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Claudio María Domínguez: ?Fui criado para ser culto y ganador, no para ser feliz?

Sabado, 29 de junio de 2013 20:56

Esto de criar a los niños para que sean infelices suele pasar en las mejores familias, asegura Claudio María Domínguez. Él, que hoy anda por la vida transmitiendo con pasión y verborragia una filosofía que apunta al despertar de la conciencia humana, lo padeció en carne propia. Desprenderse del pasado parece ser la clave de este mensaje, que es claro a nivel conceptual, pero complicado a la hora de ponerlo en práctica. Esta semana, el famoso comunicador espiritual ofreció en Salta su conferencia titulada “Nadie puede hacerte infeliz sin tu consentimiento”, basada en su libro homónimo.

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Esto de criar a los niños para que sean infelices suele pasar en las mejores familias, asegura Claudio María Domínguez. Él, que hoy anda por la vida transmitiendo con pasión y verborragia una filosofía que apunta al despertar de la conciencia humana, lo padeció en carne propia. Desprenderse del pasado parece ser la clave de este mensaje, que es claro a nivel conceptual, pero complicado a la hora de ponerlo en práctica. Esta semana, el famoso comunicador espiritual ofreció en Salta su conferencia titulada “Nadie puede hacerte infeliz sin tu consentimiento”, basada en su libro homónimo.

“Lo que yo propongo es espiritualidad práctica, no delirios místicos. El objetivo es simple: cómo hacemos para dormirnos esta noche sin rencor y para despertarnos mañana sin miedo a la vida”, resumió el escritor a El Tribuno.


Viniste a dar una nueva conferencia en Salta, “Nadie puede hacerte infeliz sin tu consentimiento”...

La idea es no darle la llave de acceso al local a quien uno no quiera. Tenemos que reservarnos el derecho de admisión. Desechar las relaciones enfermas. Nadie puede hacerte infeliz sin tu permiso. Hay que dejar ingresar a nuestras vidas a gente nutritiva, que nos eleve, que nos la embellezca. No a gente tortuosa, conflictiva... Debemos aprender a regalarle nuestra ausencia a quien no supo valorar nuestra presencia. Basta de ser actrices o actores de reparto. Seamos protagonistas de nuestra historia.

¿Te nutrís mucho del diálogo que tenés con la gente en tus presentaciones en vivo?

Sí, pero no es sólo a través de las charlas en vivo. Todos los fines de semana yo tengo horas en vivo en la Radio Diez, en la FM Pop y en Canal 26. Gracias a eso tengo un sondeo de lo que la gente quiere saber. Así evalúo si puedo meterme donde yo quiero, que son aguas más profundas, o moverme en el terreno de la espiritualidad práctica, que no es que no sea profunda, pero es más mundana. Es el caso de las preguntas más concretas relacionadas con la pareja, la madre, los hijos, el rencor, la guita...

¿Te sentís cómodo en ese papel de “distribuidor de recetas” en el que te coloca el público, o es más que eso lo que vos pretendés ofrecer?

Hermosa pregunta. Primero, yo contesto porque la gente me tiene como un referente. Entonces lo que yo hago para no tener un karma en contra, para no ser una persona que genere algo que no sea sano, es no ponerme nunca en el rol de maestro. Yo no soy un maestro, soy un buen difusor espiritual. Lo que hago es contestar lo mismo que los grandes maestros espirituales me contestaron a mí en su momento. Es verdad que yo no he atravesado por exactamente las mismas experiencias que el resto de la gente, tuve las mías propias. Por eso utilizo también lo que los grandes textos de estos maestros explican acerca de los temas en cuestión. Lo que propongo es espiritualidad práctica, no delirios místicos. El objetivo es simple: cómo hacemos para dormirnos esta noche sin rencor y para despertarnos mañana sin miedo a la vida. Es muy simple de entender. A mí me conmueve ver que es la juventud la que ahora está viniendo en patota a mis conferencias. Antes eran “las señoras de Odol”, de cuarenta para arriba. Así que se ve que la transmisión está funcionando. Con respecto a la segunda parte de tu pregunta, sí, pretendo algo más. ¿Querés otra pareja en tu vida? ¿Por qué no aprendés a estar divinamente bien sola primero? ¿De qué vale buscar ahora una nueva pareja si no sabés quién sos? Te va a tocar siempre alguien tan ignorante como vos misma. Una víctima atrae un victimario. Una persona frívola atrae un mundano. La gente siempre está con alguien vibratoriamente igual. Aunque las personalidades sean diferentes, la esencia es la misma.

