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“Mientras haya carreras, siempre habrá un Velata”

Lunes, 09 de septiembre de 2013 03:50

El apellido Velata tiene una rica historia en el automovilismo salteño, con una generación que logró campeonatos en años en que la categoría TC del NOA vivía su esplendor. Otra generación comienza a forjar su propia historia sin sacar provecho del apellido, sino por la capacidad de manejo que los puso en lo más alto. Una generación está marcada por los grandes éxitos que logró Rubén Velata, o Popy para quienes mejor lo conocen; la otra tiene a su hijo César como nueva cara, pero con la misma pasión por el automovilismo.

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El apellido Velata tiene una rica historia en el automovilismo salteño, con una generación que logró campeonatos en años en que la categoría TC del NOA vivía su esplendor. Otra generación comienza a forjar su propia historia sin sacar provecho del apellido, sino por la capacidad de manejo que los puso en lo más alto. Una generación está marcada por los grandes éxitos que logró Rubén Velata, o Popy para quienes mejor lo conocen; la otra tiene a su hijo César como nueva cara, pero con la misma pasión por el automovilismo.

César fue cultivando el amor por los “fierros” en la cotidianidad de vivir el deporte desde muy chico y del protagonismo que asumieron los Velata en el Zonal del NOA. Popy aún sigue corriendo, pero no tan a menudo como lo hacía entre 1990 y el 2005; cuando puede y el tiempo se lo permite se sube a cualquier unidad para pisar el acelerador a fondo en el autódromo Martín Miguel de Gemes. Gran parte del tiempo se la pasa viajando de un lado para el otro del país trasladando algunos de los autos del Top Race, tarea en la que también está involucrado César.

Hace un par de semanas César ganó su primera carrera en el TC y su padre, desde boxes, observó atentó la competencia de principio a fin y explotó de orgullo al ver a su hijo en lo más alto del podio.

“Tenemos mucha pasión por el automovilismo y mucho más por el TC del NOA. Con el Top Race nos toca recorrer entre 15.000 y 20.000 kilómetros en dos semanas, César en un camión y yo en otro; cuando hay carreras en Salta dejamos todo y nos venimos porque nuestra intención es que la categoría no se caiga”, señaló el Popy.

César creció entre tuercas. Su destino no podía ser otro, estaba “cantado” que iba a seguir los pasos de su padre y convertirse en corredor. Tuvo como maestro a uno de los más ganadores en la historia del TC salteño. “Fui copiloto de mi padre en los dos primeros títulos que ganó en el TC y esas son carreras inolvidables. Después mi primo Leonel me prestó un Fiat 128 y ya me largue por mi cuenta. Más tarde competí en la Copa Fiesta, que fue mi primera categoría a nivel nacional y salí tercero; años más tarde mi viejo me prestó el auto, que tenía una potencia muy distinta a todos los autos que había utilizado hasta ese momento”, relató César tras un alto que hizo en el taller donde atiende el Ford que le dio su primer triunfo en el TC.

“Siempre que haya carreras en Salta habrá un Velata presente, eso lo pueden dar por seguro”, señaló Rubén. Padre e hijo están envueltos en la pasión por los autos. No les sobra nada, viven con lo justo y afrontan los costos que el deporte precisa con mucho sacrificio.

Rubén fue campeón del TC en cuatro ocasiones. Los primeros dos campeonatos se dieron en 1995 y 1996 y los otros dos los sumó en 2004 y 2005.

Mucho ha cambiado el automovilismo desde los años en que Popy Velata ganaba campeonatos; ahora es el turno de César de tomar la posta en el automovilismo salteño, pero sin importar los cambios, ambos mantienen la pasión que marca la escencia del deporte motor.

 

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