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Guillermo Moreno, un soldado de la causa nac & pop

Domingo, 14 de julio de 2013 02:58

Aseguran que es, dentro del equipo económico, el preferido de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. ¿Por qué Guillermo Moreno -de él hablamos- logró ubicarse en ese lugar? Por tres motivos: su estilo decidido, directo y frontal, que muchos tildan de atrevido y patotero; su incuestionable compromiso con el proyecto nacional y popular y, finalmente, su visión económica, que concibe a la política por encima del mercado, a contramano de lo que indican las teorías económicas dominantes.

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Aseguran que es, dentro del equipo económico, el preferido de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. ¿Por qué Guillermo Moreno -de él hablamos- logró ubicarse en ese lugar? Por tres motivos: su estilo decidido, directo y frontal, que muchos tildan de atrevido y patotero; su incuestionable compromiso con el proyecto nacional y popular y, finalmente, su visión económica, que concibe a la política por encima del mercado, a contramano de lo que indican las teorías económicas dominantes.

En las últimas semanas este hombre de bigote generoso y voz potente fue protagonista de algunas de las principales medidas tomadas por el Gobierno nacional. Es sin dudas el autor intelectual y material de los sucesivos “congelamientos de precios” pactados con las principales cadenas de supermercados del país para enfrentar el proceso inflacionario que desde su secretaría y la intervención del Indec se empeñan en negar.

El proceso de congelamiento se inició en mayo pasado, con el anuncio de que ningún precio de los miles que se ofrecen en los supermercados iba a aumentar por 30 días. A menos de una semana de andar, Moreno anunció unilaterlamente que el nuevo plazo del acuerdo era de 60 días.

Pero a fines de junio la presión inflacionaria generó “tensiones” que obligaron al todopoderoso secretario de Comercio Interior a renegociar lo pactado dos meses atrás. Proveedores, supermercados y Gobierno acordaron entonces la famosa lista de “los 500 productos” que iban a permanecer -ahora sí- congelados.

Varias asociaciones de consumidores cuestionaron los productos que habían sido incluidos en cada nómina, pero Moreno desoyó las críticas. Junto a un ejército de militantes K y bajo la atenta mirada de la Presidenta, armaron un ejército de “controladores”, para evitar que los precios contenidos en las listas fueran actualizados o que no estén disponibles en las góndolas. El programa fue bautizado “Mirar para cuidar”, y la semana que termina tuvo sus primeros resultados. Cuatro hipermercados fueron clausurados por algunas horas. La explicación oficial fue que no tenían disponibilidad de los productos congelados. No hubo réplica alguna de los super. El mensaje enviado desde las oficinas de Moreno fue comprendido a la perfección.

El alineamiento ideológico

Otra particularidad del hiperactivo funcionario es su alineamiento ideológico con el kirchnerismo. Ello lo convirtió en una pieza clave de la guerra fría que mantienen el Gobierno nacional con el grupo Clarín. Es él el autor de las numerosas embestidas oficiales contra ese grupo en la empresa Papel Prensa, que fabrica papel para diarios y que tiene una participación estatal minoritaria. De su riñón salieron también las denuncias que vinculan al principal diario argentino con la dictadura militar y, de manera implícita, con la desaparición de personas. Su fanatismo lo llevó a asistir a una asamblea de accionista con guantes de boxeo y a promover el escándalo en cada una de esas reuniones, de las que participa como representante del Estado.

La última semana su fanatismo lo llevó a provocar un escándalo en la Embajada de Estados Unidos, donde a los gritos acusó a dos periodistas de Clarín de tener “las manos manchadas con sangre” sólo porque quisieron consultarlo acerca de la marcha del “congelamiento”.

¿Y el futuro?

Su obsesión por atender las urgencias del mercado interno sin pensar en las consecuencias a largo plazo lo enfrentan permanentemente con los economistas ortodoxos, pero sin embargo seducen a la Presidenta y a la línea dura del kirchnerismo, que comparte la visión de que la economía debe someterse a los designios de la política, sin que importe las consecuencias que ello provoque.

Su éxito o fracaso está atado al del Gobierno. Mientras tanto, él lo defiende con uñas y dientes, sin prisa pero sin pausa.

Le pone el pecho a la adversidad

Está claro que, a diferencia del ministro de Economía Hernán Lorenzino y su ya célebre “me quiero ir”, Guillermo Moreno es un hombre decidido que le pone el pecho a la adversidad. Y como ejemplo valga lo ocurrido en las dos últimas dos semanas con el precio del pan.

En primera instancia el funcionario intentó negociar con la industria molinera una baja en el precio de la harina de trigo. Recibió innumerables explicaciones: que el país tuvo la peor cosecha de trigo en más de 70 años, que el poco trigo que había estaba siendo afectado por un extraño hongo y que si se abrían las exportaciones, rápidamente iba a aparecer disponibilidad para el mercado interno.

Como no consiguió las concesiones que esperaba, apeló a la mano dura. Aplicó para el sector la ley de Abastecimiento, que habilita al Ejecutivo a incautar el producto que escasea en el mercado para garantizar su provisión. Logró así que el trigo se desplome más del 30% en pocos días. Y pactó con algunas panaderías para que ofrezcan el pan -que se vendía a $20 el kilo- a solo $10 el kilo.

No son pocos los que advierten que este tipo de políticas son (en este caso literalmente) “pan para hoy y hambre para mañana” y plantean que las intervenciones de Moreno en los mercados no han hecho más que complicar el funcionamiento de varios sectores productivos.

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