Todo lo que intentás transmitir proviene de filosofías ancestrales de las que también abrevaron las religiones tradicionales ¿En qué punto del camino estas últimas modificaron el mensaje?

Yo creo que esto pasó debido al ego de los hombres que han manejado el poder. Los popes de las distintas religiones en un punto se yerguen en esa soberbia espiritual y violan la base de la enseñanza. Yo jamás me lo imaginaría a Jesús diciendo: “El que no sea católico arderá en el infierno”, y algunos Papas lo han dicho. Del mismo modo, he conocido seguidores de Sai Baba vergonzosamente cortos y dogmáticos, cuando él era un ser ecuménico y luminoso. La base de las religiones es la misma: el que ama, ama y ama tiene a dios adentro. La gente no lo entiende y dice: “Mi religión es la correcta, no la tuya”.

Después escuchar los problemas de tanta gente, ¿cuál dirías que es el principal obstáculo de la humanidad?

La ignorancia, la crianza que no nos prepara para ser felices de entrada. El dogmna. La necesidad de ser parte de un club, de una religión, de un sector político, sólo para sentir que los demás están todos equivocados. Un fundamentalista es aquel que cree que está ungido por la gracia divina y que los demás no saben nada. Esa es la ignorancia de la mente humana. Y la gente crece así, cría a sus hijos así, y el planeta queda estancado.

A mí me da la impresión que la gente llega con mucha avidez a tus conferencias, recibe el mensaje, sale eufórica y a los dos días está cometiendo exactamente los mismo errores...

Así es. Eso sucede porque el mundo te provoca para que vuelvas a él. Quiero creer que la minoría agarra algo. El 50 por ciento saldrá epidérmico, fascinado, diciendo “viva la vida, viva el amor, quiero perdonar”, pero llegarán a su casa y se putearán con alguien a los diez minutos. Pero después les queda algo, una pequeña raíz. La otra mitad, supongamos, quiere un cambio en serio. Mi provocación para esta minoría es mantener ese cambio en el tiempo. Una vez que has hecho un camino de quinientos kilómetros, mantenete en él. Es una práctica continua. Es simple de entender, pero no es fácil de ejercitar. De esos que buscan, los que se mantienen en el tiempo lo hacen diciendo: “Nada del mundo exterior me importa más que saber quién soy; no me quiero morir una vez más sin haber vivido”. Esos son los que llegan y encuentran. Y son la minoría. El cambio es rápido, pero es contínuo.

Vos que manejás toda la teoría, ¿contra qué cosas tuyas tuviste que luchar para conectarte con esa fuente interior de la que hablás?

Contra la ignorancia, los miedos de la crianza, la dependencia emocional y la ira. Siempre es interesante saber a qué carencia nos enfrentamos en nuestra vida. Pueden ser tres: la ira, el miedo o la culpa. La gente es miedosa, o iracunda o culposa. Algunos son las tres cosas juntas y están en el horno (risas). Yo tengo que luchar contra mi ira, contra mi necesidad de que la gente cambie y entienda y no joda a la humanidad. Un maestro tibetano me diría: “¿Qué te molesta? Vos viniste a transmitir, que cada uno se haga cargo de lo que recibe”. Pero yo quiero que la cosa mejore. Siempre digo que mi mensaje es impecable, mide diez puntos; mi vida privada, ocho puntos. Lo que está muy bien igual, porque antes era “menos diez”, como en el Chin chon. Después de décadas de sufrimiento, estoy tratando de manejar con coherencia mi vida. Yo fui criado para ser culto, fino, políglota, ganador, promedio 10, pero nunca se me crió para ser feliz. Entonces uno llega a los 30 años diciendo: “Me gané medallas de oro, me gané el millón de pesos de Odol... ¿por qué no soy feliz?”.

 

 

 

 

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