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Precio de la harina: pan para hoy y hambre para mañana

Sabado, 27 de julio de 2013 22:49

 

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La inflación es un fenómeno regresivo que erosiona directamente en el poder adquisitivo de los salarios. Se genera, luego, una redistribución del ingreso desde los asalariados hacia el resto los sectores. No obstante, el actual aumento de precio de los alimentos además de reducir el salario real, arremete contra el ingreso de aquellos que tienen una mayor propensión marginal a consumir, generando pobreza e indigencia.
La inflación de alimentos encarece el precio de los bienes básicos, que representan -en la mayoría de los casos- la totalidad del consumo de las clases de ingresos más bajos.
La harina es uno de los bienes básicos, fundamental como insumo para la elaboración de muchos otros alimentos esenciales, cuyo precio tiende a seguir la inercia inflacionaria.
A modo de ejemplo, solamente el capítulo “Productos de panificación, cereales y pastas” representa aproximadamente el 7,2% de todo el consumo mensual del argentino medio, según el IPC elaborado por Indec.
Por ende, un aumento del precio de la harina se traslada directamente al resto de la canasta.
En este marco, para contener este incremento del costo de vida -al menos en el corto plazo-, el Gobierno ha llevado a cabo distintas medidas que van desde políticas de intervención del mercado (como precios máximos), políticas de incentivo sectorial a lo largo de la cadena productiva (subsidios), hasta control de exportaciones (cupos).
El Gobierno nacional aplicó cupos a su exportación e impuestos a las ventas al exterior (retenciones) con el fin de asegurar el abastecimiento local de trigo y desdoblar su precio del internacional.
La imposibilidad de exportar el excedente (por los cupos de exportación) ampliaba la oferta local y deprimía los precios que recibía el productor.
Consecuentemente, el productor de trigo recibía un precio inferior al teórico con el agravante de no tener plena certidumbre sobre la capacidad de vender la totalidad de su cosecha en el mercado interno.
Bajo estas señales, la capacidad de exportar determinaba las cantidades producidas del año siguiente.
Es decir, si el cupo a exportar era bajo, la sobre oferta en el mercado doméstico hacía que el productor recibiera un precio inferior al teórico y por ende, perdiera incentivos a volver a sembrar.

La batería de medidas logró frenar al mercado minorista

En el mercado minorista, el precio de la harina se encuentra regulado y presenta aumentos menores a la inflación promedio (medida a través del IPC del Congreso). De modo que las políticas implementadas lograron contener -a medias- el precio del kilo de harina en góndola, hasta principios de este año, cuando la escasez de harina generó un aumento del 50% sólo en el primer semestre del año. 
La batería de políticas implementadas no ha sido capaz de contener el incremento de precios de los productos que utilizan a la harina como insumo; el pan, las pastas, las galletitas, etc. A modo de ejemplo, entre enero “10 y 13 de junio”, el precio minorista de la harina aumentó un 98%, mientras que el pan tipo “mignon” subió un 658%, el pan “lactal” un 322%, las galletitas de agua un 252% y la docena de facturas un 144%. Dicho más llanamente, los precios máximos para la harina no frenan el aumento del pan.

El doble del precio internacional

 

Muchos productores sustituyeron la siembra de trigo por la cebada que tiene menos regulaciones.
Tal es así que en la última campaña, 2012/2013, se espera una producción de sólo 9 millones de toneladas, con una reducción implícita del 38% respecto al año anterior, haciendo que la molienda caiga un 2% y la exportación un 70%
Este efecto “escasez” hizo que el precio doméstico del trigo duplique con creces al precio internacional. A modo de ejemplo, el 19 de junio pasado el precio interno del cereal tocó un pico de US$ 510 la tonelada, cuando el precio internacional (en el mercado de Chicago, USA) alcanzaba los US$ 310 la tonelada aproximadamente.
En lo que respecta a la producción de harina, los molineros recibían una compensación por la diferencia entre el trigo (su insumo) y la bolsa de harina que permitía cubrir sus costos y vender harina a bajo precio.

 

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