Sus reclamos llevan largo tiempo sin ser escuchados y los riesgos de derrumbe se acrecientan, día tras día, dentro del edificio. La calamitosa situación de la Palúdica, como son popularmente conocidas las dependencias sanitarias de General Gemes 125, fue denunciada por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) con un detallado informe.
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Sus reclamos llevan largo tiempo sin ser escuchados y los riesgos de derrumbe se acrecientan, día tras día, dentro del edificio. La calamitosa situación de la Palúdica, como son popularmente conocidas las dependencias sanitarias de General Gemes 125, fue denunciada por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) con un detallado informe.
El reporte que elaboró el equipo de comunicación que coordina Paula López Calvo advierte que el deterioro edilicio llegó a tales extremos que hay sectores que corren serios riesgos de derrumbes. La situación tiene cada vez más preocupados a más de 60 trabajadores que allí se desempeñan en la investigación y control del mal de chagas y otras enfermedades endémicas.
Sus insistentes reclamos ante los gobiernos nacional y provincial no han tenido ninguna respuesta hasta ahora, y ellos ven, tanto en ese silencio como en planificaciones oficiales que distraen el eje del problema, intenciones ocultas.
“Se equivocan quienes piensan que el destino de la Palúdica puede ser otro que esos once programas sanitarios que revisten un alto interés en bien de la comunidad. Los trabajadores, con su lucha, no lo permitieron antes ni lo permitirán jamás”, afirmó el secretario general de la CTA, Vuenaventura David, ante la versiones sobre proyectos gubernamentales que apuntarían a cambiar el destino de la institución.
Según el informe de la CTA, los empleados de la planta son 125. La mitad de ellos trabaja dentro del edificio en condiciones cada vez más deplorables. Son profesionales, técnicos y administrativos que se desempeñan en el control de vectores, laboratorios, mantenimiento y reconocimiento médico, entre otras tareas.
Hoy se utiliza sólo la mitad de las dependencias. Muchas áreas fueron clausuradas ante los riesgos de derrumbes, con depresiones en los pisos, grietas en los techos y fisuras en las paredes. El cierre forzado también alcanzó a algunos baños, por caídas de techos, filtraciones de agua, cañerías rotas e instalaciones eléctricas incalificables.
No es menos desolador el estado de los depósitos donde se guardan insecticidas, máquinas fumigadoras y otros equipos. En este punto, la CTA alertó sobre el confinamiento de cerca de 11 toneladas de DDT (un potente insecticida) en uno de los precarios galpones. Como agravante se señaló que ese remanente tóxico data de la década de los 60 sin que se sepa cómo y cuándo se le dará una disposición final adecuada a las normas de residuos peligrosos.
Terrenos para un gran legado
El médico, investigador y político Luis Güemes donó en 1924 el predio que ocupan las instalaciones sanitarias de la Nación cerca del Colegio Nacional. Conocedor de los estragos que hacía el paludismo en Salta, el facultativo decidió ceder esos terrenos para la construcción de las dependencias del Departamento Nacional de Higiene y Profilaxis.
Las instalaciones del Departamento de Paludismo fueron inauguradas en 1930. La edificación contaba con áreas de interacción para pacientes con enfermedades venéreas, un crematorio para fallecidos de enfermedades infecciosas sin familia y consultorios externos. Allí se vacunaba contra todas las patologías tropicales y se proveía leche a niños desnutridos.
En 1950 se instalaron la Delegación Sanitaria Federal, el Servicio Nacional de Chagas Mazza, el Servicio Nacional de Sanidad Animal y el Servicio Nacional de Nutrición.