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Manuel J. Castilla, el gozante, el de versos hondos e inolvidables

Sabado, 19 de julio de 2014 01:40
Manuel  Castilla

La poesía es un territorio infinito. Algunos hombres y mujeres potencian su fertilidad y permiten que crezcan, en sus terruños, versos hondos e inolvidables. Uno de aquellos obreros laboriosos de la palabra fue Manuel J. Castilla, aquel que se pintó el alma de norte para escribir letras de canciones enormes, algunas junto a Gustavo "Cuchi" Leguizamón y poesías que siguen latiendo.
Manuel nació un 14 de agosto, meses antes de que terminara la Primera Guerra Mundial, en 1918. Fue un hombre alegre, cultor de la llamada "literatura de la tierra" y sus personajes eran cantores, duendes, eran carnavaleros, seres gozantes y sufridos que guardaban "la azulina memoria de la infancia" entre nubes, cerros y bagualas.
Manuel se hermanó con el cielo de su norte profundo un 19 de julio de 1980, a los 61 años, cuando la democracia estaba lejos en Argentina, cuando todavía John Lennon le cantaba a la paz.
Dos amigos
El Tribuno reunió a dos poetas y amigos de Castilla para poblar la ausencia de recuerdos en este día.
El porteño Antonio Requeni explicó que Manuel Castilla "fue y sigue siendo uno de nuestros más importantes poetas. Un poeta celebrante, jocundo, identificado profundamente con su provincia y con los hombres y mujeres de su paisaje, un poeta que manejó un lenguaje de gran esplendor verbal. Castilla está dentro de la tradición lírica, de la belleza y el estado de gracia de una poesía cálida, comunicativa, lejos del intelectualismo y el hermetismo de algunos poetas de su generación"
Y agrega, sin ocultar la emoción: "Yo tuve la suerte de conocerlo, de disfrutar de su charla siempre ingeniosa, llena de humor. Y de apreciar su gran calidad humana. Estar con él era siempre una fiesta" y lo consideró "uno de los grandes poetas de la Argentina y de América".
De sus pagos
El salteño Santiago Sylvester aseguró que "Manuel es un excelente poeta y su obra tiene bastante que ver con el amor y la preocupación que tuvo él por la cultura popular".
Además, el autor, quien ha prologado y estudiado la obra de Castilla, añadió: "Ha hecho una serie de zambas con músicos que han creado una verdadera renovación del folklore en las décadas del 40 y el 50. Las zambas que existían antes eran lindas, pero un poco ingenuas, sobre todo las letras. Incluso "La López Pereyra", que es el himno provincial, tiene una letra un poco ingenua. A partir de cierto momento, entra toda una renovación de la poesía del folklore, de la mano de Jaime Dávalos, César Perdiguero y Manuel, entre otros. Luego, como poeta se ha dedicado casi obsesivamente a hablar del norte. Toda su poesía está orientada a cantar y a contar como son los árboles, las plantas, el mundo rural. De eso ha hecho toda una temática y un estilo". Sobre los versos de Castilla, Sylvester agrega: "La poesía de Manuel tiene que ver con el mito, no solo con lo real, que él toca desde el punto de vista mítico. Y en ese mito el norteño se reconoce: hay algo que está en el trasunto de la poesía de Manuel que pertenece a las consejas, a las leyendas, las conversaciones, a la vuelta del fuego y esas cosas que están terminando. La poesía de Manuel, siendo rural, sin embargo le interesa al hombre de la ciudad del norte, porque el mito norteño tiene mucho que ver con el campo. En el final, el recuerdo del colega y amigo fue: "Manuel era muy divertido, era un hombre lleno de historias y las reuniones con él eran verdaderas fiestas".
Un hombre derecho, generoso, apasionado
Ser un hombre derecho, es la principal enseñanza que Manuel les inculcó a sus hijos, Leopoldo "Teuco" y Gabriel "Huayra".
En la víspera del aniversario de la muerte física del gran y recordado poeta salteño, Teuco lo recordó con la misma humildad de siempre, sin querer opinar ni juzgar la obra de su padre por considerar que "eso es tarea de los críticos" y porque entiende que "sería poco elegante hacer ese tipo de evaluaciones".
Hoy, los Castilla harán un brindis en cada lugar donde se encuentren, por la memoria del "Barba", ese hombre que es símbolo de la cultura salteña pero que para ellos ha sido nada más ni nada menos que su papá. Y remarcó que de él aprendió que la poesía es muy seria y noble, que con ella no se estafa, que hay que respetarla y entregarle la vida. Y como corolario, Teuco describió a su padre como un hombre bueno, generoso y gran apasionado por la poesía, "a la que llegó solo y por su propia sensibilidad".
Teuco anunció que dentro de poco saldrán a la venta las obras completas, poesía y narrativa, de Manuel J. Castilla, una obra de la Cultura de la provincia, las universidades de Salta y la del Litoral y Eudeba.


