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De paradigmas, resistencias y la salud mental que podríamos tener

Miércoles, 28 de agosto de 2013 01:20

Han pasado ya varios años desde los primeros movimientos a favor del cambio de paradigmas en salud mental en nuestro país.

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Han pasado ya varios años desde los primeros movimientos a favor del cambio de paradigmas en salud mental en nuestro país.

En algunas provincias se avanzo mucho, en otras menos. Ahora, en que lugar quedo nuestra provincia en todo esto?

Desde hace 4 años ya contamos con una Secretaria de Estado en el tema, un hecho de marcada relevancia puesto que otra Secretaria de Estado se encarga de todo el resto de la temática en salud.

En el año 2010 se emitió un amparo judicial a favor de los pacientes internados en el Hospital de Salud Mental Miguel Ragone, dirigido cambiar a garantizar sus derechos. Sin embargo aun hoy el Hospital sigue en estado ruinoso y los pacientes descuidados y en estado de abandono deambulan por la ciudad. En otros temas como la temática de adicciones o los demás problemas emergentes en salud mental, como los trastornos alimentarios, no se ha avanzado prácticamente nada.

Se sanciono a nivel nacional una nueva ley de salud mental, un hecho trascendental y de vital importancia. Digo esto por que en un proceso de cambio de este tipo no son los recursos económicos los decisivos sino los conceptuales. Lamentablemente con insuficiente penetración en el discurso social local, con todo lo negativo que esto puede acarrear.

Se aprobó y se dio lugar a nivel provincial a un plan quinquenal en salud mental. Esto no es poco pues un plan de este tipo es crucial para sentar una política de salud a partir de la cual desarrollarse. Sin embargo una vez mas se presentaron problemas, como su cerrada distribución, el hecho de que si bien el mismo contiene variada información esta no es representativa ya que aparece sesgada por un manejo inadecuado de la estadística. A esto se suman las dificultades de síntesis conceptual y de aplicación practica que presenta.

El discurso vs. la realidad

A prima facie se aprecia entonces, que a pesar de un esfuerzo importante de orden administrativo y económico no hemos conseguido los salteños una respuesta a la talla, de lo invertido o de lo que se necesita.

Es tal la brecha entre el discurso y la realidad que a nadie se le escapan los resultados, el incremento de la tasa de suicidios, de los casos de adicción y violencia.

Esto responde a que, del mismo modo que la ley de violencia de géneros o el tratamiento de las situaciones de violencia familiar, en salud mental no hemos superado lo declamativo.

Resistencias, contraposiciones, esfuerzos fútiles, como por ejemplo el desarrollo de los Tribunales de Tratamiento de Drogas. Los mismos ubican un juez como figura central de un ‘tratamiento‘ para la adicción. Es ese el lugar del juez? Hay un tratamiento posible en estas condiciones o es una vuelta sobre un sistema de ‘Vigilar y Castigar‘?

En otro ejemplo, en nuestro medio, se ha reforzado la idea de un modelo de salud mental que evita posicionar a la persona en el lugar de enfermo. Pero ha tomado aquí, curiosamente, un giro inesperado. En este afán de preservar los derechos de los pacientes y creer y trabajar con sus potencialidades, se intenta dejar de lado e incluso irresponsablemente, que hay personas que tienen una enfermedad y un tratamiento. Un tratamiento que no excluye lo psicológico o lo social, pero en el que no se puede dejar de lado que la mejoría depende en gran parte de un tratamiento medico. Es imposible con la información científica con la que se cuenta hoy, dejar de reconocerlo.

El no reconocimiento de una situación de enfermedad o de disvalía también es una forma de resistencia. No ver las necesidades o dificultades del otro nos resguarda de la inseguridad que nos produce el no saber como responder.

Otras veces la resistencia a los cambios parten de los mismos funcionarios, que no pueden concebir la inserción de un paciente crónico sin mas, quizás por miedo o falta de conocimiento.

Necesitamos gente a cargo de los lugares de toma de decisión capaces de alcanzar este nivel de síntesis, entre un discurso humanista y el de la medicina, entre el reconocimiento de los derechos y posibilidades de los pacientes y la valoración cauta y responsable de los mismos.

El modelo de salud mental

Un modelo de salud mental para la Salta de hoy seria uno que preserve los recursos con los que cuenta, como el Hospital Ragone o los distintos dispositivos de tratamiento de las adicciones y que explote otros nuevos como las unidades de salud mental y las unidades de conductas adictivas. Este tipo de dispositivos de inserción comunitaria acercan las prestaciones de salud a la población, mejoran la captación y la prevención en la temática.

La ley de salud mental estipula el establecimiento de dispositivos alternativos como hogares protegidos y casas de medio camino que a 3 años de amparo ya deberían estar establecidos.

Hacen falta cambios, orientados no a la confrontación o a la desvalorización de otras posiciones sino que tengan que ver con consensuar. Cambios que involucren a los intereses de los distintos actores, sin exclusiones tendenciosas o basadas en los prejuicios de cada quien.
Hacen falta funcionarios en el área que sepan hacer, no que se queden en la pura enunciación.

Hacen falta también, no solo comprometidos sino humanos, que puedan hacerse cargo de sus errores y que puedan discriminar realmente cuando hay una dificultad.

Gente que sepa de lo que habla, y que sepa hacer.
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