Faltan dos semanas para las primarias abiertas y obligatorias. El 11 de agosto, aunque solo se elijan los candidatos que competirán en las generales del 27 de octubre, comenzará a escribirse una nueva etapa para la provincia. Para la oposición el fin de un ciclo. Para el oficialismo, un desafío.
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Faltan dos semanas para las primarias abiertas y obligatorias. El 11 de agosto, aunque solo se elijan los candidatos que competirán en las generales del 27 de octubre, comenzará a escribirse una nueva etapa para la provincia. Para la oposición el fin de un ciclo. Para el oficialismo, un desafío.
Es prematuro anticipar quién va a ganar; sin embargo, ya hay una certeza: en el mejor de los casos, Juan Manuel Urtubey va a perder por lo menos treinta puntos, de aquel 58 por ciento de 2011, que usó como muletilla durante mucho tiempo. Las encuestas sugieren que, si no mejora la intención de voto, la pérdida podría ser de 40 puntos. Y será Juan Manuel y no Rodolfo quien pierda, porque el gobernador borró a su hermano de la campaña; habla solo él y ocupa el lugar del candidato.
Las proyecciones no provienen de la oposición, sino del corazón del oficialismo. Es un síntoma de esa preocupación el descomunal despliegue de fondos públicos que se invirtieron para sumar a la campaña a River, a Boca, a los Pumas, a las selecciones de básquet de Argentina, México, Uruguay y Brasil para el Super 4 y a las de voley de Argentina y Francia. Los cálculos más modestos hablan de quince millones de pesos, aunque podría ser más. No está claro porque no hubo todavía información transparente. No obstante, nadie ignora que la postulación de Rodolfo ya insumió, sin éxito, los 800 millones de pesos del Fondo de Reparación Histórica.
La presencia de la presidenta Cristina Fernández, el viernes, en Coronel Moldes, podría ser una bocanada de aire fresco para el oficialismo.
Sea cual fuere el resultado de las internas abiertas, la dirigencia urtubeycista ya vislumbra un quiebre interno, que puede ser letal en octubre.
La ruptura con Andrés Zottos y con el Oso Leavy son correlato de una estrategia errática. Con serias dificultades en la capital provincial, se observa un retroceso muy fuerte en San Martín y Orán. El abandono de dos aliados que fueron vitales en 2007, el PRS y el Partido de la Victoria, podría costar muy caro en una elección que se vislumbra pareja y que se va a repetir en octubre, con pronósticos de mayor polarización. Sin la legión de los intendentes, concejales y punteros, la posibilidad de conservar el poder se esfumaría lentamente. Entre todos ellos, el abandono a los grandes aliados genera una perceptible sensación de desam paro.
Para Juan Manuel Urtubey, levantar las candidaturas de su hermano y de la también eclipsada Cristina Fiore se está volviendo difícil. Nadie está seguro de que se repita la “hazaña” de haber convertido a Fernando Yarade y a Pablo Kosiner en diputados nacionales. Ni el carisma, ni la imagen ni la llegada del gobernador son los mismos que en 2009 y 2011.
Ensimismado, Juan Manuel tomó distancia de Carlos Parodi, cuyo desprestigio por las acusaciones de enriquecimiento ilícito le genera temores. Solo escucha a Kosiner, Loutaif, Miguel Isa y al secretario de prensa Juan Pablo Rodríguez. El resto, es decir, los intendentes y dirigentes que pueden definir la elección, siguen dependiendo de los recursos provinciales pero ya no muestran la misma mística ni las mismas certezas de otros tiempos.