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Zárate apagó las llamas

Sabado, 21 de septiembre de 2013 03:05

Como un “bombero” salvador que emerge entre la nada y la desolación de las cenizas con brutal oportunismo para salvar las “papas” y rescatar a Gimnasia y Tiro del mismísimo infierno. Así prevaleció anoche la figura de Leandro Zárate, quien silenció los insultos y cambió silbidos por aplausos cuando el Gigante del Norte era un hervidero. La Chancha apagó las llamas del cuestionamiento colectivo con un doblete y recobró la memoria en la red, haciéndole recordar al hincha -aquel que insultó durante casi todo el primer tiempo- esos buenos tiempos del 2012, cuando el 9 marcaba la diferencia. 

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Como un “bombero” salvador que emerge entre la nada y la desolación de las cenizas con brutal oportunismo para salvar las “papas” y rescatar a Gimnasia y Tiro del mismísimo infierno. Así prevaleció anoche la figura de Leandro Zárate, quien silenció los insultos y cambió silbidos por aplausos cuando el Gigante del Norte era un hervidero. La Chancha apagó las llamas del cuestionamiento colectivo con un doblete y recobró la memoria en la red, haciéndole recordar al hincha -aquel que insultó durante casi todo el primer tiempo- esos buenos tiempos del 2012, cuando el 9 marcaba la diferencia. 

Pero claro, no solo Zárate aportó el torrente de aguas mansas para apagar el fuego, porque fue también la notable levantada moral y actitudinal de todo un conjunto la que ayudó a inclinar la balanza para gestar la notable remontada del albo anoche ante San Jorge de Tucumán. 4 a 2 fue la victoria final del millonario luego de un primer tiempo de “pesadilla” en el que se encontró 0-2 abajo en apenas 33 minutos de partido.

El clima se cortaba con el aire en la Vicente López, y los constantes reproches de los plateístas y de la popular no contribuían para nada. Sin embargo, como en Chaco, el albo superó una nueva prueba de carácter, pese a que el árbol no tapa el bosque y el equipo de Riggio desnudó muchas falencias, expresadas en tono más fuerte en el segundo gol de San Jorge. La actitud para sobreponerse a la adversidad luego de una semana difícil y del circunstancial 0-2 fue la mayor virtud de un equipo que también mejoró en el juego.

Luego de un buen arranque del local (Acosta reventó el palo de Caprio al minuto de juego) que presagiaba una noche sin sobresaltos, aparecieron los fantasmas en las desaveniencias defensivas y en la furibunda pegada de los volantes tucumanos. Ricardo Tapia sorprendió a todos a los 23’, luego de un remate de Carrasco que contuvo a medias Hernández. Luego el mismo Carrasco estrelló un remate en el travesaño y tras cartón, a los 34’, tras la pasividad defensiva de Gimnasia, Abel Olmos, de cabeza, marcó el 2 a 0 que parecía sepultar toda esperanza. A partir de allí, como una onda expansiva, la semilla del malestar general se desparramó por todo el estadio y los murmullos comenzaban a transformarse en una elocuente manifestación de bronca. Hasta que apareció Ceballos (43’), con un magistral tiro libre, una “caricia” a la red que retroalimentó la fe con un gol de alto valor anímico. El complemento mostró la mejor versión de un albo voraz decidido a remontar la malaria, pero en defensa seguía padeciendo y parecía ser frágil y permeable a cada contra del expreso. Pero el Tano dio en la “tecla” con un cambio acertado: ingresó Vazzoler, y así Zárate encontró en el santafesino el socio perfecto para hacer estragos. Antes, Pancho robó una pelota casi perdida para habilitar a Guglielmi, que puso el empate con un sablazo. Luego, el mismo Vazzoler abasteció a la Chancha en el tercero (14’), pero no era todo: porque el voraz y “salvador” Zárate, encendido como en sus mejores noches, robó un balón de intrépido, ensayó una notable corrida y definió con clase (30’), para sentenciar la historia.

El Tano “pidió perdón”

Durante la primera etapa el clima en el Gigante del Norte pintaba bastante caldeado para el Tano Riggio. El DT del albo fue blanco de insultos de los hinchas, que con el marcador adverso ante los tucumanos perdieron la paciencia y multiplicaron los reclamos. Ya en el complemento, cuando la Chancha Zárate dio vuelta la historia y puso el 3 a 2, el Tano explotó y se desahogó contra algunos plateístas que lo habían insultado. Pero a instancia del juez de línea (Correa) fue expulsado por el árbitro Espinoza. A pesar del triunfo, el Tano se fue caliente del vestuario y evitó enfrentarse a los periodistas. Ante la requisitoria de El Tribuno, muy escuetamente dijo: “Solo quiero pedirle perdón a la gente por cómo reaccioné”, luego se fue presurosamente sin dar más explicaciones.
Por otro lado, Leandro Zàrate, el “hombre de la noche”, autor de dos goles en la remontada de Gimnasia, remarcó la actitud del equipo. “Fue importante poder marcar porque no le venía aportando mucho al equipo, por suerte se dio pero sin la ayuda de mis compañeros esto no hubiese sido posible” y agregó: “El equipo demostró actitud y ganas para dar vuelta el resultado y eso me deja tranquilo. Nunca pienso si voy a ser titular, solo trabajo para hacer goles”, cerró.

Apatía, insultos y piñas al por mayor

El hincha de Gimnasia y Tiro mutó en cuestión de minutos de la furia al desahogo, de la ira y el desencanto al alivio, luego de la notable remontada de su equipo.
Con el transitorio 0-2, el Gigante era decepción y escepticismo, mientras que el DT Víctor Riggio (se fue expulsado) y el colaborador Ricardo Carnielli reaccionaban tras los insultos de la platea. Pero la apatía fue lo que volvió a predominar en el Gigante del Norte. Una gran porción de hinchas del fútbol dejó hace un considerable tiempo de acompañar al albo, sofocado por decepciones múltiples, y eso se nota. Menos de dos mil personas le dieron un tono gris y apático a la Vicente López. Y para colmo de males, la estupidez humana ganó en la bandeja de calle Leguizamón, por una disputa de facciones de la hinchada que terminó a las piñas limpias. Dos grupos se tomaron a golpes de puños durante varios minutos ante la pasividad policial.

 

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