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Por un par de zapatillas

Sabado, 03 de agosto de 2013 01:48

"Venden al justo por dinero, al pobre por un par de sandalias. Oprimen contra el polvo la cabeza de los míseros y tuercen el camino de los indigentes". La cita del profeta Amós puede aplicarse al presente sin necesidad de ser actualizada, salvo reemplazar el término sandalias por el de zapatillas.

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"Venden al justo por dinero, al pobre por un par de sandalias. Oprimen contra el polvo la cabeza de los míseros y tuercen el camino de los indigentes". La cita del profeta Amós puede aplicarse al presente sin necesidad de ser actualizada, salvo reemplazar el término sandalias por el de zapatillas.

Aquietado el revuelo que generó el paso de Francisco por Río de Janeiro, quedan resonando sus palabras. Particularmente, aquéllas que dirige a la clase dirigente brasileña. Oportunos discursos para quienes votaremos en las próximas elecciones, tanto nacionales como provinciales.

¿Qué observa el Papa en la clase dirigente? En primer lugar, la memoria. Quien ocupa un lugar en la dirigencia, debe ser consciente del camino recorrido y tener conciencia de la patria. En palabras del historiador Alfredo Sáenz, conocer y estudiar la historia de sus grandezas, sin ignorar sus defecciones, con la consiguiente conmiseración.

A pesar del aspecto gris que se nos pinta a menudo, para él, el presente no es una coyuntura sin historia y sin promesa, sino un desafío para recoger sabiduría y proyectarla. Creo que no se trata entonces, de borrar la historia con una ordenanza, ni de tirar abajo monumentos.

Quien tiene un papel de responsabilidad, está- según Francisco- especialmente llamado a afrontar el futuro con la mirada tranquila de quien sabe ver la verdad. Argentina necesita de guías con esa mirada calma, serena, sabia.

El pontífice destaca tres aspectos que integran dicha mirada: la tradición cultural; la responsabilidad solidaria y el diálogo constructivo.

Si se quiere gobernar, ha de tenerse en cuenta la originalidad de la tradición cultural, ser capaz de integrar elementos diferentes. En vez de encerrarse en los despachos, ser permeables al común sentir. Ser fieles a principios básicos; establecer prioridades y normas según una visión integral de la persona.

Francisco retoma la manipulada idea de bien común y la relaciona directamente con la alegría de vivir. Así de sencillo. La política necesita ser humanizada, refundada en la cultura de encuentro y de la relación.

Reconoce que el aporte esencial del cristianismo a la vida política, es la visión de trascendencia y encarnación. La mirada hacia el más allá, revitaliza siempre la vida y el pensamiento y actúa contra la amenaza de frustración y desencanto que invaden el corazón y se propagan por las calles.

El Papa habla de responsabilidad social. Nos invita a rehabilitar la política. La define, no como un negociado, ni un ámbito donde sacar el mayor provecho personal, sino como una de las formas más altas de caridad. El futuro exige repensarla de esta manera.

¿Quiénes son los enemigos de esta forma más alta de caridad? Menciona, por un lado al elitismo, y por otro, a la pobreza. Propone algo muy evidente, pero que se olvida: que a nadie le falte lo necesario.

Refiere que se escuchan gritos que piden justicia. Me viene a la mente el aborto, la violencia en la que viven sumidas tantas personas, los alevosos casos de corrupción.

Como buen ignaciano, plantea el asunto de un modo práctico. Es necesario que un guía tenga no sólo objetivos concretos, sino también los medios para alcanzarlos. Cuando las expectativas no se cumplen, la desilusión, amargura e indiferencia, se adueñan de nosotros.

¿Qué cualidades se esperan de un dirigente? Que tenga esperanza, desee ir siempre más allá. Que vuelque todas las energías y capacidades en favor de las personas y descubra nuevos caminos. Que gobierne pensando ?en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones?, expresión propia del Dr. Abel Albino.

Un líder es constante. Necesita del coraje, la audacia; ser libre para dejar de lado las mezquindades e ir al centro de los males de la sociedad para superarlos. Requiere de sabiduría, prudencia, generosidad y creatividad.

Quien dirige el destino de una comunidad, ha de tener una comprensión de la totalidad de la realidad para tomar decisiones en presente, pero mirando al futuro.

Francisco interpreta el sentir del pueblo: espera que la democracia sea mucho más que un mero equilibrio de representación de intereses establecidos. Ojalá queramos transitar ese camino y logremos convencernos de que una sociedad más justa no es un sueño fantasioso.

 

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