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Fontanarrosa, por siempre

Sabado, 19 de julio de 2014 00:33
"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí", dijo alguna vez Roberto "El negro" Fontanarrosa, enorme talento rosarino que el 17 de julio de 2007, con 63 años, se fue con su humor a otra parte. Quedó su grandiosa obra, su derroche de bonhomía, la impronta de su talento, la gratitud de todos quienes pudimos disfrutar de su ingenio y su legado para los que vinieron después.

Gran escritor, dibujante y humorista, creador de notables personajes como "Inodoro Pereyra" y "Boogie el aceitoso", fue autor de cuentos y novelas de rara calidad, entre los que cabe mencionar "El mundo ha
vivido equivocado",

"No sé si he sido claro", "Best seller", "El mayor de mis defectos", "El área 18", "Los trenes matan a los autos", "La gansada", "La mesa de los galanes" y "El rey de la milonga", entre otros. Gran parte de la enorme cantidad de chistes que publicó en diversos medios del país han sido recopilados en los volúmenes "¿Quién es Fontanarrosa?", "Fontanarrisa", "El sexo de Fontanarrosa", "Fontanarrosa contra la cultura", "El futbol es sagrado", "Fontanarrosa de penal", etc.

Había nacido el 26 de noviembre de 1944 en Rosario, ciudad en la que residió toda su vida.

Los comienzos

Su carrera comenzó como dibujante humorístico, destacándose rápidamente por su calidad y por la rapidez y seguridad con que ejecutaba sus dibujos. Estas cualidades hicieron que su producción gráfica fuera copiosa. Entre sus personajes más conocidos están el matón "Boogie el aceitoso" y el gaucho "Inodoro Pereyra" (con su perro Mendieta).

Su fama trascendió las fronteras de Argentina. Por ejemplo, "Boogie, el aceitoso" empezó a publicarse en un diario de Colombia y en México.

Se le conocía su gusto por el fútbol, deporte al cual le dedicó varias de sus obras. El cuento "19 de diciembre de 1971" es un clásico de la literatura futbolística argentina. Como buen futbolero siempre mostró su simpatía por el equipo al que seguía desde pequeño, Rosario Central.


"Era un tipo muy generoso, risueño, querible"

Gustavo Flores (Guflo), reconocido humorista y caricaturista salteño, recordó así al Negro Fontanarrosa: "Corría el año 1990. Un grupo de jóvenes dibujantes, guionistas, fotógrafos y periodistas emprendimos la aventura de hacer una revista de humor local. "Salta La Risa" la bautizamos. Convocamos a los creadores locales y luego empezamos a buscar apoyo de los dibujantes del resto del país. A los días, nos llegó un sobre grande por correo con el matasellos de la ciudad de Rosario de Santa Fe, con un montón de dibujos del primer colaborador que no era de salteño. Se trataba, nada más ni nada menos que de Roberto Fontanarrosa. Con la humildad de los grandes, se puso a disposición de manera incondicional y sin cobrarnos un peso.

Palabras más, palabras menos, nos decía "Yo les mando los dibujos muchachos, ustedes dispongan de ellos como les parezca, éxitos con la revista" y así continuó colaborándonos durante años, mientras se publicó la revista.

Mucho tiempo después, tuve la oportunidad de agradecerle personalmente su apoyo, cuando nos encontramos en la ciudad de Rosario. Fuimos al mítico café "El Cairo", donde todavía se junta "la mesa de los galanes". Hablamos mucho, muchísmo y me permitió grabar la charla, me contó sobre su método de trabajo y todos los secretos del oficio del humorista gráfico. Me dijo que a él le gustaría poder hacer chistes geniales, pero que como a no le salían remates muy graciosos al final de las historietas, se defendía haciendo chistes mediocres en cada cuadro. Era muy modesto, por supuesto, la realidad es que cada una de las viñetas era una genialidad en sí misma, en el dibujo y en el guión.

Lo recuerdo como un tipo muy generoso, sencillo, amable, entusiasta, risueño, querible. Se llevaba bien con todo el mundo. Un gran amigo.

