“Cuando se habla de Cafayate, se habla de un vino de calidad”, señalan blogs, revistas, profesionales y bebedores de buen vino. Y es cierto: en estos últimos años una importante inversión se hizo evidente en la región, logrando productos de alta competitividad nacional e internacional. Pero sobre todo se nota en el momento de la elección del público exigente, cuya tendencia se mantiene en el tiempo.
Una de las bodegas más importantes de Cafayate, entre grandes, medianas, pequeñas y familiares, se encuentra El Esteco, que actualmente se extiende sobre 473 hectáreas plantadas, convirtiéndose en la finca de su tipo más grande de Salta.
En una región a 1.700 metros sobre el nivel del mar, esta bodega eligió variedades como el malbec, predominante en la zona, -varias plantaciones son nuevas, del 2011 y 2012-, torrontés, tannath, cavernet sauvignon y otras variedades para sus parras. Siendo el Altimus el vino selección de la bodega; un corte de autor hecho con las mejores uvas de su cosecha anual y de sus cuarteles con parrales más antiguos. Un vino que, año a año, los enólogos de la bodega, según su inspiración, van cambiando.
Como otras bodegas antiguas, El Esteco abre sus puertas al turismo para mostrar cómo se concibe, desde la semilla, un vino de alta gama. Es que se trata de uno de los ejemplos de la aplicación de las nuevas tendencias en torno al vino. Pero también de una pausada tradición que hace de Cafayate una marca registrada en el mundo, un estilo donde el paisaje es lo fundamental.
Este es uno de los puntos más buscados por los consumidores de vinos de alta gama, donde el valor de lo que se bebe en realidad está ubicado en la identidad. “A los vinos de Santa María, una de las localidades calchaquíes de Catamarca, se le siente, apenas se abre una botella, todo el aroma del campo. En Cafayate o San Carlos, sucede algo parecido con los ajíes y los pimientos”, señala por su parte el enólogo José Luis Mounier.
La expresión de la Naturaleza calchaquí
El relieve topográfico de Cafayate está bien diferenciado en zonas con un suelo llamado “franco arenoso” y otros con suelo pedregoso. En definitiva se trata de un buen suelo para que la raíz llegue a lo profundo, donde se encuentran capas de limo y humedad. La constitución arenosa predispone una buena penetración de la humedad que luego desarrollará plantas fuertes y longevas.
El suelo se compone con un 13% de limo 13% y un 70% de arcillas. También encontramos predominantemente a la mica, partículas brillantes que pueden contener hierro. “Son partículas plateadas y doradas, por lo que decimos que recibimos sol de dos fuentes: directa e indirecta reflexión de las micas”, dice el agrónomo Francisco Tellechea.
El agua con las que se riegan viñedos llega de sus fuentes más puras: el deshielo de los Andes. Luego en general las bodegas riegan de forma tradicional o por goteo.
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“Cuando se habla de Cafayate, se habla de un vino de calidad”, señalan blogs, revistas, profesionales y bebedores de buen vino. Y es cierto: en estos últimos años una importante inversión se hizo evidente en la región, logrando productos de alta competitividad nacional e internacional. Pero sobre todo se nota en el momento de la elección del público exigente, cuya tendencia se mantiene en el tiempo.
Una de las bodegas más importantes de Cafayate, entre grandes, medianas, pequeñas y familiares, se encuentra El Esteco, que actualmente se extiende sobre 473 hectáreas plantadas, convirtiéndose en la finca de su tipo más grande de Salta.
En una región a 1.700 metros sobre el nivel del mar, esta bodega eligió variedades como el malbec, predominante en la zona, -varias plantaciones son nuevas, del 2011 y 2012-, torrontés, tannath, cavernet sauvignon y otras variedades para sus parras. Siendo el Altimus el vino selección de la bodega; un corte de autor hecho con las mejores uvas de su cosecha anual y de sus cuarteles con parrales más antiguos. Un vino que, año a año, los enólogos de la bodega, según su inspiración, van cambiando.
Como otras bodegas antiguas, El Esteco abre sus puertas al turismo para mostrar cómo se concibe, desde la semilla, un vino de alta gama. Es que se trata de uno de los ejemplos de la aplicación de las nuevas tendencias en torno al vino. Pero también de una pausada tradición que hace de Cafayate una marca registrada en el mundo, un estilo donde el paisaje es lo fundamental.
Este es uno de los puntos más buscados por los consumidores de vinos de alta gama, donde el valor de lo que se bebe en realidad está ubicado en la identidad. “A los vinos de Santa María, una de las localidades calchaquíes de Catamarca, se le siente, apenas se abre una botella, todo el aroma del campo. En Cafayate o San Carlos, sucede algo parecido con los ajíes y los pimientos”, señala por su parte el enólogo José Luis Mounier.
La expresión de la Naturaleza calchaquí
El relieve topográfico de Cafayate está bien diferenciado en zonas con un suelo llamado “franco arenoso” y otros con suelo pedregoso. En definitiva se trata de un buen suelo para que la raíz llegue a lo profundo, donde se encuentran capas de limo y humedad. La constitución arenosa predispone una buena penetración de la humedad que luego desarrollará plantas fuertes y longevas.
El suelo se compone con un 13% de limo 13% y un 70% de arcillas. También encontramos predominantemente a la mica, partículas brillantes que pueden contener hierro. “Son partículas plateadas y doradas, por lo que decimos que recibimos sol de dos fuentes: directa e indirecta reflexión de las micas”, dice el agrónomo Francisco Tellechea.
El agua con las que se riegan viñedos llega de sus fuentes más puras: el deshielo de los Andes. Luego en general las bodegas riegan de forma tradicional o por goteo.