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A los 10 años se enamoró de Santa Victoria Este y volvió como médico para ayudar a los aborígenes

Miércoles, 17 de septiembre de 2014 09:25
Tenía 10 años cuando pisó por primera vez Santa Victoria Este. Ese día le quedó grabado para siempre, después de vivir una experiencia única junto a los aborígenes, su padre y un hermano. Pablo Casabella hoy tiene 34 años. Se recibió de médico y siempre se juramentó que el día que él pueda ayudar de alguna manera a esa gente lo haría sin pedir nada a cambio. "Lo primero que me llamó la atención de ellos fue su manera de pescar, cómo se ellos disfrutaban de las cosas simples de la vida. Me topé con los yacarés, con los quirquinchos. Su flora y su fauna son únicas. Ese día quedó grabado para siempre y me dije a mí mismo: Un día voy a volver acá para ayudar, pero nunca me imaginé hacerlo como médico", le dijo en una charla a El Tribuno.
Casabella atiende a aborígenes de diferentes etnias del departamento Rivadavia como los Tobas, Tapuetes, Wichis o Matacos, Churupi y Taputes.
- ¿Cómo llegaste a cumplir ese sueño que tenías desde muy chico?
- Nació cuando yo estaba rindiendo las últimas materias de Medicina. El doctor Fleming se comunicó conmigo y me ofreció ir a trabajar al Hospital Santa Victoria Este. No lo dudé ni un segundo y me fui para allá. Ni siquiera fui a recibir mí título de colación. Me puse a trabajar con esta gente que es única, maravillosa, y con un gran sentido de solidaridad.
- Sabe que su historia trascendió a través de las redes sociales ...
- Sí, y le cuento por qué razón ocurrió esto. Cuando fui a Córdoba a retirar mi título, el rector de la Universidad me dijo por qué razón no había ido a la colación. Le conté que estaba trabajando en Santa Victoria Este con diferentes etnias del lugar, en la Triple Frontera. A ellos eso les llamó mucho la atención. Ahí nomás juntó a todo el Consejo de la Facultad para que yo les de una charla de mi experiencia. No lo podía creer, había ido a buscar mi título y a estar unas horas, y de repente me encontré en un auditorio enfrente de ellos.
- ¿Cómo es trabajar con las diferentes etnias, cómo hace para comunicarse con ellos?
- En el lugar se habla cinco idiomas diferentes, pero lo que más me llamó la atención es que a las consultas médicas siempre asiste el hombre de la familia. El es el único que habla con el médico. Le doy un ejemplo. Si viene la hija, él habla con ella en su idioma, le pide que le cuente cuál es la consulta que me quiere hacer. Yo le respondo al padre y él le traduce lo que le dije a la hija. Tenemos una comunicación indirecta con el paciente. - En el lugar se habla cinco idiomas diferentes, pero lo que más me llamó la atención es que a las consultas médicas siempre asiste el hombre de la familia. El es el único que habla con el médico. Le doy un ejemplo. Si viene la hija, él habla con ella en su idioma, le pide que le cuente cuál es la consulta que me quiere hacer. Yo le respondo al padre y él le traduce lo que le dije a la hija. Tenemos una comunicación indirecta con el paciente.
- ¿Qué otra cosa le llamó la atención en todo este tiempo que estuvo allá?
- Cuando hay una persona internada, ellos a pesar de tener una cama a disposición para estar junto a su ser querido no la utilizan y Duermen en el suelo y nosotros respetamos eso, porque esa es su cultura, y escapa a la medicina convencional.
- Si usted debería destacar algo de los aborígenes del departamento Rivadavia ¿qué sería?
- Existe un sentido de solidaridad único, ellos son una gran familia. Es espectacular la solidaridad que tienen entre ellos. Es un pueblo ejemplar, que no sabe de maldad, todos trabajan en forma mancomunada. Es conmovedor verlos como todos se preocupan por el otro, algo que no ocurre en las ciudades. Debemos aprender mucho de ellos.
- No debe ser simple trabajar en un lugar con poco acceso como Santa Victoria ...
- Sobre todo en la época de lluvia donde se cortan los caminos, donde la comunicación es casi nula. Donde es muy difícil llegar a los diferentes puesto sanitarios y a los parajes. Pero a la vez da una gran santificación personal convivir y estar cerca de esta gente que es muy solidaria. También hay que destacar el trabajo que hacen los enfermeros, los agentes sanitarios, todos ellos son fundamentales para cumplir con la tarea. Esa gente no sabe de descanso. Está lejos de todo reconocimiento, pero son una parte importante del hospital. Son idóneos y todos los días yo aprendo de ellos.
