy bien psicológicamente, no se esconde, disfruta de la vida, de sus perritas caniche Coki y Capullo, pelea y juega con sus hermanos y primos”, aseguró Mirta.

Sin palabras...

El carácter de esta niña sorprende. “Me pide que la trate como a una señorita. Hasta dice que cuando tenga un novio la tiene que querer como es. Cada vez la veo más grande y me encierro a llorar porque se viste hermoso, se peina los pocos pelos que tiene y a mi me parte el alma, pienso en como sería su vida con una cara normal. Los primos le dicen: “Te soñé con tu cara bien linda”, y ella les contesta: “algún día será”. Belén nos contiene a todos. A veces me duele el brazo izquierdo de tanto sufrir. La amo con locura y ella me dice "vos sos mi vida, mi amor', y yo quisiera darle mi alma”, la describió su abue la.

 

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