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Cosplay, el juego de roles que también tiene adeptos en Salta

Miércoles, 20 de agosto de 2014 01:30
De estudiantes secundarias a justicieras, las Sailor Senshi buscan frustrar los planes del reino oscuro. Crédito fotografía: Pablo Oriti. 
Maquillaje, pelucas y pupilens. Armas de fibrofácil acariciadas estratégicamente por haces de luz para desplegar brillo metálico. Escenarios obrados con photoshop. Todo trastocado como imagen de fábula. El cosplay en sí resulta un trampantojo.
Esta ilusión de "jugar al disfraz" surgió en la década del 70 en Japón y se fue extendiendo por el mundo. Desde hace unos años también tiene adeptos en Salta. Por ejemplo, las estudiantes universitarias Micaela Salgado (25), Stefanía Brun (20), Anabella Burgos (23) y Cecilia Escribas (25) formaron el grupo "Gifu". Ellas debieron aprender artes plásticas, actuación, diseño y confección de indumentaria para llevar a cabo cada cosplay. Las chicas se definen como artistas multifacéticas, pero amateurs. Se disfrazan e interpretan a uno de sus personajes favoritos, tanto de videojuegos, como de series, anime o películas. Sin embargo, esta actividad tiene su momento y lugar: los eventos -denominados cosplay summit- donde competirán por quién logra la mejor caracterización. "Cuando elijo un futuro cosplay es porque "sentí'' esa conexión o porque vi que, además del diseño del personaje, tiene cosas en común conmigo", dice Stefanía Brun. Justamente, dar a conocer el carácter del personaje, gesticulación y movimientos incluidos forma parte del "juego". Un juego que no es tan solo eso porque según la psicóloga Carina Salas estas características del personaje hablan de las necesidades de quien lo interpreta. "Es convertirse en el héroe o villano y no soltarlo hasta que se quitan el traje", dice Carina. "A los cosplayers nos da la posibilidad de ser ese otro que amamos por un rato y a quienes van a los eventos de encontrarse frente a frente con él, poder hablarle y tomarse una foto", explica Micaela Salgado. Para Carina Salas la psicología enseña que el juego ayuda al niño a comprender su entorno, a desarrollar su lenguaje e imaginación, a superar situaciones estresantes y a empatizar contribuyendo activamente en su desarrollo emocional. ¿Pero en la vida adulta? "Habría que ver por qué la elección de tal o cuál personaje. ¿Personificación masculina de la fuerza, poder, justicia, equidad u otros atributos considerados valiosos por la persona ya sean representados desde el rol del villano o el ídolo?", reflexiona. Consultado por El Tribuno, el sociólogo Marcelo Ibarra clarifica que el fenómeno cosplayers no se inscribe en categorías como tribu urbana o subcultura, una interpretación errónea y generalizada. "El término tribu urbana fue acuñado por la sociología norteamericana que entendía que había una cultura dominante y alrededor de esta las pandillas o los migrantes mantenían pautas propias para preservarse y distinguirse de la cultura general", explica. Coincide con él Carina Salas, para quien los cosplayers no son una tribu urbana sino un grupo con una actividad común, que fomentan más el intercambio cultural y de socialización, sin tintes políticos, xenófobos, ideológicos o filosóficos, como podría ocurrir con las tribus urbanas o subculturas.
"Más tiene que ver con culturas globales. Hay ciertos elementos que hacen al consumo de imágenes, de héroes, que están yendo de las grandes ciudades para ubicarse en una cultura global y apuntan hacia jóvenes con ciertos perfiles o ciertos targets", especifica Ibarra. Tal vez se halle el mejor argumento para esta tesis en la propia denominación del grupo de cosmakers norteñas. "Gifu" es la runa de la unión, una runa que no puede ser invertida ni cambiar su significado.
"Ese es nuestro objetivo: incluir diferentes disciplinas artísticas como vestuario, diseño, actuación, fotografía y puesta en escena. Todo para divertirnos", asegura Anabella Burgos.
