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Urtubey ya perdió

Domingo, 06 de julio de 2014 12:42

Siendo que la política es, entre otras cosas, el arte de lo posible, anticiparse a los hechos que puedan devenir en esta materia es hacer futurología sin sentido. La política, ejecutada desde los órganos de gobierno, puede llegar a ser tan inestable como los giros en las medidas económicas o sociales, aplicadas según el momento y las circunstancias.

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Siendo que la política es, entre otras cosas, el arte de lo posible, anticiparse a los hechos que puedan devenir en esta materia es hacer futurología sin sentido. La política, ejecutada desde los órganos de gobierno, puede llegar a ser tan inestable como los giros en las medidas económicas o sociales, aplicadas según el momento y las circunstancias.

En todo caso es mejor analizar detalles del día a día de una gestión, con el objeto de obtener una mirada actual, pero enfocada hacia un futuro próximo. Puesto en práctica en forma cotidiana, este ejercicio abre el camino hacia una opinión válida que sostenga posiciones a favor o en contra de un modelo.

Es interesante observar entonces las cosas que ocurren en la provincia, donde la imagen del gobernador Juan Manuel Urtubey está en caída libre y sin escalas desde hace varios meses.

Las medidas populistas y complacientes que se adoptaron en los últimos tiempos demuestran que el mandatario salteño tiene la necesidad de mejorar su imagen para apuntalar su proyección política, desgastada por la falta de efectividad administrativa del Estado.

Ya se había advertido desde este mismo espacio que la intención de derribar íconos de gobiernos anteriores responde a la necesidad de ocultar la falta de gestión y de ideas propias para concretar en tiempo y forma obras palpables para la comunidad. Urtubey no logró hasta el momento, tras siete años de gobierno, ni una sola obra de relevancia que demuestre su capacidad y visión de líder y estadista.

Por el contrario, ha buscado sistemáticamente derribar aquellas de suma importancia como el hospital Materno Infantil, el sistema de transporte urbano, el Centro de Convenciones o el sistema de peaje en la única autopista con la que cuenta la provincia, sólo por mencionar algunas.

Urtubey sabe que el modelo que aplicó es un fracaso y busca reivindicarse con medidas de alto impacto social, ahora cuando los tiempos de campaña apremian. También se anticipó desde este espacio que el mandatario preparaba al menos cinco medidas, al estilo del boleto gratuito y el levantamiento del peaje. Habrá que esperar al menos otras tres en esta misma tónica.

Pero nada es gratis; alguien deberá pagar por todos estos anuncios y eso es algo que el gobernador tampoco desconoce.

Entonces, sin entrar en la futurología, es posible pensar que Urtubey prepara una salida decorosa de la provincia para evitar la catástrofe de su carrera política, pero dejando suficientes bombas de tiempo para el que venga.

La primera será un estado sobredimensionado, imposible de manejar, con miles de empleados que ya no tienen lugar donde sentarse en las oficinas públicas, pero utilizados convenientemente a la hora de votar.

Otra bomba será la obra pública “ralentizada”, pese al millonario Fondo de Reparación Histórica, cuyo destino y ejecución se han sumergido en un mar de entramados, actualizaciones y desconocimiento.

Otro explosivo de tiempo será el transporte público gratuito, inviable en el mediano plazo, según lo advierten los empresarios, quienes hasta el momento han optado por el silencio y la resignación.

Urtubey busca una salida decorosa que oculte su fracaso con demagogia, pero que le dé tiempo y aire para preparar un retorno en 2019. Tiempo le sobra. Necesita un espacio que lo mantenga vigente y al mismo tiempo indemne de cualquier avance judicial sobre su gestión. De esto último viene su preocupación por el nombramiento de jueces que le cubran la espalda en ese período. Un objetivo que viene cumpliendo sin mayores inconvenientes.

Le queda obtener el espacio que busca incesantemente en el orden nacional y, al parecer, algo logró luego de compartir un viaje en avión con la presidenta Cristina Fernández desde Rosario a Buenos Aires, tras los actos oficiales por el día de la Bandera. Sólo así se explica el apoyo frontal que Urtubey tuvo que brindarle, días después, al vicepresidente Amado Boudou durante la reunión del Consejo Nacional del PJ. Antes lo tuvo que hacer su hermano Rodolfo en el Senado de la Nación.

Desde los pasillos del ultrakirchnerismo nacional, donde la figura de Urtubey es utilizada como blanco de dardos, aseguran que pese a estas pruebas de amor, el gobernador salteño tendrá que remar bastante para conseguir un espacio. De hecho, sus pares kirchneristas de las provincias vecinas, como Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero han logrado mayores favores de la presidenta que se traducen en avances significativos de obras y servicios públicos, algo que en Salta no ocurre desde hace tiempo. Otro gran fracaso de la gestión.

Atentos a esta comparación, los mismos operadores políticos señalan que el declive de Urtubey ya es imposible de disimular. “Lo único que le interesa es conservar el poder y asegurarse la impunidad”, repiten mientras afinan la puntería.

 

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