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La poesía es un territorio infinito. Algunos hombres y mujeres potencian su fertilidad y permiten que crezcan, en sus terruños, versos hondos e inolvidables. Uno de aquellos obreros laboriosos de la palabra fue Manuel J. Castilla, aquel que se pintó el alma de norte para escribir letras de canciones enormes, algunas junto a Gustavo "Cuchi" Leguizamón y poesías que siguen latiendo.
Manuel nació un 14 de agosto, meses antes de que terminara la Primera Guerra Mundial, en 1918. Fue un hombre alegre, cultor de la llamada "literatura de la tierra" y sus personajes eran cantores, duendes, eran carnavaleros, seres gozantes y sufridos que guardaban "la azulina memoria de la infancia" entre nubes, cerros y bagualas.
Manuel se hermanó con el cielo de su norte profundo un 19 de julio de 1980, a los 61 años, cuando la democracia estaba lejos en Argentina, cuando todavía John Lennon le cantaba a la paz.
Dos amigos
El Tribuno reunió a dos poetas y amigos de Castilla para poblar la ausencia de recuerdos en este día.
El porteño Antonio Requeni explicó que Manuel Castilla "fue y sigue siendo uno de nuestros más importantes poetas. Un poeta celebrante, jocundo, identificado profundamente con su provincia y con los hombres y mujeres de su paisaje, un poeta que manejó un lenguaje de gran esplendor verbal. Castilla está dentro de la tradición lírica, de la belleza y el estado de gracia de una poesía cálida, comunicativa, lejos del intelectualismo y el hermetismo de algunos poetas de su generación"
Y agrega, sin ocultar la emoción: "Yo tuve la suerte de conocerlo, de disfrutar de su charla siempre ingeniosa, llena de humor. Y de apreciar su gran calidad humana. Estar con él era siempre una fiesta" y lo consideró "uno de los grandes poetas de la Argentina y de América".
De sus pagos
El salteño Santiago Sylvester aseguró que "Manuel es un excelente poeta y su obra tiene bastante que ver con el amor y la preocupación que tuvo él por la cultura popular".
Además, el autor, quien ha prologado y estudiado la obra de Castilla, añadió: "Ha hecho una serie de zambas con músicos que han creado una verdadera renovación del folklore en las décadas del 40 y el 50. Las zambas que existían antes eran lindas, pero un poco ingenuas, sobre todo las letras. Incluso "La López Pereyra", que es el himno provincial, tiene una letra un poco ingenua. A partir de cierto momento, entra toda una renovación de la poesía del folklore, de la mano de Jaime Dávalos, César Perdiguero y Manuel, entre otros. Luego, como poeta se ha dedicado casi obsesivamente a hablar del norte. Toda su poesía está orientada a cantar y a contar como son los árboles, las plantas, el mundo rural. De eso ha hecho toda una temática y un estilo". Sobre los versos de Castilla, Sylvester agrega: "La poesía de Manuel tiene que ver con el mito, no solo con lo real, que él toca desde el punto de vista mítico. Y en ese mito el norteño se reconoce: hay algo que está en el trasunto de la poesía de Manuel que pertenece a las consejas, a las leyendas, las conversaciones, a la vuelta del fuego y esas cosas que están terminando. La poesía de Manuel, siendo rural, sin embargo le interesa al hombre de la ciudad del norte, porque el mito norteño tiene mucho que ver con el campo. En el final, el recuerdo del colega y amigo fue: "Manuel era muy divertido, era un hombre lleno de historias y las reuniones con él eran verdaderas fiestas".
Un hombre derecho, generoso, apasionado
Ser un hombre derecho, es la principal enseñanza que Manuel les inculcó a sus hijos, Leopoldo "Teuco" y Gabriel "Huayra".
En la víspera del aniversario de la muerte física del gran y recordado poeta salteño, Teuco lo recordó con la misma humildad de siempre, sin querer opinar ni juzgar la obra de su padre por considerar que "eso es tarea de los críticos" y porque entiende que "sería poco elegante hacer ese tipo de evaluaciones".
Hoy, los Castilla harán un brindis en cada lugar donde se encuentren, por la memoria del "Barba", ese hombre que es símbolo de la cultura salteña pero que para ellos ha sido nada más ni nada menos que su papá. Y remarcó que de él aprendió que la poesía es muy seria y noble, que con ella no se estafa, que hay que respetarla y entregarle la vida. Y como corolario, Teuco describió a su padre como un hombre bueno, generoso y gran apasionado por la poesía, "a la que llegó solo y por su propia sensibilidad".
Teuco anunció que dentro de poco saldrán a la venta las obras completas, poesía y narrativa, de Manuel J. Castilla, una obra de la Cultura de la provincia, las universidades de Salta y la del Litoral y Eudeba.


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