Stefania Brun
Stefanía Brun (20), estudiante de Criminalística en la Ucasal, se dedica a ser cosplayer hace cuatro años. La atrapó un escenario apocalíptico y su héroe no es un justiciero sino un vengador. Los protagonistas de "Shingeki no Kyojin" (o "Ataque de titanes", 2009), serie de manga escrita e ilustrada por Hajime Isayamase, se traban en combates que no se ganan en las primeras fintas. "Eren, mi personaje, de un día para otro se ve despojado de la vida a la que siempre estuvo acostumbrado y de su madre. Lo único que quiere lograr es la venganza y conforme pasa el tiempo descubre formas de poder llevarla a cabo al entrar a la milicia para pelear contra los titanes", dice Stefanía. Eren (15) la llevó a calzarse las botas de un personaje masculino y convertirse en una crossplay, cosplayer que se viste del sexo contrario. Este adolescente vive rodeado de enormes muros junto con los últimos humanos para protegerse de la aparición de seres gigantescos que los devoran: los titanes. "Aún así, logra salir adelante con sus propios recursos y demuestra que no solo depende de la fuerza para ganar sino del ingenio y la estrategia, de la voluntad de no caer", define.
Cecilia Escribas
Cecilia Escribas (25) es estudiante de Diseño de Interiores de la Ucasal. Hace un año y medio se introdujo en el mundo del cosplay, al considerarlo una nueva expresión artística. "Me sentí atrapada por el diseño del traje y la puesta en escena. Decidí probar y me terminé enamorando de esta movida", relata. Su afición le permitió interpretar a su personaje favorito: Serena, de "Sailor Moon". Este manga, creado por Naoko Takeuchi en 1992, pertenece al género shôjo (manga y animé destinado al público femenino adolescente). Su principal mérito fue repopularizar el subgénero de las "magical girls". En palabras de Cecilia: "Es la primera aparición de guerreras mágicas en la que la mujer pasa a tener el protagonismo absoluto". Añade que esta serie marcó su infancia "por los valores de amistad, amor y compañerismo, que, lamentablemente, ya no vemos en las series nuevas tan a menudo". Serena, la heroína adolescente, la conquistó por su "manera de ver las cosas, su personalidad de chiquilina en algunos momentos. Es una gran soñadora y a pesar de su torpeza pudo llegar a hacer mucho".
Micaela Salgado y Anabella Burgos
Micaela Salgado (25), estudiante de Comunicaciones Sociales y diseñadora de modas, incursionó en el cosplay por primera vez en 2008, cuando los eventos de animé que se organizaban en Salta y Jujuy comenzaron a incluirlo entre sus actividades. Cuenta que le llevó tiempo animarse a ser una cosmaker (cosplayer que también diseña y realiza su caracterización, vestuario y accesorios). "Al principio mandaba confeccionar mis trajes a una modista y de a poco fui aprendiendo costura para hacerlos yo misma. Se puede decir que en 2010 estrené mi primer cosplay confeccionado", aclara. Sheryl Nome, de Macross Frontier, la heroína predilecta de Micaela, protagoniza una secuela de la serie de culto "Super Dimensional Fortress Macross" (1982), que aquí llegó en 1985 bajo el nombre de "Robotech", unificada con otros dos productos más. Aunque el cóctel de ciencia ficción, música y romance bastarían para explicar tanta devoción es a la cantante Sheryl a quien Micaela destaca: "No solo por su estética, sino también por su historia. A pesar de las cosas que vivió y tiene que vivir durante la serie se mantiene firme y fuerte. No deja que su show acabe".

