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Aquellos tiempos en que Robert de Niro decidió trabajar como taxista

Lunes, 14 de julio de 2014 01:43

En 1974 ganó el primer premio  Oscar, como actor de reparto, por su  participación en “El padrino II”. Un  año después -a los 33 de edad- comenzó a prepararse para actuar en el  que sería uno de sus más recordados  protagónicos, por el que fue nominado para las estatuillas de la Academia: “Taxi driver”, dirigido por  Martin Scorsese en 1976. 

El filme está ambientado en Nueva  York, poco después de que terminara la guerra de Vietnam y Robert De  Niro interpreta a Travis Bickle, un  excombatiente solitario y mentalmente inestable que comienza a trabajar como taxista, incorporándose a  la turbia vida nocturna de la ciudad.

Para involucrarse acabadamente  en ese complicado rol, el actor tuvo  que recorrer la nocturnidad neoyorquina, en los barrios más riesgosos.  Lo hizo con un taxi, como si verdaderamente fuera su trabajo, para lo  cual debió sacar una licencia de conducir.

Hace pocos días se difundió ese  documento que hoy, casi cuarenta  años después, confirma el trabajo  previo del actor y pone en claro una  vez más la seriedad y responsabilidad  con la que De Niro toma su trabajo.

Para encarnar al mentalmente  inestable taxista Travis Bickle, De  Niro no sólo recorrió los lugares que  frecuentaban los taxistas sino además tramitó en la Gran Manzana su  licencia de conductor público, la cual  actualmente se conserva en el Harry  Ramson Center de la Universidad de  Austin, Texas.

El documento, expedido a nombre  de Robert A. De Niro (la A es de Anthony), deja constancia de que tiene  permiso para conducir un taxi hasta  el 31 de mayo de 1976, año en que se  estrenó la película escrita por Paul  Schrader.

En el libro “The films of Martin  Scorsese and Robert De Niro”, de  Andrew J. Rausch, se incluye una divertida anécdota de las jornadas viales que pasó el actor neoyorquino al  volante en las calles de la Urbe de  Hierro.

Robert al volante

Formado en las técnicas del Método (escuela creada por Konstantin  Stanislavski que ayuda a los intérpretes a canalizar sus emociones y  propugna que se identifiquen con  sus personajes), el ganador de dos  Oscar no dudó en conducir un taxi  para preparar su rol.

La licencia deja constancia de que  el titular tenía permiso para conducir un taxi hasta el 31 de mayo de  1976 (año en que se estrenó la película). Su compañero de reparto Robert Boyle explicó que, inmerso en el  rodaje de “Novecento” en Roma, De  Niro volaba los viernes a Nueva  York para practicar durante varios  fines de semana, ya con la licencia  habilitante.

El libro “The films of Martin Scorsese and Robert De Niro”, de Andrew J. Rausch, recoge una divertida  anécdota de las jornadas que pasó el  actor al volante. Un pasajero, también intérprete, le reconoció y comentó con tristeza: “Bueno, eso es  actuar. ­Un año el Oscar, y el siguiente conduces un taxi!”.

Para convertirse en Travis Bickle  también visitó los lugares que frecuentaban los taxistas y, por supuesto, perdió una considerable cantidad  de peso. Algo habitual para quien  cinceló su cuerpo y engordó bruscamente para “Toro salvaje”.

El Harry Ransom Center de Austin donde ser conserva la licencia de  De Niro, alberga un buen puñado  de tesoros que harían las delicias de  cualquier cinéfilo. En el caso del actor neoyorquino figuran también  guiones plagados de anotaciones,  cartas, trajes, fotografías, cintas de  vídeo.

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En 1974 ganó el primer premio  Oscar, como actor de reparto, por su  participación en “El padrino II”. Un  año después -a los 33 de edad- comenzó a prepararse para actuar en el  que sería uno de sus más recordados  protagónicos, por el que fue nominado para las estatuillas de la Academia: “Taxi driver”, dirigido por  Martin Scorsese en 1976. 

El filme está ambientado en Nueva  York, poco después de que terminara la guerra de Vietnam y Robert De  Niro interpreta a Travis Bickle, un  excombatiente solitario y mentalmente inestable que comienza a trabajar como taxista, incorporándose a  la turbia vida nocturna de la ciudad.

Para involucrarse acabadamente  en ese complicado rol, el actor tuvo  que recorrer la nocturnidad neoyorquina, en los barrios más riesgosos.  Lo hizo con un taxi, como si verdaderamente fuera su trabajo, para lo  cual debió sacar una licencia de conducir.

Hace pocos días se difundió ese  documento que hoy, casi cuarenta  años después, confirma el trabajo  previo del actor y pone en claro una  vez más la seriedad y responsabilidad  con la que De Niro toma su trabajo.

Para encarnar al mentalmente  inestable taxista Travis Bickle, De  Niro no sólo recorrió los lugares que  frecuentaban los taxistas sino además tramitó en la Gran Manzana su  licencia de conductor público, la cual  actualmente se conserva en el Harry  Ramson Center de la Universidad de  Austin, Texas.

El documento, expedido a nombre  de Robert A. De Niro (la A es de Anthony), deja constancia de que tiene  permiso para conducir un taxi hasta  el 31 de mayo de 1976, año en que se  estrenó la película escrita por Paul  Schrader.

En el libro “The films of Martin  Scorsese and Robert De Niro”, de  Andrew J. Rausch, se incluye una divertida anécdota de las jornadas viales que pasó el actor neoyorquino al  volante en las calles de la Urbe de  Hierro.

Robert al volante

Formado en las técnicas del Método (escuela creada por Konstantin  Stanislavski que ayuda a los intérpretes a canalizar sus emociones y  propugna que se identifiquen con  sus personajes), el ganador de dos  Oscar no dudó en conducir un taxi  para preparar su rol.

La licencia deja constancia de que  el titular tenía permiso para conducir un taxi hasta el 31 de mayo de  1976 (año en que se estrenó la película). Su compañero de reparto Robert Boyle explicó que, inmerso en el  rodaje de “Novecento” en Roma, De  Niro volaba los viernes a Nueva  York para practicar durante varios  fines de semana, ya con la licencia  habilitante.

El libro “The films of Martin Scorsese and Robert De Niro”, de Andrew J. Rausch, recoge una divertida  anécdota de las jornadas que pasó el  actor al volante. Un pasajero, también intérprete, le reconoció y comentó con tristeza: “Bueno, eso es  actuar. ­Un año el Oscar, y el siguiente conduces un taxi!”.

Para convertirse en Travis Bickle  también visitó los lugares que frecuentaban los taxistas y, por supuesto, perdió una considerable cantidad  de peso. Algo habitual para quien  cinceló su cuerpo y engordó bruscamente para “Toro salvaje”.

El Harry Ransom Center de Austin donde ser conserva la licencia de  De Niro, alberga un buen puñado  de tesoros que harían las delicias de  cualquier cinéfilo. En el caso del actor neoyorquino figuran también  guiones plagados de anotaciones,  cartas, trajes, fotografías, cintas de  vídeo.

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