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Histórica sequía en Salta: industrias y negocios también sufren la crisis

Miércoles, 05 de junio de 2013 14:25

Faltan minutos para el mediodía en Embarcación. Es plena temporada de cosecha. El local de la firma Brima, propiedad del empresario e inventor Mario Brignone, está vacío, justo en la época de más ingresos del año. En años anteriores, durante estos meses sus empleados no daban abasto para atender a tantos clientes. El comercio es uno de los más importantes del norte. Ahí se vendió una de las cosechadoras más grandes del mundo. En sus estantes se pueden encontrar todos los repuestos de todo tipo de tractores y maquinaria agrícola, desde tornillos a compresores de aire y de arandelas a máquinas cosechadoras. Pero la mercadería valuada en millones de pesos, que es además una fuente de tranquilidad para el productor local que puede continuar su trabajo porque cuenta con todas las piezas que necesita en el mismo lugar donde produce, está hace meses sin salir de sus envases. Ya nadie compra nada.

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Faltan minutos para el mediodía en Embarcación. Es plena temporada de cosecha. El local de la firma Brima, propiedad del empresario e inventor Mario Brignone, está vacío, justo en la época de más ingresos del año. En años anteriores, durante estos meses sus empleados no daban abasto para atender a tantos clientes. El comercio es uno de los más importantes del norte. Ahí se vendió una de las cosechadoras más grandes del mundo. En sus estantes se pueden encontrar todos los repuestos de todo tipo de tractores y maquinaria agrícola, desde tornillos a compresores de aire y de arandelas a máquinas cosechadoras. Pero la mercadería valuada en millones de pesos, que es además una fuente de tranquilidad para el productor local que puede continuar su trabajo porque cuenta con todas las piezas que necesita en el mismo lugar donde produce, está hace meses sin salir de sus envases. Ya nadie compra nada.

“Hoy vendimos dos rulemanes”, dice sonriente “Cepillo”, empleado del lugar. Este es uno de los tantos casos de los emprendimientos productivos que dependen indirectamente del campo que fueron afectadas por la sequía histórica que afecta a gran parte de la provincia y no registra antecedentes en décadas.

Las pérdidas se calculan alrededor de los $3.200 millones y en muchos municipios de Salta ya se siente una ola de despidos, ya que las cosechas magras no alcanzan para generar fuentes de trabajo. Como explicó en la edición de ayer el productor agropecuario, Daniel Calamaro, que empezó a trabajar en el campo con su padre en 1989, “lo peor no llegó”. Es que la crisis que primero afectó a los trabajadores temporales, que fueron despedidos o ni siquiera contratados en esta campaña agrícola, está afectando las economías satélites de la actividad.

“Los tractores están parados en los galpones desde hace tres meses, esto no se secó en una semana. Por eso no vas a ver a ningún cliente comprando repuestos en el negocio de Mario, que es todo un símbolo del desarrollo de esta ciudad de Embarcación”, reflexionó Calamaro, quien siembra alrededor de 7.000 hectáreas entre soja, maíz, poroto y chía. Este año, sus campos registraron pérdidas totales y tuvo que despedir cerca de 30 empleados.

Todavía más claro es el daño que afectó a las industrias procesadoras de grano. Justamente, su trabajo depende de los frutos de la cosecha, ya que ahí se procesa y empaqueta el grano. Ese es el caso de las plantas procesadoras de distintos productos que tienen los empresarios Agustín Vidizzoni y René Macedo. En una de sus plantas, Vidizzoni, según se publicó en la edición de ayer, tuvo que dar de baja a 30 empleados provisorios. Macedo, directamente, no pudo abrir su planta procesadora de porotos esta campaña.

“El problema no es solo la sequía, hay un problema de fondo. Pagando las retenciones que pagamos los del norte y el alto costo de los fletes se está haciendo un negocio prácticamente inviable. El Gobierno mira para otro lado y acá necesitamos una discusión muy profunda. Tenemos que solucionar el tema para que el productor pueda trabajar y prosperar en la zona, porque son gente del lugar, que deja trabajo y plata en el norte”, opinó Macedo.

La pérdida de esta cosecha afectó la cadena de pagos. Esto repercute particularmente en los pueblos del interior cuyas economías sufren una parálisis. Las consecuencias sociales se traducen en cuentas sin pagar en los almacenes, talleres y comercios. A su vez, esos comerciantes ya no reciben tantos clientes. Los mecánicos y gomeros al costado de las rutas están viendo que ya no pasan tantos camiones, porque no tienen grano para trasladar al puerto. “Desde que está el negocio de la exportación de poroto, este es el primer año que no se va exportar nada, ni un solo kilo de poroto saldrá de la Argentina, cuando el año pasado fueron 170 mil toneladas”, ejemplificó Agustín Vidizzoni.

