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Se dice que todo ser humano es único y ejemplo de ello es su personalidad, pero, ¿cómo ésta puede influir en el desarrollo o establecimiento de una relación emocional?
El impacto de la personalidad es tan fuerte que de acuerdo a un estudio de la Washington University, en EEUU, ésta puede alterar la estructura de algunas áreas del cerebro.
Hay tres modos de relacionarse con los otros, con base a nuestro tipo de personalidad.
Un modo es el de las interacciones evocativas: Tú provocas las respuestas de los demás. Por ejemplo si te “pones de tapete” provocas que te pisen. Si te presentas con mucha debilidad ante el otro, ese otro abusa de ti. El modo de comportarte con los demás les despierta cierto modo de tratarte. Esto se da especialmente cuando sientes que los demás abusan de ti con frecuencia.
Otro modo no saludable es el de las interacciones reactivas: Estás a la defensiva. Todo lo que el otro hace provoca que tú te comportes agresivamente, a la defensiva. Interpretas ataques a tu persona en donde no los hay. Crees que el otro quiere siempre lastimarte o molestarte cuando no es así, o muchas veces no es así.
El modo saludable de interactuar es el modo proactivo: Buscas relaciones e interacciones compatibles con tu modo de ser, no “inventas” que te quieren agredir ni tampoco propicias que abusen de ti. Estás abierto al otro y según lo que haces vas recibiendo respuestas favorables o simplemente comunicas lo que no te gusta de modo asertivo.