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Hugo Haime: ?A los votantes les preocupa la seguridad, precios y salario?

Sabado, 27 de julio de 2013 23:57

Autor del libro “Qué tenemos en la cabeza cuando votamos”, su último trabajo recientemente publicado, en el que hace un pormenorizado análisis del escenario político argentino, y en el cual detalla cuáles son las claves del éxito de una campaña electoral, Haime, en diálogo con El Tribuno, insistió en que el argentino tiene conciencia política, aunque algunos dirigentes van por un lado y la preocupación ciudadana se encamina por el otro.

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Autor del libro “Qué tenemos en la cabeza cuando votamos”, su último trabajo recientemente publicado, en el que hace un pormenorizado análisis del escenario político argentino, y en el cual detalla cuáles son las claves del éxito de una campaña electoral, Haime, en diálogo con El Tribuno, insistió en que el argentino tiene conciencia política, aunque algunos dirigentes van por un lado y la preocupación ciudadana se encamina por el otro.

¿Cuáles son las mayores preocupaciones de la gente a la hora de votar?

Las mayores preocupaciones de los votantes pasan por la seguridad, los precios, los salarios y principalmente por trabajo estable.

¿La gente vota con el bolsillo?

La gente vota con el bolsillo, pero también lo hace con grandes expectativas. La seguridad no se vota con el bolsillo. De esta manera el sufragio tiende a ser una base acorde a quien refleje sus esperanzas y quien refleje sus valores. Por ejemplo, en las provincias la gente busca un garante y no un padre protector, que son cosas distintas.

¿Y cuál es el análisis de cada candidato antes de elegir. Carisma o necesidad?

Se combinan las dos cosas, tanto de las características de liderazgo del dirigente como aquellas cosas que éste puede garantizar. Influye el momento histórico. De la Rúa no tenía carisma ni liderazgo, sin embargo, como la población creía que había que conservar el modelo económico de la convertibilidad, y que el problema era la corrupción, y su discurso, por la tradición del radicalismo, era un discurso ético, ganó. Pero en el momento en que la gente, por ejemplo con Néstor Kirchner, necesita un hombre fuerte, capaz de pelear por las cosas de todos, ahí aparecen los liderazgos carismáticos o los “salvadores”.

¿Adónde apunta el voto joven?

No lo tengo muy investigado. Si hablamos de la franja que va entre los 16 y los 18 años, son poco los que van a votar, es difícil verlo. No lo veo como una tendencia de la sociedad. Vienen a ser entre oficialistas y rebeldes, las dos cosas, como todos a esa edad. Y en cierto sentido es como dice el papa Francisco: “Hagan lío” , pero por otro lado van a votar como vote la familia. Las dos cosas van a estar presente. De todos modos, a nivel nacional, el segmento hasta 29 años de edad son los más oficialistas, porque de allí cada provincia tiene su característica oficialista.

¿Influye la diferencia cultural de los jóvenes en el país?

Los chicos tienen otro anhelos. Son los que tienen más problemas en insertarse socialmente y laboralmente. Son los chicos los que tienen el problema que a veces salen del colegio y no tienen capacitación laboral o tienen la capacitación por encima del trabajo que se les ofrece. Por ejemplo, los chicos saben computación y los mandan a remarcar precios en supermercados. O no consiguen trabajo. O llevan comida en una moto. Lo mismo le pasa a los universitarios. El mayor índice de desocupación está entre los jóvenes.

¿Cómo repercute la corrupción o la falta de propuesta, por ejemplo, en los votos?

Depende de los sectores. Yo diría que en los sectores medios y altos influyen todo lo que tiene que ver con corrupción. Son temas que los tocan y que ayuda a definir un voto contrario a lo que consideran corrupto. Los sectores populares tienden a evaluar más los incentivos y si hay una acción protectora por parte del dirigente o del Gobierno. El problema es que cuando las cosas no van bien la gente piensa: “Y bueno, roban y no hacen nada”. Después fue el voto castigo. Es difícil creer que la gente piense en que la política no tiene que ver con los negocios. Allí comienza a complicarse un poco la cosa y esos son mecanismos sociales. Cada tipo de sociedad tiene interpretaciones distintas.

¿Dónde se apunta más, a castigar en las urnas o a esperar?

Las legislativas son especiales porque no cambian los gobiernos. En esta clase de elecciones legislativas, siempre se castiga y siempre el oficialismo corre más riesgo de ser golpeado que en una elección ejecutiva, porque la gente dice: “No estoy de acuerdo con este Gobierno y no voy a votar o lo hago en contra”, pero siempre en una ejecutiva el Gobierno vuelve a sacar votos. Eso le pasó a Alfonsín, le pasó a Menem, le pasó a este Gobierno. Es la característica de una elección legislativa.

¿Se puede decir que hay poca conciencia política?

No, para nada. Me parece que los argentinos discuten permanentemente la política. Siempre se habla de política. Una cosa es que la gente hable de lo que dicen los dirigentes y otra es que tengan las mismas tentaciones que los dirigentes. Los dirigentes van por un lado y la preocupación ciudadana por el otro, pero hay casos excepcionales. Yo veo que en Argentina se habla mucho de política. Todos son entendidos de la política, como en el fútbol. Todos entienden de todo y todos hablan y dicen que éste está relacionado con éste y esto está pasando. Pero de allí, a que tengan un concepto de la política y lo que hay que hacer, no, porque al final la valoración de la política es mala, salvo en excepcional. En realidad, en una lista de 30 dirigentes se van a salvar 4. A los otros no le va a ir bien.

¿Qué opina del “efecto Sergio Massa”?

La gente recién está entrando nuevamente en un proceso electoral esta semana, viendo por quién va a votar y quizás recién se va a fijar en dónde esta empadronado para ir a votar. Por eso, en ese sentido, Massa es el fenómeno de algo que viene en la Argentina que es la renovación dirigencial. Al margen de cómo le vaya a Massa, hay una generación de entre 30 y 50 años que quiere irrumpir rápidamente en la política y eso me parece que es la tendencia en el mundo, desde la Presidenta que dice que hay que dejarlos a los jóvenes, hasta Sergio Massa que es un avanzado en eso.

¿La gente joven es el cambio necesario?

Sí. Es lo que pasa y pasó en Estados Unidos. Kennedy no tenía 50 años cuando fue presidente, Ni Clinton y Obama tampoco y manejaron uno de los países más poderosos del mundo. De allí que se ve que están y necesitan un buen potencial mental y físico y me parece que en ese sentido hay mucha gente joven con muy buena formación profesional, intelectual. Hay una renovación que se va a terminar reflejando en el 2015 y veremos si es Massa o no, si es Scioli, o no. No sabemos lo que va a pasar en diez días.

¿Cuáles son las virtudes y defectos de estas personas?

Cristina de Kirchner: es una persona con mucha virtud y perseverancia y me parece que a veces le cuesta cambiar en el momento que realmente hay que cambiar.
Daniel Scioli: tiene la virtud de ser un político que está hace 30 años y todos piensan que comenzó ayer, aunque aún hoy, le faltaría un poco de mejor gestión en la provincia de Buenos Aires.
Sergio Massa: el intendente de Tigre y candidato a diputado nacional tiene una enorme voluntad de cambio y la falencia que podría tener es que le falta uno poco de experiencia, ahora que está en los segundos planos.
Mauricio Macri: tiene la virtud de formar equipos y gestionar, pero a su vez, es gestionador sin virtud política.
José Manuel de la Sota: la mayor virtud del gobernador de Córdoba es la perseverancia. La falencia... paso.
 

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