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­Por algo es el ñaño!

Sabado, 22 de junio de 2013 23:00

El hecho, circunstancial opinan algunos, que Rodolfo Urtubey, Tolo para los íntimos, pretendiente a una banca en el Senado de la Nación, haya cortado la cinta en la inauguración de una delegación de la Fiscalía Penal en Rosario de la Frontera, ha levantado la protesta de los eternos protestones de siempre.

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El hecho, circunstancial opinan algunos, que Rodolfo Urtubey, Tolo para los íntimos, pretendiente a una banca en el Senado de la Nación, haya cortado la cinta en la inauguración de una delegación de la Fiscalía Penal en Rosario de la Frontera, ha levantado la protesta de los eternos protestones de siempre.

Que ¿qué tiene que hacer el Tolo cortando cintas en una ceremonia oficial si él no es funcionario, ni nada que se le parezca? Que ¿por qué el Tolo participa de todos los actos públicos del oficialismo si él no es ni siquiera militante camporista, que se sepa? Que ¿por qué el Tolo utiliza, según aseguran por ahí, el helicóptero de la provincia para no llegar tarde a sus propios actos de campaña? Que ¿por qué esto? Que ¿por qué aquello?

Esas unas pocas de las muchas quejas que cada aparición suya emiten, como de un viejo long play rayado, los ociosos criticones.

En cuanto al corte de cintas mencionado, el Tolo se hizo cargo de esa operación invitado y avalado por la tutelar presencia del procurador General de la Provincia, Pablo López Viñals, al que la gente atribuye, malignamente, pretensiones de Gran Hermano. Ese gesto de cederle la tijera al Tolo destaca el espíritu generoso y transparente del señor jefe de los fiscales, incluidos Troyano y la Buabse.

Demostrando que no sólo lo mueve un afán de figuración, el Tolo, después de inaugurar la delegación de la Fiscalía Penal, se reunió en Metán con jueces y fiscales del distrito sur para enterarse qué es eso del nuevo Código Procesal. ­El saber no ocupa lugar!

Y, como se dijo, los abundantes protestones y críticos de la actividad del Tolo se desvelan tratando de averiguar por qué hace lo que hace cuando no le correspondería hacerlo. ¿Tiene acaso coronita?, se preguntan. Es un desvelo injustificado y son preguntas inconducentes. No saben ver lo obvio.

El Tolo, Rodolfo Urtubey, sin ser funcionario ni nada que se le parezca, se mueve en el ámbito oficial con la libertad de un pejerrey en el Cabra Corral por una razón más que simple: ­Es el ñaño del señor gobernador de la provincia!

De lo cual podría inferirse, con muy buena y cristinista voluntad, que lo que le está permitido a un hermano, también le está permitido al otro. ­Y eso que no son siameses!, dicen que comentó un vecino.

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