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Escándalo capitalino en el Concejo Deliberante

Domingo, 08 de junio de 2014 01:52

En los comicios del 7 de julio de 1963 fueron electos en nuestra ciudad (y en todo el país), los primeros concejales peronistas luego de 1955. Eran Abraham Rallé, Agustín Pérez y David Schiaffino, tres en un cuerpo de nueve miembros. Al principio la convivencia fue áspera; los rencores, los resentimientos y el revanchismo estaba a flor de piel. Y para colmo, los peronistas en ese cuerpo se las tenían que ver con cinco ediles del MFD, liderado por el exgobernador peronista Ricardo Durand, y con un radical muy identificado aún con la Revolución Libertadora. En ese clima políticamente tenso, llegó junio de 1964, un mes en el cual el peronismo tenía tres días claves por recordar: el 4 por la Revolución del ‘43; el 9 por el levantamiento cívico militar contra Aramburu y Rojas; y el 16 por el bombardeo de Plaza de Mayo. 

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En los comicios del 7 de julio de 1963 fueron electos en nuestra ciudad (y en todo el país), los primeros concejales peronistas luego de 1955. Eran Abraham Rallé, Agustín Pérez y David Schiaffino, tres en un cuerpo de nueve miembros. Al principio la convivencia fue áspera; los rencores, los resentimientos y el revanchismo estaba a flor de piel. Y para colmo, los peronistas en ese cuerpo se las tenían que ver con cinco ediles del MFD, liderado por el exgobernador peronista Ricardo Durand, y con un radical muy identificado aún con la Revolución Libertadora. En ese clima políticamente tenso, llegó junio de 1964, un mes en el cual el peronismo tenía tres días claves por recordar: el 4 por la Revolución del ‘43; el 9 por el levantamiento cívico militar contra Aramburu y Rojas; y el 16 por el bombardeo de Plaza de Mayo. 

Y así fue que en la sesión del 12 de junio, los peronistas presentaron un proyecto de ordenanza para homenajear a uno de los ejecutados por el levantamiento del 9 de junio de 1956. Querían que a una calle de la ciudad se le impusiera el nombre Coronel Ricardo Ibazeta, ejecutado por aquellos hechos (La Plata,11/06/56). Y fue don Abraham Rallé (PJ) quien abrió el fuego al solicitar que el proyecto fuese reservado para su posterior tratamiento en la sesión. Su par, Antonio Mosa (PL), fue quien plantó el primer escollo: “¿Indica calle?”, preguntó algo socarrón. Rallé respondió que eso era un asunto de Obras Públicas.

Pero Mosa insistió: “No es que me oponga pero los proyectos deben venir completitos”, chicaneó. Y ya se metió a terciar, Mariano Saravia (durandista) quien mocionó para que el proyecto peronista pasara a comisión, una forma elegante de archivarlo. Pero Rallé, que no era de arrear así nomás, insistió: “Que se trate en esta sesión, señor presidente”. Don Alberto Famá, presidente del Concejo, asintió y bien clarito dijo: “Así se hará”.

¡Para qué! El asentimiento de Famá hizo reaccionar al edil Saravia quien a voz de cuello replicó: ¡Me opongo! Que pase a comisión, caracho...”, pero don Abraham, que más que homenajear quería decir sus cosas, sacarse la bronca y gritar verdades que guardaba desde 1955, arrancó nomás: “Señor presidente, -dijo- este proyecto tiene por objeto rendir homenaje al coronel Ibazeta que fue muerto por la metralla de los llamados hombres liberadores, quienes, como el almirante Isaac Rojas, no fueron sino asesinos y cobardes. Ibazeta fue mártir de esa revolución de delincuentes. El coronel Ibazeta, no fue político, era militar de carrera y fue fusilado por el cobarde Rojas, sin juicio previo, por haber querido recuperar la libertad del país.

Por eso, señor presidente, propongo que el proyecto se reserve en secretaría y se trate hoy mismo. Además, una calle lleva el nombre de Monseñor Tavella y no hace un año que ha muerto. Pido igual tratamiento, señor presidente pues Ibazeta murió hace seis años”, concluyó. El concejal Juan Agustín Avellaneda (durandista) enfurecido le espetó: “¡Es una calumnia! Ese proyecto (de Tavella) estuvo tres meses en estudio”, a lo que Rallé respondió con sorna: “Si usted es un santulón, yo no lo soy...”.
El mote de “santulón” dejó perplejo a Avellaneda lo que sirvió para que Mosa volviera con su tema: “Debe indicar la calle, cheee”. 

Rallé lo miró fijo y preguntó: “¿Hasta cuándo va seguir con eso?”. Pero Mosa, como el cuento de la mujer piojosa, reiteró su cantinela: “¿Y la calle? gritó. Y Rallé, harto ya del reclamo callejero, soltó: “Y bueno ya que quieren una calle, que a la Alberdi le pongan Coronel Ibazeta”. 

Por un instante, el Concejo quedó en silencio mientras Rallé miraba la cara de sus pares, atónitos aún. ¡Nada menos que la Alberdi! se escuchó por ahí. Pero el primero en reaccionar fue Avellaneda. “Esto no puede ser -dijo-. Mi moción es que pase a comisión”. Famá hizo votar y por cinco a tres, el proyecto pasó a comisión, con un Rallé sin chistar. La cuestión pareció saldada pues la sesión siguió su curso aunque con los ánimos demás caldeados. 

De pronto, cuando ya el Concejo trataba otro punto, el radical Pedro Saldeño pidió la palabra para plantear una cuestión de privilegio. “El martirologio del coronel Ibazeta -dijo- no es el único, hay muchos mártires en la historia del país y esto lo acepto, pero lo que no acepto son los calificativos de cobarde a los hombres de la revolución. Cobarde fueron los que huyeron luego de haber sumido al país en la ignominia de una dictadura y no supieron afrontar su responsabilidad ante quienes sacaron al país de la vergüenza y del despilfarro. Tengo sentido popular y el concejal Rallé es más papista que el Papa”, remató el radical, quien de inmediato arremetió contra Rallé lanzándole acusaciones personales y agravios irreproducibles rechazadas de plano por el edil peronista. Finalmente Saldeño se paró y dijo: “Me retiro, no puedo soportar a este tipo...”. Rallé hizo lo mismo y al acercarse amenazante a Saldeño, este lo recibió con un cachetazo. Pese a su inferior altura, Rallé se fue al humo con la intención de dar golpe por golpe, pero sus pares intervinieron. 

De inmediato el cuerpo pasó a cuarto intermedio, mientras el presidente Famá convocaba a una reunión en su oficina. Al reanudarse la sesión, Famá anunció que una comisión presidida por él e integrada por Mosa y Avellaneda, “estudiaría el proceder de ambos concejales y luego aconsejaría sanciones a tomar”. El veredicto era cantado.

“Justa” sentencia 

Finalmente el martes 23 de junio la comisión dio a conocer su “ecuánime” sentencia: concejal Abraham Rallé: 30 días de suspención sin haberes y don Pedro Saldeño, 5 días de suspensión sin haberes. Sin duda, esa sanción fue el precio que don Abraham Rallé pagó por haberse dado el gusto de decirle a Isaac Rojas, desde su humilde pupitre, lo que guardaba desde hacía mucho     tiempo. En fin, gustos son gustos. 

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