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Leonardo, privado de educación y de atención

Miércoles, 24 de julio de 2013 21:59

La llegada de El Tribuno a su casa causó una revolución en su vida. Con 13 años, mientras que otros chicos tienen una vida llena de actividades, Leo pasa las horas en la casa de sus abuelos. Solo sale dos veces a la semana para ir al fonoaudiólogo. Tendría que ir a la escuela todos lo días y además recibir terapia, pero hace un año y medio que no concurre a ninguna de estas actividades.

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La llegada de El Tribuno a su casa causó una revolución en su vida. Con 13 años, mientras que otros chicos tienen una vida llena de actividades, Leo pasa las horas en la casa de sus abuelos. Solo sale dos veces a la semana para ir al fonoaudiólogo. Tendría que ir a la escuela todos lo días y además recibir terapia, pero hace un año y medio que no concurre a ninguna de estas actividades.

La vida no es fácil, pero la de Leo es una complicación tras otra. Leonardo Cañizares padece de autismo. El diagnóstico escrito por su doctora dice más específicamente: trastorno generalizado del desarrollo no específico. Epilepsia secundaria a patología de base en tratamiento.

Más allá de sus problemas de salud, Leo también padeció el maltrato y los golpes, es por eso que desde hace un año y medio sus abuelos son sus guardas legales. Su mamá es maestra y -para poder trabajar- pidió la asistencia de una ayudante terapéutico. La llegada de este hombre a su casa fue el inicio de su mala suerte. Luego de un par de meses, este terapeuta se convirtió en su padrastro. A esa altura la paciencia de este hombre con Leonardo se terminó y comenzó el maltrato. En esa época, el niño asistía a la Fundación Anidar. En diálogo con El Tribuno, María Elena Arce, directora de la Fundación, contó que la mamá de Leo fue notificada en cinco oportunidades sobre los golpes que presentaba su hijo. “Incluso hablamos con ella, pero no hubo respuesta y la situación de él no mejoraba. No nos quedó otra que realizar las denuncias correspondientes y notificar a la Justicia de lo que ocurría”.

Como si fuera un castigo, semanas después Leo tuvo que dejar a los compañeros de escuela en la Fundación Anidar. La obra social de la que es beneficiario dejó de pagar y cubrir los aranceles de sus tratamientos. Desde el Instituto Provincial de Salta (IPS) derivaron la atención de Leonardo Cañizares a Ayudame a Crecer. Allí le dijeron que no tenían cupo para su atención.

Así comenzó el peregrinaje de los abuelos de Leo en busca de un lugar donde pueda continuar su educación y recibir terapia.

Otra segunda opción fue Apadi (Asociación de Padres y Amigos del Discapacitado). “Pero lo devolvieron”, dijo con tristeza su abuela, Carmen Torrejón. “Los profesionales me dijeron que ese no es el lugar para su enfermedad”, repitió sin saber como llegar a una solución.

Nadie responde

Sebastián Altamirano, abuelo de Leo, es jubilado y tiene Pami. “Nosotros no sacamos a Leo de la obra social de su mamá, porque el IPS no es como Pami. Pese a todo, él tiene cubierto todos sus remedios. Por eso es que no entiendo porqué no aprueban los aranceles para que mi nieto siga en Anidar”, explicó.

Los primeros pasos de la lectura, el manejo de su cuerpo, el reconocimiento de los colores y las figuras geométricas, la elaboración de sus galletas favoritas fueron algunas de las cosas que Leonardo aprendió a hacer en Anidar.

Durante tres años, Fundación Anidar le otorgó una beca de estudios a Leonardo pero una vez que tuvo el beneficio de una obra social, la organización reclamó que esta pague por la atención.

Las razones, las respuestas

“Cuando se rescinde el contrato que la organización tenía con el IPS por problemas económicos (pagaban tarde o reconocían los aranceles por debajo de la media), 45 pacientes de esta obra social quedaron sin atención y fueron reubicados”, explicó María Elena Arce, directora de la Fundación Anidar. De ese total, tres chicos quedaron sin solución. Uno de ellos fue Leonardo.

Desde la Fundación se presentó una medida cautelar por este caso. Según Arce, el IPS se comprometió ante la Justicia a brindar la atención que Leonardo necesitaba. Sin embargo, desde hace un año y medio el pequeño no recibe ninguna porque las organizaciones a las que fue derivado no se especializan en autismo.

“Los abuelos, pese a su edad, se movilizaron para que Leonardo reciba atención pero el IPS no quiere reconocer el servicio específico que necesita”, explicó la directora.

Sus abuelos agotaron los recursos para que su nieto reciba educación y tratamiento. Incluso tuvieron que escuchar que para que su nieto pudiera asistir a clases a una de las instituciones que si reconoce el IPS, tenía que ser sometido a una dosis mayor de tranquilizantes de las que ya toma. “Tiene que quedarse quietito”, les dijo un psicólogo.

Desde el IPS nadie responde. Estos abuelos llegaron hasta de Defensoría de Incapaces, desde allí y con el firma de un letrado enviaron un recurso de amparo esperando una respuesta. Pero nada. Se trata de un caso, solo uno. De una persona, un niño que tiene el derecho -como todos- a recibir educación y salud.

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