Anabella Burgos (23) es jujeña, pero reside en Tucumán, donde estudia Medicina. Hace siete años que está comprometida con el cosplay y es una avezada cosmaker. Dice que la sedujo el universo del juego de roles porque el cosplayer puede lograr una gran autenticidad a la par que le da un toque particular al personaje, más allá del parecido físico. Anabella no puede negar que su fisonomía -tiene ojos rasgados y piel de porcelana- le resulta propicia para encarnar personajes japoneses. "Creería que sí son ideales, pero para mí un cosplay no se trata tanto sobre el físico, sino sobre el trabajo que uno le da en la confección y al momento de caracterizarlo", aclara. Su serie de animé predilecta es "Sailor Moon". Emitida en alrededor de 80 países en 42 idiomas diferentes, es, hasta ahora, el animé con mayor número de doblajes conocido. Algo de su magnetismo nos alcanza a través de la explicación de Anabella: "Esa serie es mágica. Nunca pierde ese toque de fantasía que cuando uno es niña tanto quiere. Además a pesar de que está protagonizado por niñas inmaduras, le ponen mucho empeño a salir de las adversidades y siguen peleando para lograr su afán".
La mirada detrás del lente
Pablo Oriti (37) se dedica a la fotografía creativa hace dos años. Cuenta que Gifu lo contrató para las sesiones sobre Evangelion y Sailor Moon. Para producir esas imágenes tan logradas trabajó en una investigación previa. Luego vino el consenso con las jóvenes para determinar la locación, la iluminación, si se iba a hacer fotomontaje o no, el maquillaje y el vestuario. "Algo de friki tengo yo también, aunque soy un poco más viejo, de la época de Robotech. Internet es una herramienta fantástica hoy por hoy y miré trabajos que habían hecho otros fotógrafos del mundo u otros cosplayers para tener una referencia de qué se hizo y qué se podía hacer de nuevo y apuntamos hacia ese lugar definido", relata.

El grupo Clan Fantasy
Neo Genesis Evangelion
Micaela Salgado como la enigmática Rei Ayanami.
Un grupo de jóvenes que se proponía crear un espacio de encuentro para los fanáticos del animé y el cómic formó Clan Fantasy en 2005. Se iniciaron proyectando series o películas en eventos de pequeña escala, a los que acudía un público reducido. Progresivamente comenzaron a incluir actividades como el cosplay, los juegos temáticos y los concursos de dibujos.
Hoy Clan Fantasy es parte del staff del evento "Dimensión cómics". Además organiza la "Zombie walk Salta" (que este año va a realizarse el 1 de noviembre) y otras actividades temáticas como la producción audiovisual "Asco de Frikis" (que puede verse en Youtube ingresando en www.cor.to/troz).
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Maquillaje, pelucas y pupilens. Armas de fibrofácil acariciadas estratégicamente por haces de luz para desplegar brillo metálico. Escenarios obrados con photoshop. Todo trastocado como imagen de fábula. El cosplay en sí resulta un trampantojo.
Esta ilusión de "jugar al disfraz" surgió en la década del 70 en Japón y se fue extendiendo por el mundo. Desde hace unos años también tiene adeptos en Salta. Por ejemplo, las estudiantes universitarias Micaela Salgado (25), Stefanía Brun (20), Anabella Burgos (23) y Cecilia Escribas (25) formaron el grupo "Gifu". Ellas debieron aprender artes plásticas, actuación, diseño y confección de indumentaria para llevar a cabo cada cosplay. Las chicas se definen como artistas multifacéticas, pero amateurs. Se disfrazan e interpretan a uno de sus personajes favoritos, tanto de videojuegos, como de series, anime o películas. Sin embargo, esta actividad tiene su momento y lugar: los eventos -denominados cosplay summit- donde competirán por quién logra la mejor caracterización. "Cuando elijo un futuro cosplay es porque "sentí'' esa conexión o porque vi que, además del diseño del personaje, tiene cosas en común conmigo", dice Stefanía Brun. Justamente, dar a conocer el carácter del personaje, gesticulación y movimientos incluidos forma parte del "juego". Un juego que no es tan solo eso porque según la psicóloga Carina Salas estas características del personaje hablan de las necesidades de quien lo interpreta. "Es convertirse en el héroe o villano y no soltarlo hasta que se quitan el traje", dice Carina. "A los cosplayers nos da la posibilidad de ser ese otro que amamos por un rato y a quienes van a los eventos de encontrarse frente a frente con él, poder hablarle y tomarse una foto", explica Micaela Salgado. Para Carina Salas la psicología enseña que el juego ayuda al niño a comprender su entorno, a desarrollar su lenguaje e imaginación, a superar situaciones estresantes y a empatizar contribuyendo activamente en su desarrollo emocional. ¿Pero en la vida adulta? "Habría que ver por qué la elección de tal o cuál personaje. ¿Personificación masculina de la fuerza, poder, justicia, equidad u otros atributos considerados valiosos por la persona ya sean representados desde el rol del villano o el ídolo?", reflexiona. Consultado por El Tribuno, el sociólogo Marcelo Ibarra clarifica que el fenómeno cosplayers no se inscribe en categorías como tribu urbana o subcultura, una interpretación errónea y generalizada. "El término tribu urbana fue acuñado por la sociología norteamericana que entendía que había una cultura dominante y alrededor de esta las pandillas o los migrantes mantenían pautas propias para preservarse y distinguirse de la cultura general", explica. Coincide con él Carina Salas, para quien los cosplayers no son una tribu urbana sino un grupo con una actividad común, que fomentan más el intercambio cultural y de socialización, sin tintes políticos, xenófobos, ideológicos o filosóficos, como podría ocurrir con las tribus urbanas o subculturas.
