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Condena por un crimen que conmovió a Salvador Mazza

Domingo, 22 de septiembre de 2013 03:08

Pasaron cinco años y siete meses desde el crimen de una adolescente que conmovió a la localidad fronteriza de Salvador Mazza, a la provincia e incluso a Bolivia, y que quedó registrado en la historia criminal como uno de los más crueles y sádicos de Salta. La Corte de Justicia confirmó recientemente la condena a prisión perpetua para los asesinos de Verónica Fernanda Ruíz.
La jovencita, de 16 años, salió de su casa situada en el barrio Ferroviario, en la localidad de Salvador Mazza, el sábado 26 de enero de 2008, alrededor de las 17, para comprar repuestos que le había encargado su padre, Raúl, empleado municipal, quien se encontraba reparando un vehículo de su propiedad. La chica tomó el dinero y se fue. Nadie imaginó que jamás regresaría. A las 20 y debido a la tardanza, sus padres salieron a buscarla, pero ella ni siquiera había llegado al negocio. Su padre radicó la denuncia en la comisaría de la localidad.
Desde ese momento se iniciaron procedimientos policiales para dar con el paradero de la adolescente, todos con resultado negativo. Su fotografía fue distribuida por todo el departamento San Martín, en San José de Pocitos y en Yacuiba (Bolivia).

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Pasaron cinco años y siete meses desde el crimen de una adolescente que conmovió a la localidad fronteriza de Salvador Mazza, a la provincia e incluso a Bolivia, y que quedó registrado en la historia criminal como uno de los más crueles y sádicos de Salta. La Corte de Justicia confirmó recientemente la condena a prisión perpetua para los asesinos de Verónica Fernanda Ruíz.
La jovencita, de 16 años, salió de su casa situada en el barrio Ferroviario, en la localidad de Salvador Mazza, el sábado 26 de enero de 2008, alrededor de las 17, para comprar repuestos que le había encargado su padre, Raúl, empleado municipal, quien se encontraba reparando un vehículo de su propiedad. La chica tomó el dinero y se fue. Nadie imaginó que jamás regresaría. A las 20 y debido a la tardanza, sus padres salieron a buscarla, pero ella ni siquiera había llegado al negocio. Su padre radicó la denuncia en la comisaría de la localidad.
Desde ese momento se iniciaron procedimientos policiales para dar con el paradero de la adolescente, todos con resultado negativo. Su fotografía fue distribuida por todo el departamento San Martín, en San José de Pocitos y en Yacuiba (Bolivia).

Su ropa, al costado de las vías

La preocupación y alarma se incrementaron cuando los investigadores encontraron el 1º de febrero, al costado de las vías del ferrocarril, detrás de un boliche bailable, en inmediaciones del acceso sur de la localidad, una pollera de jean azul y una musculosa clara. La ropa fue reconocida por la madre de la chica como pertenecientes a la menor.
Doce días después, el 13 de febrero, obreros que desmalezaban la zona, descubrieron a 200 metros del lugar donde había sido hallada la ropa, en un pozo de un metro de profundidad, el cadáver de la joven en estado de descomposición. Fue reconocido por una cicatriz en una de sus piernas.
Fernanda Ruiz sufrió lo indecible antes de morir, según lo revelado por la autopsia. Fue violada sin piedad, torturada con sadismo y asesinada salvajemente: le seccionaron el cuello. Luego arrojaron sus despojos en el pozo ciego.

Eran conocidos suyos

Los asesinos no eran desconocidos ni para la infortunada víctima ni para sus parientes, ya que vivían en el mismo barrio Ferroviario y la conocían desde que había nacido. Incluso jugaban al fútbol con algunos de sus tíos. Uno de ellos, Julio Miguel Caucota, remisero, con antecedentes por abuso sexual quien permanece prófugo y habría huido a Bolivia, la abordó y la secuestró introduciendola en un vehículo, a plena luz del día, para luego llevarla a una casilla precaria donde aguardaban Julio César Romero, Héctor Adolfo Montes, Miguel “Rata” Tárraga y Guillermo Antonio Altamirano.
En sus declaraciones, dos de los imputados narraron con lujo de detalles los horrores a los que fue sometida la chica. Contaron que fue golpeada con salvajismo, violada reiteradamente mientras sangraba profusamente y eviscerada en vida. Además fue trasladada en el vehículo -un Renault 12- en una especie de paseo maldito por el pueblo. Y que incluso -en otro de los repugnantes actos de sadismo cometidos en su contra-, pasaron frente a la casa de ella y le hicieron mirar el lugar, pero le taparon la boca.

El juicio

El 8 de setiembre de 2011, la Cámara del Crimen de Tartagal, integrada por los magistrados Sandra Bonari, Miguel Chedha y Azucena Vásquez, condenaron a reclusión perpetua a Romero, Montes, Tárraga y Altamirano por el homicidio triplemente calificado de la joven. Quedaron en libertad y absueltos de culpa y cargo otros dos acusados: Daniel Víctor Cejas y Rodrigo Adolfo Segundo. En tanto, se espera que sea atrapado Julio Miguel Caucota.
Los familiares de Ruiz están disconformes con el fallo, ya que aseguran que Cejas y Segundo también participaron del crimen. Sin embargo, la última semana, la Justicia confirmó las condenas y absoluciones.

El juicio: cuatro condenas perpetuas y dos absoluciones

Momentos de profunda consternación se vivieron en los Tribunales cuando los familiares de la adolescente escucharon la lectura del fallo que absolvía a dos de los acusados. Éstos, durante la instrucción a cargo en ese entonces del juez penal Ricardo Martoccia, habían reconocido su participación en el crimen, aunque tres meses después denunciaron apremios ilegales por parte de policías para que se autoincriminaran. 

La Corte de Justicia de Salta confirmó el martes pasado la condena a prisión perpetua impuesta por la Cámara en lo Criminal de Tartagal a Romero, Montes, Tárraga y Altamirano por homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas, en perjuicio de Fernanda Ruiz y la absolución de Cejas y Segundo.
También hizo una revisión integral de la condena en función de dos recursos de casación y de inconstitucionalidad presentados por la defensa de los imputados y atendió una casación interpuesta por la parte querellante. En los tres casos, convalidó la sentencia de primera instancia. En el caso específico del recurso de casación presentado por la querella contra la absolución de Segundo y Cejas la Corte sostuvo que “la Cámara ha efectuado una valoración particularizada de los datos de acreditación pertinentes, arribando a la conclusión de insuficiencia de prueba de cargo, de acuerdo a las reglas de la sana crítica racional en ambas opciones absolutorias”.

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