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Los obispos no dejaron títere con cabeza

Miércoles, 14 de mayo de 2014 02:04

La interpelación que le hizo la Iglesia a toda la sociedad a través de un crudo documento que detalló los males de la hora fue tomada por el kirchnerismo como un ataque opositor al gobierno nacional. La Conferencia Episcopal Argentina realizó un riguroso inventario de las muchas formas de violencia que viene padeciendo la sociedad, de la pobreza, la inseguridad, el aumento notable de los delitos, la incidencia de la droga, el desvío de fondos de la corrupción, la lentitud de la Justicia, el desapego a la Ley, el papel de los medios de comunicación y la necesidad de diálogo para buscar consensos y de formular un “compromiso por la verdad”. Y en ese detalle, los obispos plantearon no sólo la responsabilidad de los dirigentes, sino que hicieron un foco relevante en la aceptación pasiva de los ciudadanos que, metidos en su individualismo ("todos estamos involucrados en primera persona", dijeron), hacen como que no ven algunas situaciones de violencia y luego lloran los hechos cuando les tocan de cerca. El escrito eclesial trituró puntillosamente el relato de la "década ganada". Los referentes más duros del kirchnerismo salieron a cambiar el eje de las críticas, removiendo el pasado para no hablar del presente y saliendo del paso con referencias laterales, antes que con una refutación directa. Para la discusión K no importa si lo que se dice es cierto o no, ya que lo que interesa es meter rápido otra idea diferente en la cabeza de la gente. La militancia hasta llegó a decir que el Episcopado copió la agenda mediática para hacer sus críticas, como si la institución no dispusiera de una formidable red de trabajo de campo a través de sus parroquias y sacerdotes, que le permite pulsar la realidad y saber antes que los medios qué cosas pasan en cada comunidad.

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La interpelación que le hizo la Iglesia a toda la sociedad a través de un crudo documento que detalló los males de la hora fue tomada por el kirchnerismo como un ataque opositor al gobierno nacional. La Conferencia Episcopal Argentina realizó un riguroso inventario de las muchas formas de violencia que viene padeciendo la sociedad, de la pobreza, la inseguridad, el aumento notable de los delitos, la incidencia de la droga, el desvío de fondos de la corrupción, la lentitud de la Justicia, el desapego a la Ley, el papel de los medios de comunicación y la necesidad de diálogo para buscar consensos y de formular un “compromiso por la verdad”. Y en ese detalle, los obispos plantearon no sólo la responsabilidad de los dirigentes, sino que hicieron un foco relevante en la aceptación pasiva de los ciudadanos que, metidos en su individualismo ("todos estamos involucrados en primera persona", dijeron), hacen como que no ven algunas situaciones de violencia y luego lloran los hechos cuando les tocan de cerca. El escrito eclesial trituró puntillosamente el relato de la "década ganada". Los referentes más duros del kirchnerismo salieron a cambiar el eje de las críticas, removiendo el pasado para no hablar del presente y saliendo del paso con referencias laterales, antes que con una refutación directa. Para la discusión K no importa si lo que se dice es cierto o no, ya que lo que interesa es meter rápido otra idea diferente en la cabeza de la gente. La militancia hasta llegó a decir que el Episcopado copió la agenda mediática para hacer sus críticas, como si la institución no dispusiera de una formidable red de trabajo de campo a través de sus parroquias y sacerdotes, que le permite pulsar la realidad y saber antes que los medios qué cosas pasan en cada comunidad.

La declaración episcopal se centró este vez no sólo en la descripción de las aberrantes secuelas que le quitan dignidad a la persona humana (violencia, drogas, bullying, etc.), sino también en algunas de las causas del abandono de los deberes del Estado (corrupción, falta de diálogo, agresividad, manipulación y lentitud de la Justicia, etc.) que se juzga como caldo de cultivo de todo lo demás. La explosión del escrito tuvo mucho más relevancia, porque desacomodó a toda la clase dirigente que se ha mostrado por estos días con deseos de discutir sólo las cosas que les interesan a ellos, mientras la vida real se desliza por otros tópicos mucho menos confortables, a los que sólo parece que se atienden cuando llegan las elecciones.

Más allá de los destinatarios más visibles, hay en el documento de la Iglesia otras apelaciones dramáticas dirigidas a la conciencia de las personas, como por ejemplo a torcer la creciente insensibilidad que cruza a la sociedad que se desentiende de los males cotidianos como la desnutrición infantil, gente durmiendo en la calle, el hacinamiento y el abuso, la violencia doméstica, el abandono del sistema educativo, las peleas entre barrabravas “a veces ligados a dirigentes políticos y sociales”, los chicos limpiando los parabrisas de los autos, los migrantes no acogidos, etc.

“Son violencia las situaciones de exclusión social, de privación de oportunidades, de hambre y de marginación, de precariedad laboral, de empobrecimiento estructural de muchos, que contrasta con la insultante ostentación de riqueza de parte de otros”, detalla el documento.

Los obispos no dejaron títere con cabeza y le hablaron a todos, gobernantes y gobernados, con la voz de los que tienen “miedo al entrar o salir de casa, o temen dejarla sola, o están intranquilos esperando el regreso de los hijos de estudiar o trabajar”, con frases que explotan en la conciencia de quienes quieran oír: “muchos niños y adolescentes crecen solos y en la calle provocando el debilitamiento de los vínculos sociales...; muchos jóvenes ni estudian ni trabajan...”

Como de algo no se puede caracterizar a los obispos es de ingenuidad, bien vale la pena enlazar dos frases extraídas del documento, ya que deben haber hecho mucho ruido y generado paranoia en el entorno presidencial: “Con frecuencia en nuestro país se promueve una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad” y “no nos ayuda culpar a los demás. Para lograr una sociedad en paz cada uno está llamado a sanar sus propias violencias”. Al que le quepa el sayo que se lo ponga.

 

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