"Más tiene que ver con culturas globales. Hay ciertos elementos que hacen al consumo de imágenes, de héroes, que están yendo de las grandes ciudades para ubicarse en una cultura global y apuntan hacia jóvenes con ciertos perfiles o ciertos targets", especifica Ibarra. Tal vez se halle el mejor argumento para esta tesis en la propia denominación del grupo de cosmakers norteñas. "Gifu" es la runa de la unión, una runa que no puede ser invertida ni cambiar su significado.
"Ese es nuestro objetivo: incluir diferentes disciplinas artísticas como vestuario, diseño, actuación, fotografía y puesta en escena. Todo para divertirnos", asegura Anabella Burgos.
Stefania Brun
Stefanía Brun (20), estudiante de Criminalística en la Ucasal, se dedica a ser cosplayer hace cuatro años. La atrapó un escenario apocalíptico y su héroe no es un justiciero sino un vengador. Los protagonistas de "Shingeki no Kyojin" (o "Ataque de titanes", 2009), serie de manga escrita e ilustrada por Hajime Isayamase, se traban en combates que no se ganan en las primeras fintas. "Eren, mi personaje, de un día para otro se ve despojado de la vida a la que siempre estuvo acostumbrado y de su madre. Lo único que quiere lograr es la venganza y conforme pasa el tiempo descubre formas de poder llevarla a cabo al entrar a la milicia para pelear contra los titanes", dice Stefanía. Eren (15) la llevó a calzarse las botas de un personaje masculino y convertirse en una crossplay, cosplayer que se viste del sexo contrario. Este adolescente vive rodeado de enormes muros junto con los últimos humanos para protegerse de la aparición de seres gigantescos que los devoran: los titanes. "Aún así, logra salir adelante con sus propios recursos y demuestra que no solo depende de la fuerza para ganar sino del ingenio y la estrategia, de la voluntad de no caer", define.
Cecilia Escribas
Cecilia Escribas (25) es estudiante de Diseño de Interiores de la Ucasal. Hace un año y medio se introdujo en el mundo del cosplay, al considerarlo una nueva expresión artística. "Me sentí atrapada por el diseño del traje y la puesta en escena. Decidí probar y me terminé enamorando de esta movida", relata. Su afición le permitió interpretar a su personaje favorito: Serena, de "Sailor Moon". Este manga, creado por Naoko Takeuchi en 1992, pertenece al género shôjo (manga y animé destinado al público femenino adolescente). Su principal mérito fue repopularizar el subgénero de las "magical girls". En palabras de Cecilia: "Es la primera aparición de guerreras mágicas en la que la mujer pasa a tener el protagonismo absoluto". Añade que esta serie marcó su infancia "por los valores de amistad, amor y compañerismo, que, lamentablemente, ya no vemos en las series nuevas tan a menudo". Serena, la heroína adolescente, la conquistó por su "manera de ver las cosas, su personalidad de chiquilina en algunos momentos. Es una gran soñadora y a pesar de su torpeza pudo llegar a hacer mucho".
