Alumnos de las escuelas Dody Aráoz, de Campo Quijano; Virrey Toledo, de La Silleta, y Camino del Inca, de Vaqueros, en corto plazo también podrán comprar del quiosco bananas con dulce de leche, yogur con cereal o gelatinas. Es que un grupo de docentes y estudiantes de la Universidad Nacional de Salta avanza en un proyecto de alimentación saludable que busca cambiar el hábito de comer mal de los chicos, en uno de los lugares donde pasan gran parte de la jornada: la escuela.
La directora del proyecto, Marcela Martínez Bustos, comentó a El Tribuno que “en estas escuelas las intervenciones se están realizando en los séptimos grados. Ya se hizo un diagnóstico del estado nutricional de los chicos y detectamos, por ejemplo, en La Silleta, en un grupo de 60 alumnos, un 40% de sobrepeso y un 30% por de obesidad. Y en el otro extremo, algunos casos de delgadez y uno de desnutrición”.
“Por lo general los padres no asumen la patología de la obesidad como una enfermedad”, señaló Martínez Bustos. Dijo que estos casos ya fueron derivados a los centros de salud u hospitales más cercanos para su correspondiente tratamiento con él o la nutricionista disponible.
De acuerdo al informe, la especialista en Nutrición comentó que “en los tres establecimientos el común denominador es la mala alimentación. Los niños prefieren tomar gaseosas o ingerir golosinas o productos con abundante sal y ricas en grasas como los snak.
Tras una serie de talleres donde se enseñó a los chicos cómo comer más sano y nutritivo y cuáles son los alimentos recomendados, el equipo integrado por profesionales y estudiantes de las facultades de Salud, de Humanidades y dos ingenieros de Naturales, hizo una encuesta sobre qué les gustaría consumir del quiosco. Los resultados, muy alentadores: sí quieren frutas, yogures y otras elaboraciones sanas.
Aunque todavía falta mucho por hacer, el proyecto pretende que estos negocios exhiban a la comunidad educativa al menos cinco productos que aporten vitaminas y nutrientes. Paralelamente se promueve variar la producción de hortalizas y vegetales en las huertas escolares, como otra forma de incentivar el consumo saludable. A través de un manual de buenas prácticas que se distribuirá a los concesionarios de los quioscos se tratará de sumarlos a la iniciativa. Todavía es notable la resistencia que éstos manifiestan por una cuestión de ganancias.
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Alumnos de las escuelas Dody Aráoz, de Campo Quijano; Virrey Toledo, de La Silleta, y Camino del Inca, de Vaqueros, en corto plazo también podrán comprar del quiosco bananas con dulce de leche, yogur con cereal o gelatinas. Es que un grupo de docentes y estudiantes de la Universidad Nacional de Salta avanza en un proyecto de alimentación saludable que busca cambiar el hábito de comer mal de los chicos, en uno de los lugares donde pasan gran parte de la jornada: la escuela.
La directora del proyecto, Marcela Martínez Bustos, comentó a El Tribuno que “en estas escuelas las intervenciones se están realizando en los séptimos grados. Ya se hizo un diagnóstico del estado nutricional de los chicos y detectamos, por ejemplo, en La Silleta, en un grupo de 60 alumnos, un 40% de sobrepeso y un 30% por de obesidad. Y en el otro extremo, algunos casos de delgadez y uno de desnutrición”.
“Por lo general los padres no asumen la patología de la obesidad como una enfermedad”, señaló Martínez Bustos. Dijo que estos casos ya fueron derivados a los centros de salud u hospitales más cercanos para su correspondiente tratamiento con él o la nutricionista disponible.
De acuerdo al informe, la especialista en Nutrición comentó que “en los tres establecimientos el común denominador es la mala alimentación. Los niños prefieren tomar gaseosas o ingerir golosinas o productos con abundante sal y ricas en grasas como los snak.
Tras una serie de talleres donde se enseñó a los chicos cómo comer más sano y nutritivo y cuáles son los alimentos recomendados, el equipo integrado por profesionales y estudiantes de las facultades de Salud, de Humanidades y dos ingenieros de Naturales, hizo una encuesta sobre qué les gustaría consumir del quiosco. Los resultados, muy alentadores: sí quieren frutas, yogures y otras elaboraciones sanas.
Aunque todavía falta mucho por hacer, el proyecto pretende que estos negocios exhiban a la comunidad educativa al menos cinco productos que aporten vitaminas y nutrientes. Paralelamente se promueve variar la producción de hortalizas y vegetales en las huertas escolares, como otra forma de incentivar el consumo saludable. A través de un manual de buenas prácticas que se distribuirá a los concesionarios de los quioscos se tratará de sumarlos a la iniciativa. Todavía es notable la resistencia que éstos manifiestan por una cuestión de ganancias.