La crisis empieza afectando los actores directos, como son los trabajadores rurales y los productores, continúa por las actividades que dependen del agro de forma indirecta y termina afectando a toda la economía. Desaparición de puestos de trabajo y falta de generación de nuevos empleos; congelamiento de inversiones y contagio en el comercio. La cadena productiva peligra en cada eslabón.

No pudo abrir la planta este año 

Según Ignacio García del Río, presidente Prograno, “más del 15% de los trabajadores de planta permanente recibieron telegrama de despido”. Además, precisó que el impacto en la desocupación es mayor si se tiene en cuenta el sector que industrializa el grano: “No hay poroto y no se convocará a 15 mil trabajadores transitorios que se ocupan para la tarea manual”.

René Macedo trabaja en una empresa familiar que empezó su padre hace 30 años. El diario La Nación hablaba hace un par de años de su ejemplar inversión en la Algodonera Libertad SA, en Embarcación, con capacidad para procesar 20.000 toneladas en el establecimiento de 4.000 metros cuadrados cubiertos, hecha 100% con capitales regionales. Pero su planta procesadora de poroto, que está en la misma ciudad, a 200 kilómetros al norte de la Capital salteña, no pudo abrir este año, porque no tiene poroto para procesar.

Trabajan en diferentes campos y cultivos en los departamentos Orán y San Martín. René hijo dice que “nunca se vio una catástrofe similar”. El cultivo del poroto en Embarcación es una economía regional muy fuerte, que emplea a miles de trabajadores y es reconocida internacionalmente por la calidad del cultivo. En todo el proceso, durante seis meses, se emplean personas para diferentes etapas y después de la cosecha, los granos llegan a plantas como las de Macedo, para su procesamiento, que termina en un coqueto paquete de porotos embazados, que se sirven en las mesas de familias de todo el mundo. Producto 100% salteño para el mundo.

“Este año directamente no abrimos. El año pasado trabajamos por seis meses con tres turnos de personal. Cerca de 60 personas, muchas madres y jóvenes, no tendrán trabajo porque no podemos ofrecerle nada para hacer. No puedo procesar poroto sin poroto. El tema social nos preocupa de sobremanera. De la mano de la falta de trabajo viene la delincuencia, la prostitución y las drogas”, opinó Macedo hijo.

Embarcación: sin gente en los mostradores 

La firma Brima, propiedad de Mario Brignone, es todo un símbolo de Embarcación. Los productores de la zona saben que no perderán días esperando sus repuestos desde Buenos Aires o Córdoba, o en el mejor de los casos desde Tucumán. Cuentan con el negocio de Brignone para salir de cualquier apuro sin perder valiosas horas de trabajo. En ese local se vendió una de las sembradoras más grandes del mundo y desde ese local partieron 370 máquinas cortadoras que operan en la cosecha de poroto en Salta.

En 1986 empezó a producir poroto. En 1995 inventó una máquina cortadora. “Después de andar por muchos países, veía que las que hay con los discos tapadores rompían mucho las vainas y el grano se caía”, dijo. Hoy, su cortadora, La Norteña, corta y no arranca las plantas y “tiene la ventaja que al no llevar ruedas ni disco adelante, no produce pérdidas, porque no pisa los granos que están en el suelo”. Además es un gran éxito en la vecina Bolivia. Hoy, en su enorme comercio rebozan desde los estantes miles de repuestos y mercadería valuada en millones de pesos. Pero no tiene a quién venderle. “¿Ves esas dos personas en mi local? Bueno, son mis empleados. No viene nadie”, dijo Brignone.

Oscar Andrada es empleado de Brima y la mano derecha de Brignone desde 1995. “La empresa está hace más de 22 años en Embarcación y esto nunca pasó. Lamentablemente la sequía en toda la zona nos afectó mucho en nuestra actividad. El productor, que es nuestro cliente está bagoneado. Pasa por una crisis económica muy notable y por eso en nuestro comercio se notan los embates de la sequía. Se nota día a día que el movimiento en el mostrador ha disminuido mucho y el cliente ajusta los gastos. No se ven vehículos circulando en el pueblo. Los encargados de las compras están retenidos por sus empleadores”, dijo.

Los datos

  • “Hoy más del 15% de los trabajadores de planta permanente ya recibió el telegrama de despido”, dice Prograno.
  • El mercado de poroto alubia, a diferencia de los precios de la soja que vienen de Chicago, lo maneja Argentina, en especial Salta.
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