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Antiguas recetas, entre la alquimia y la superstición

Domingo, 28 de julio de 2013 11:30

Mucha gente en el interior aún conserva antiguas recetas transmitidas de generación en generación, para curar los males del cuerpo. En ellas se entremezclan rituales indígenas, quimeras y creencias populares. Sus resultados no están comprobados científicamente y, en la mayoría de los casos, se aconseja no aplicarlas. Sin embargo, son prácticas que han sobrevivido al paso del tiempo. Curiosas, pintorescas y muchas veces peligrosas, son el resultado de una especie de alquimia y superstición, heredada de antaño.
Una práctica muy popular para tratar el dolor de oído es la del cucurucho de papel. Azucena, de Mosconi, contó: “Con una hoja entera de papel diario hay que armar un cono. Uno de los extremos debe quedar finito y con una pequeña abertura. Esa punta se introduce en el oído afectado”.
Explicó que el cucurucho debe estar erguido. Luego se prende fuego en el extremo superior del cono creando un vacío que extraerá el aire del interior del oído. “El cono se debe consumir, por lo menos, hasta la mitad”.

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Mucha gente en el interior aún conserva antiguas recetas transmitidas de generación en generación, para curar los males del cuerpo. En ellas se entremezclan rituales indígenas, quimeras y creencias populares. Sus resultados no están comprobados científicamente y, en la mayoría de los casos, se aconseja no aplicarlas. Sin embargo, son prácticas que han sobrevivido al paso del tiempo. Curiosas, pintorescas y muchas veces peligrosas, son el resultado de una especie de alquimia y superstición, heredada de antaño.
Una práctica muy popular para tratar el dolor de oído es la del cucurucho de papel. Azucena, de Mosconi, contó: “Con una hoja entera de papel diario hay que armar un cono. Uno de los extremos debe quedar finito y con una pequeña abertura. Esa punta se introduce en el oído afectado”.
Explicó que el cucurucho debe estar erguido. Luego se prende fuego en el extremo superior del cono creando un vacío que extraerá el aire del interior del oído. “El cono se debe consumir, por lo menos, hasta la mitad”.

El orzuelo

La cura del orzuelo, una inflamación de las glándulas sebáceas que provoca una hinchazón del párpado, es quizás una de las más curiosas. Cuenta la tradición que, para despojarse de este mal, en algunos pueblos del norte proponían saludar bien temprano en la mañana a un mortero. “Buen día, señor mortero. Aquí vengo a saludarlo para que me cure este orzuelo. Hay que repetir este saludo durante siete días frente al utensilio de cocina y, como por arte de magia, el mal desaparece”, comentó Yoyi, de Embarcación.
Otros dicen que este problema se cura colocando sobre la zona inflamada un anillo de oro, previamente frotado en una prenda de vestir.

Testes y verrugas

Librarse de testes o verrugas requiere de todo un ritual. Según la creencia popular, se debe pasar una moneda en forma de cruz sobre el primer teste. Luego se le coloca en un pañuelo o tela de color rojo. La moneda debe ser acompañada por tantos maíces como cantidad de testes tenga la persona. Después, hay que caminar por una zona poco transitada y arrojar el envoltorio. Por último, quien sufre el padecimiento debe alejarse rápidamente del lugar sin mirar hacia atrás. “Si por esas casualidades alguien encuentra el pañuelo y lo abre, se le transmiten inmediatamente los testes”, aseguró Clemente, vecino de la Recta de Cánepa, Cerrillos. Otros curan los testes refregando el lugar con leche de higuera hasta que la piel quede rojiza.
Para el empacho: tirada del “cuerito”. El método consiste en que el enfermo se acueste boca abajo. Quien lo cura toma la piel de la espalda y la estira hasta que suene como un “toc”. Esto indica que fue separado del otro “cuerito”, poniendo fin al empacho.


Para aprender a caminar

Antaño, se decía que para estimular a los bebés a dar sus primeros pasos debía frotárseles en las plantas de los pies las patitas de un pollito recién salido del huevo.
Por su parte, las recetas para curar el hipo son infinitas. Una de las más curiosas consiste en colocar una cucharada de azúcar embebida en vinagre en la boca. “El hipo siente tanto asco que abandona el cuerpo de la persona”, contó Victoria, de Salta Capital.

El asma

Históricamente se le atribuyó a la leche de burra propiedades curativas. Decían que servía para curar la pulmonía, asma, tos, gripe, anemia y dolencias de riñones.


Dolor de muela

Uno de los mitos más arraigados tiene como protagonista a los sapos. María de los Angeles, de La Merced, asegura que ponerse la panza de un sapo en la mejilla del lado donde se encuentra la muela afectada libra inmediatamente a la persona del padecimiento.
Contó que, cuando el batracio empieza a retorcerse, es porque le transmitimos el dolor y la persona queda curada.
Por otra parte, Ernesto, de Rosario de la Frontera, contó que ese tipo de dolor se combate simplemente colocando un clavo de olor en la muela agujereada o cariada. Además, recordó que este método ayuda a quitar el mal aliento.

Hipo

Las recetas para curar el hipo son infinitas. Una de las más curiosas consiste en colocar una cucharada de azúcar embebida en vinagre en la boca. “El hipo siente tanto asco que abandona el cuerpo de la persona”, contó Victoria, de Salta Capital.

Empacho

Para el empacho: tirada del “cuerito”. El método consiste en que el enfermo se acueste boca abajo. Quien lo cura toma la piel de la espalda y la estira hasta que suene como un “toc”. Esto indica que fue separado del otro “cuerito”, poniendo fin al empacho.


Consultar siempre al médico

La Dra. Liliana Carrasco, de La Merced, explicó que ante cualquier síntoma, la gente en primer lugar debe consultar al médico. Las antiguas recetas forman parte de la tradición y pueden ser peligrosas.


 

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