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"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí", dijo alguna vez Roberto "El negro" Fontanarrosa, enorme talento rosarino que el 17 de julio de 2007, con 63 años, se fue con su humor a otra parte. Quedó su grandiosa obra, su derroche de bonhomía, la impronta de su talento, la gratitud de todos quienes pudimos disfrutar de su ingenio y su legado para los que vinieron después.

Gran escritor, dibujante y humorista, creador de notables personajes como "Inodoro Pereyra" y "Boogie el aceitoso", fue autor de cuentos y novelas de rara calidad, entre los que cabe mencionar "El mundo ha
vivido equivocado",

"No sé si he sido claro", "Best seller", "El mayor de mis defectos", "El área 18", "Los trenes matan a los autos", "La gansada", "La mesa de los galanes" y "El rey de la milonga", entre otros. Gran parte de la enorme cantidad de chistes que publicó en diversos medios del país han sido recopilados en los volúmenes "¿Quién es Fontanarrosa?", "Fontanarrisa", "El sexo de Fontanarrosa", "Fontanarrosa contra la cultura", "El futbol es sagrado", "Fontanarrosa de penal", etc.

Había nacido el 26 de noviembre de 1944 en Rosario, ciudad en la que residió toda su vida.

Los comienzos

Su carrera comenzó como dibujante humorístico, destacándose rápidamente por su calidad y por la rapidez y seguridad con que ejecutaba sus dibujos. Estas cualidades hicieron que su producción gráfica fuera copiosa. Entre sus personajes más conocidos están el matón "Boogie el aceitoso" y el gaucho "Inodoro Pereyra" (con su perro Mendieta).

Su fama trascendió las fronteras de Argentina. Por ejemplo, "Boogie, el aceitoso" empezó a publicarse en un diario de Colombia y en México.

Se le conocía su gusto por el fútbol, deporte al cual le dedicó varias de sus obras. El cuento "19 de diciembre de 1971" es un clásico de la literatura futbolística argentina. Como buen futbolero siempre mostró su simpatía por el equipo al que seguía desde pequeño, Rosario Central.


"Era un tipo muy generoso, risueño, querible"

Gustavo Flores (Guflo), reconocido humorista y caricaturista salteño, recordó así al Negro Fontanarrosa: "Corría el año 1990. Un grupo de jóvenes dibujantes, guionistas, fotógrafos y periodistas emprendimos la aventura de hacer una revista de humor local. "Salta La Risa" la bautizamos. Convocamos a los creadores locales y luego empezamos a buscar apoyo de los dibujantes del resto del país. A los días, nos llegó un sobre grande por correo con el matasellos de la ciudad de Rosario de Santa Fe, con un montón de dibujos del primer colaborador que no era de salteño. Se trataba, nada más ni nada menos que de Roberto Fontanarrosa. Con la humildad de los grandes, se puso a disposición de manera incondicional y sin cobrarnos un peso.

Palabras más, palabras menos, nos decía "Yo les mando los dibujos muchachos, ustedes dispongan de ellos como les parezca, éxitos con la revista" y así continuó colaborándonos durante años, mientras se publicó la revista.

Mucho tiempo después, tuve la oportunidad de agradecerle personalmente su apoyo, cuando nos encontramos en la ciudad de Rosario. Fuimos al mítico café "El Cairo", donde todavía se junta "la mesa de los galanes". Hablamos mucho, muchísmo y me permitió grabar la charla, me contó sobre su método de trabajo y todos los secretos del oficio del humorista gráfico. Me dijo que a él le gustaría poder hacer chistes geniales, pero que como a no le salían remates muy graciosos al final de las historietas, se defendía haciendo chistes mediocres en cada cuadro. Era muy modesto, por supuesto, la realidad es que cada una de las viñetas era una genialidad en sí misma, en el dibujo y en el guión.

Lo recuerdo como un tipo muy generoso, sencillo, amable, entusiasta, risueño, querible. Se llevaba bien con todo el mundo. Un gran amigo.

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