Una familia del barrio Norte Grande, ubicado al este de esta capital, denunció públicamente un aterrador asedio de la patota autodenominada Los Pibes del Fondo, quienes desde hace varios meses vienen hostigando a la familia con todo tipo de agresiones, en represalias por haberlos denunciado en siete ocasiones por amenazas, lesiones graves y otros desmanes.
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Una familia del barrio Norte Grande, ubicado al este de esta capital, denunció públicamente un aterrador asedio de la patota autodenominada Los Pibes del Fondo, quienes desde hace varios meses vienen hostigando a la familia con todo tipo de agresiones, en represalias por haberlos denunciado en siete ocasiones por amenazas, lesiones graves y otros desmanes.
Aún así, sus integrantes continúan en libertad, pese a haber enviado a terapia intensiva durante meses a Pablo Alejandro Díaz Gonza, estudiante de ingeniería de la UNSa, brutalmente agredido en la esquina de su domicilio, ubicado en manzana 202 B, el 7 de abril pasado.
Como saldo de la agresión, Pablo Alejandro Díaz Gonza sufrió hundimiento de cráneo y la pérdida del testículo derecho, que resultó golpeado en la agresión, produciendo a posteriori una tumoración maligna por lo que debió ser extirpado.
El joven relató a El Tribuno que ni bien regresó a su hogar, hace pocos días, comenzaron de nuevo las agresiones verbales en contra de él, de su hermano y de su madre.
"Lamentablemente estoy bajo tratamiento de quimioterapia para eliminar las células cancerosas que todavía han quedado en la zona afectada y debo salir de mi domicilio al menos dos veces por semana, momento en que aprovechan para insultarme y tratar de agredirme una vez más, pese a que uno de ellos, de apellido Carrasco, está procesado por lesiones gravísimas y en los meses venideros va a juicio oral. El agresor, sin embargo, se encuentra en libertad", se quejó Pablo Alejandro.
Por otra parte, la madre del joven estudiante, Patricia Gonza, dijo que "apenas vieron de regreso a Pablo comenzaron las agresiones".
"Hemos solicitado protección policial pero nunca llega. La comisaría tiene un móvil para 25.000 habitantes, además de personal uniformado que comparte la chupa con Los Pibes del Fondo", denunció.
"Habíamos denunciado siete veces las agresiones verbales y físicas antes de la brutal agresión que llevó a mi hijo al borde de la muerte, pero la misma igual se produjo" se quejó.
"El jueves intentaron agredirme en la vía pública. Gracias a mi otro hijo y a vecinos los pusimos en fuga. Abandonaron una mochila con un tetrabrik que se encuentra en nuestro domicilio como prueba del constante asedio que sufrimos" contó.
La mamá relató que el 7 de abril la patota se hallaba en la esquina de la manzana 202 cuando su hijo bajó del colectivo. "Los Pibes del Fondo se ensañaron con él, lo golpearon y con una piedra le hundieron el cráneo, lo auxiliamos y cuando lo quisimos llevar en nuestro vehículo nos cortaron la calle. Esperamos casi una hora la ambulancia y otro tanto la llegada del móvil policial" describió.
"No entiendo el porqué de tanta saña, no comprendo porqué uniformados comparten vino y drogas con esas personas. Mis hijos jamás salieron de casa, nunca se juntaron con ellos, quizá eso les molesta" planteó desesperada.
"Será el afán de superarse, será que odian a la gente que estudia y trabaja. No entiendo realmente porqué intentaron asesinar a mi hijo y los atacantes aún se encuentran en libertad. Yo soy empleada doméstica y casi sin estudios, trabajo prácticamente todo el día, pero aún así no comprendo por qué no hay justicia, por qué se vive en la inseguridad y menos por qué la policía no tiene medios para luchar contra estos maleantes", cuestionó.