Micaela Salgado y Anabella Burgos
Micaela Salgado (25), estudiante de Comunicaciones Sociales y diseñadora de modas, incursionó en el cosplay por primera vez en 2008, cuando los eventos de animé que se organizaban en Salta y Jujuy comenzaron a incluirlo entre sus actividades. Cuenta que le llevó tiempo animarse a ser una cosmaker (cosplayer que también diseña y realiza su caracterización, vestuario y accesorios). "Al principio mandaba confeccionar mis trajes a una modista y de a poco fui aprendiendo costura para hacerlos yo misma. Se puede decir que en 2010 estrené mi primer cosplay confeccionado", aclara. Sheryl Nome, de Macross Frontier, la heroína predilecta de Micaela, protagoniza una secuela de la serie de culto "Super Dimensional Fortress Macross" (1982), que aquí llegó en 1985 bajo el nombre de "Robotech", unificada con otros dos productos más. Aunque el cóctel de ciencia ficción, música y romance bastarían para explicar tanta devoción es a la cantante Sheryl a quien Micaela destaca: "No solo por su estética, sino también por su historia. A pesar de las cosas que vivió y tiene que vivir durante la serie se mantiene firme y fuerte. No deja que su show acabe".

Anabella Burgos (23) es jujeña, pero reside en Tucumán, donde estudia Medicina. Hace siete años que está comprometida con el cosplay y es una avezada cosmaker. Dice que la sedujo el universo del juego de roles porque el cosplayer puede lograr una gran autenticidad a la par que le da un toque particular al personaje, más allá del parecido físico. Anabella no puede negar que su fisonomía -tiene ojos rasgados y piel de porcelana- le resulta propicia para encarnar personajes japoneses. "Creería que sí son ideales, pero para mí un cosplay no se trata tanto sobre el físico, sino sobre el trabajo que uno le da en la confección y al momento de caracterizarlo", aclara. Su serie de animé predilecta es "Sailor Moon". Emitida en alrededor de 80 países en 42 idiomas diferentes, es, hasta ahora, el animé con mayor número de doblajes conocido. Algo de su magnetismo nos alcanza a través de la explicación de Anabella: "Esa serie es mágica. Nunca pierde ese toque de fantasía que cuando uno es niña tanto quiere. Además a pesar de que está protagonizado por niñas inmaduras, le ponen mucho empeño a salir de las adversidades y siguen peleando para lograr su afán".
La mirada detrás del lente
Pablo Oriti (37) se dedica a la fotografía creativa hace dos años. Cuenta que Gifu lo contrató para las sesiones sobre Evangelion y Sailor Moon. Para producir esas imágenes tan logradas trabajó en una investigación previa. Luego vino el consenso con las jóvenes para determinar la locación, la iluminación, si se iba a hacer fotomontaje o no, el maquillaje y el vestuario. "Algo de friki tengo yo también, aunque soy un poco más viejo, de la época de Robotech. Internet es una herramienta fantástica hoy por hoy y miré trabajos que habían hecho otros fotógrafos del mundo u otros cosplayers para tener una referencia de qué se hizo y qué se podía hacer de nuevo y apuntamos hacia ese lugar definido", relata.

El grupo Clan Fantasy
Neo Genesis Evangelion
Micaela Salgado como la enigmática Rei Ayanami.
Un grupo de jóvenes que se proponía crear un espacio de encuentro para los fanáticos del animé y el cómic formó Clan Fantasy en 2005. Se iniciaron proyectando series o películas en eventos de pequeña escala, a los que acudía un público reducido. Progresivamente comenzaron a incluir actividades como el cosplay, los juegos temáticos y los concursos de dibujos.
Hoy Clan Fantasy es parte del staff del evento "Dimensión cómics". Además organiza la "Zombie walk Salta" (que este año va a realizarse el 1 de noviembre) y otras actividades temáticas como la producción audiovisual "Asco de Frikis" (que puede verse en Youtube ingresando en www.cor.to/troz).
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