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Gimnasia: o cambia de actitud o llega el fin de un ciclo

Sabado, 13 de septiembre de 2014 11:44
En Gimnasia y Tiro el ciclo de Salvador Ragusa como DT pende de un hilo, y ese hilo es muy delgado, casi imperceptible. La de anoche no fue una derrota más para el albo. Le dolió a la gente, le dolió en el alma al hincha, le dolió más que nada por la falta de actitud y de compromiso que mostraron muchos de los jugadores dentro del campo de juego, y que no encontró tampoco solución desde el banco de relevos. Por eso el albo se retiró del Gigante del Norte envuelto en una ola de silbidos, reproches e insultos. Algo se quebró indefectiblemente dentro del plantel y del cuerpo técnico encabezado por Ragusa. Sino, no se entiende que once jugadores deambulen sin coordinación, sin sentido, sin alma por todo el campo de juego. Pero vayamos por parte. El primer error fue el flojo dispositivo táctico utilizado por Salvador Ragusa. Volvió a jugar ante Unión Aconquija (un Don nadie en la categoría) con tres defensores en el fondo que cometieron los mismos errores que ante Mitre de Santiago del Estero y San Jorge de Tucumán. En el primero de ellos disimulados por la goleada, en el segundo perdiendo un partido insólito en la última jugada.
La de anoche no fue una derrota más para el albo. Le dolió a la gente, le dolió en el alma al hincha, le dolió más que nada por la falta de actitud y de compromiso que mostraron muchos de los jugadores dentro del campo de juego, y que no encontró tampoco solución desde el banco de relevos. Por eso el albo se retiró del Gigante del Norte envuelto en una ola de silbidos, reproches e insultos
La de anoche no fue una derrota más para el albo. Le dolió a la gente, le dolió en el alma al hincha, le dolió más que nada por la falta de actitud y de compromiso que mostraron muchos de los jugadores dentro del campo de juego, y que no encontró tampoco solución desde el banco de relevos. Por eso el albo se retiró del Gigante del Norte envuelto en una ola de silbidos, reproches e insultos
Antes esos flojos desempeños quizás lo más conveniente hubiese sido probar con un "cerrojo" defensivo para devolverle la confianza perdida al equipo. A esto se le agregó que los carrileros que eligió el DT, hablamos de Mambrú Villarreal y Emmanuel Valdez fueron una "sobra", por el costado izquierdo y derecho Unión Aconquija se hizo un festín porque ninguno de los dos jugó y a la hora de no dejar jugar tan "livianitos" como un pan lactal. Para colmo la defensa otra vez se mostró dubitativa, y el mediocampo, de flojísimo nivel en la recuperación y en la creación, nunca pudo encontrarle solución a un dispositivo táctico inteligente que armó Salvador Mónaco. Salvo Martín Perelman (otra vez de gran actuación), la Chacha Zárate, algo de Daniel Ramasco, y un poco del Bocha Rodríguez, el resto no estuvo en el Gigante del Norte.
Y el segundo punto y el que más bronca despertó en el hincha, fue la falta de compromiso, de actitud que mostró Gimnasia y Tiro para "revelarse" ante la adversidad. Porque el hincha puede perdonar una derrota cuando su equipo deja todo, "se traspira" la camiseta y se deja hasta el último sudor en el campo de juego. Qué lejos quedó aquel equipo que abrochó el clásico en el estadio Padre Martearena ante Juventud Antoniana. Qué lejos quedó aquel equipo que mostró carácter, actitud y temperamento. El ciclo de Salvador Ragusa puede agotarse ante San Martín de Tucumán, aunque a muchos les parezca prematuro hablar del final de un ciclo, en un torneo tan corto como el Federal A, nadie se puede dar el lujo de regalar tanto como lo hizo Gimnasia y Tiro en los últimos dos encuentros, porque sino el esfuerzo que se hizo antes, de nada servirá y todo volverá a "foja cero".
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En Gimnasia y Tiro el ciclo de Salvador Ragusa como DT pende de un hilo, y ese hilo es muy delgado, casi imperceptible. La de anoche no fue una derrota más para el albo. Le dolió a la gente, le dolió en el alma al hincha, le dolió más que nada por la falta de actitud y de compromiso que mostraron muchos de los jugadores dentro del campo de juego, y que no encontró tampoco solución desde el banco de relevos. Por eso el albo se retiró del Gigante del Norte envuelto en una ola de silbidos, reproches e insultos. Algo se quebró indefectiblemente dentro del plantel y del cuerpo técnico encabezado por Ragusa. Sino, no se entiende que once jugadores deambulen sin coordinación, sin sentido, sin alma por todo el campo de juego. Pero vayamos por parte. El primer error fue el flojo dispositivo táctico utilizado por Salvador Ragusa. Volvió a jugar ante Unión Aconquija (un Don nadie en la categoría) con tres defensores en el fondo que cometieron los mismos errores que ante Mitre de Santiago del Estero y San Jorge de Tucumán. En el primero de ellos disimulados por la goleada, en el segundo perdiendo un partido insólito en la última jugada.
La de anoche no fue una derrota más para el albo. Le dolió a la gente, le dolió en el alma al hincha, le dolió más que nada por la falta de actitud y de compromiso que mostraron muchos de los jugadores dentro del campo de juego, y que no encontró tampoco solución desde el banco de relevos. Por eso el albo se retiró del Gigante del Norte envuelto en una ola de silbidos, reproches e insultos
La de anoche no fue una derrota más para el albo. Le dolió a la gente, le dolió en el alma al hincha, le dolió más que nada por la falta de actitud y de compromiso que mostraron muchos de los jugadores dentro del campo de juego, y que no encontró tampoco solución desde el banco de relevos. Por eso el albo se retiró del Gigante del Norte envuelto en una ola de silbidos, reproches e insultos
Antes esos flojos desempeños quizás lo más conveniente hubiese sido probar con un "cerrojo" defensivo para devolverle la confianza perdida al equipo. A esto se le agregó que los carrileros que eligió el DT, hablamos de Mambrú Villarreal y Emmanuel Valdez fueron una "sobra", por el costado izquierdo y derecho Unión Aconquija se hizo un festín porque ninguno de los dos jugó y a la hora de no dejar jugar tan "livianitos" como un pan lactal. Para colmo la defensa otra vez se mostró dubitativa, y el mediocampo, de flojísimo nivel en la recuperación y en la creación, nunca pudo encontrarle solución a un dispositivo táctico inteligente que armó Salvador Mónaco. Salvo Martín Perelman (otra vez de gran actuación), la Chacha Zárate, algo de Daniel Ramasco, y un poco del Bocha Rodríguez, el resto no estuvo en el Gigante del Norte.
Y el segundo punto y el que más bronca despertó en el hincha, fue la falta de compromiso, de actitud que mostró Gimnasia y Tiro para "revelarse" ante la adversidad. Porque el hincha puede perdonar una derrota cuando su equipo deja todo, "se traspira" la camiseta y se deja hasta el último sudor en el campo de juego. Qué lejos quedó aquel equipo que abrochó el clásico en el estadio Padre Martearena ante Juventud Antoniana. Qué lejos quedó aquel equipo que mostró carácter, actitud y temperamento. El ciclo de Salvador Ragusa puede agotarse ante San Martín de Tucumán, aunque a muchos les parezca prematuro hablar del final de un ciclo, en un torneo tan corto como el Federal A, nadie se puede dar el lujo de regalar tanto como lo hizo Gimnasia y Tiro en los últimos dos encuentros, porque sino el esfuerzo que se hizo antes, de nada servirá y todo volverá a "foja cero".

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