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Ni el fondo sojero reemplaza la necesidad de “fondos frescos”

Viernes, 27 de junio de 2014 02:19

La noticia de que el fondo sojero (FFS) dejó 1.000 millones para las provincias aumentando un 119% en comparación con junio de 2013 llegó como un canto de sirena para los mandatarios provinciales, aunque la alegría fue breve, tan cortas como las vacaciones del juez Thomas Griesa. Al mandatario no le preocupa ni el mundial de fútbol, ni que Argentina transita un terreno de inequidad permanente que se destaca más en el interior de un país, absolutamente centralista. A diferencia de la Nación, que es asistida por el Banco Central y se ve beneficiada por el efecto de la devaluación en los recursos del comercio exterior, las provincias no pueden emitir para financiar su déficit. Y esa es la mayor preocupación.

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La noticia de que el fondo sojero (FFS) dejó 1.000 millones para las provincias aumentando un 119% en comparación con junio de 2013 llegó como un canto de sirena para los mandatarios provinciales, aunque la alegría fue breve, tan cortas como las vacaciones del juez Thomas Griesa. Al mandatario no le preocupa ni el mundial de fútbol, ni que Argentina transita un terreno de inequidad permanente que se destaca más en el interior de un país, absolutamente centralista. A diferencia de la Nación, que es asistida por el Banco Central y se ve beneficiada por el efecto de la devaluación en los recursos del comercio exterior, las provincias no pueden emitir para financiar su déficit. Y esa es la mayor preocupación.

El mandatario estadounidense, por el momento dueño de nuestro futuro, solo está molesto porque le interrumpieron las vacaciones. Porque de unas apacibles jornadas familiares pasó a escuchar pedidos y promesas, de un país que en los últimos tiempos se caracterizó por los incumplimientos.

En el otro extremo del continente, los gobernadores -aunque muchos no lo dicen- transitan un escenario de desencanto y frustraciones ante el eventual default.

Ayer, en un clima con reiteración de sucesos, la Argentina depositó como por arte de magia más de US$ 1.000 millones, tratando de recuperar la credibilidad en un mundo financiero, que a pesar de todo sigue desconfiando.

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