Cheee, los otros días me llegué a comprar hojas de cocas a las señoras de frente del Cofruthos. De pronto, alguien me saluda. Nos estrechamos las manos y al ver que yo estaba desorientado me dice: “Soy Parra”. Ahí retrocedí en el tiempo por más de cinco décadas y lo ubiqué: un extraordinario jugador de básquetbol de mi club favorito de toda la vida: el Centro Policial, un club de barrio, en estos tiempos en la Ituzaingó al 700. Llegué a la redacción saboreando ese encuentro y lo ubiqué a mi amigo Alberto Rubio, conocido en el barrio como “Flacura”, otro grande del básquetbol, ahora periodista y que también integró alguna vez el equipo deportivo de El Tribuno, y le pedí que me pinte un panorama de esa época.
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Cheee, los otros días me llegué a comprar hojas de cocas a las señoras de frente del Cofruthos. De pronto, alguien me saluda. Nos estrechamos las manos y al ver que yo estaba desorientado me dice: “Soy Parra”. Ahí retrocedí en el tiempo por más de cinco décadas y lo ubiqué: un extraordinario jugador de básquetbol de mi club favorito de toda la vida: el Centro Policial, un club de barrio, en estos tiempos en la Ituzaingó al 700. Llegué a la redacción saboreando ese encuentro y lo ubiqué a mi amigo Alberto Rubio, conocido en el barrio como “Flacura”, otro grande del básquetbol, ahora periodista y que también integró alguna vez el equipo deportivo de El Tribuno, y le pedí que me pinte un panorama de esa época.
El Centro Policial fue escenario de los grandes acontecimientos de las década del 60 y 70. Me acuerdo que allí se realizaban los intercolegiales de básquetbol, cuando era una atracción ver el debut de cada equipo por los sketch que presentaban, todos de alto nivel, una mini-NBA. En esos intercolegiales vi jugar a muchos que después se hicieron políticos. ¿Por ejemplo? Al doctor Estrada, al “Indio” Godoy, a Koler, entre otros. Más adelante a Andrés Soto y ahora sale al ruedo Ricardo Villada.
En ese Policial también había comedor y se jugaba al sapo. Atendía don Usedo y se servían exquisitos platos regionales.
Bueno, como me sucede siempre, despisté, terminé tirando los tejos y comiendo locro. Pero fue tanto mi pasión por este club que me veo con la casaca verde con vivios blancos y sueño”. ¿Churo no?