- Tiene ganas de quedarse en el lugar, se lo pregunto porque en esta época es muy difícil encontrar una persona como usted que se preocupe por el bienestar de otras personas y no solo de la personal ...
- Por supuesto que me encantaría seguir en Santa Victoria Este, en continuar trabajando con los aborígenes, ellos son parte de nuestro pueblo y merecen el mismo trato que uno que vive en una ciudad.
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El reconocimiento de la Facultad de Medicina de Córdoba para el salteño
Este joven profesional decidió ejercer la medicina en la zona de Triple Frontera de la región chaqueña, en el hospital de Santa Victoria Este y atiende a los habitantes de este pueblo en el departamento Rivadavia conformado por diferentes etnias: Tobas, Tapuetes, Wichis o Matacos, Churupi y Taputes.
Pablo Antonio Casabella juró y recibió el título de médico en la sesión del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas. Este acontecimiento no habitual se debió a que Casabella no pudo estar en la colación del año pasado por que los caminos anegados en Santa Victoria Este, provincia de Salta, dónde resolvió ejercer la medicina, le impidieron llegar a Córdoba.
En una conmovedora ceremonia, el decano de Ciencias Médicas Gustavo Irico, destacó la importancia de recibir el título en el día del maestro y le agradeció por haberlos hecho partícipes de su vivencia como profesional "que es mucho más que el ejercicio de la medicina, sino un acto diario de docencia en una realidad desconocida en la ciudad".
A su vez, Marcelo Yorio Vicedecano, recordó que en conversaciones previas con este ex alumno le sorprendió la decisión tomada por Pablo, cuando a los diez años visitó este pueblo y decidió que iría a vivir allí y ha regresado como médico para ser parte de esta comunidad conformada por criollos y aborígenes.
Pablo Casabella compartió con los integrantes del Consejo Directivo algunas características que forman parte de la cultura de cada etnia y cómo hay que aprender a respetarlas ya que las misiones aborígenes que rodean al pueblo tienen 3500 habitantes y la mayoría vive en los montes. Los pacientes mayoritariamente padecen de tuberculosis, chagas y brucelosis que son una endemia y una de las causales es que hay pocos pozos de agua potable porque los otros contienen arsénico.
El pequeño hospital de Santa Victoria Este, después de varias décadas sin médicos, ahora tiene dos y los casos más graves se derivan a Tartagal, ya que los caminos por lo general están instransitables y durante los seis meses de lluvia no se puede acceder..
Pablo Antonio Casabella dejó las comodidades que brindan los hospitales de las ciudades para cumplir con un sueño que se instaló cuando tenía diez años. Ayudar a esta población, alejada del mundo y ejercer, con el juramento hipocrático en su mano, los conocimientos aprendidos en la Facultad de Medicina de Córdoba que sigue formando profesionales que apuestan al desafío del desarraigo persiguiendo sueños.
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Tenía 10 años cuando pisó por primera vez Santa Victoria Este. Ese día le quedó grabado para siempre, después de vivir una experiencia única junto a los aborígenes, su padre y un hermano. Pablo Casabella hoy tiene 34 años. Se recibió de médico y siempre se juramentó que el día que él pueda ayudar de alguna manera a esa gente lo haría sin pedir nada a cambio. "Lo primero que me llamó la atención de ellos fue su manera de pescar, cómo se ellos disfrutaban de las cosas simples de la vida. Me topé con los yacarés, con los quirquinchos. Su flora y su fauna son únicas. Ese día quedó grabado para siempre y me dije a mí mismo: Un día voy a volver acá para ayudar, pero nunca me imaginé hacerlo como médico", le dijo en una charla a El Tribuno.
Casabella atiende a aborígenes de diferentes etnias del departamento Rivadavia como los Tobas, Tapuetes, Wichis o Matacos, Churupi y Taputes.
- ¿Cómo llegaste a cumplir ese sueño que tenías desde muy chico?
- Nació cuando yo estaba rindiendo las últimas materias de Medicina. El doctor Fleming se comunicó conmigo y me ofreció ir a trabajar al Hospital Santa Victoria Este. No lo dudé ni un segundo y me fui para allá. Ni siquiera fui a recibir mí título de colación. Me puse a trabajar con esta gente que es única, maravillosa, y con un gran sentido de solidaridad.
- Sabe que su historia trascendió a través de las redes sociales ...
- Sí, y le cuento por qué razón ocurrió esto. Cuando fui a Córdoba a retirar mi título, el rector de la Universidad me dijo por qué razón no había ido a la colación. Le conté que estaba trabajando en Santa Victoria Este con diferentes etnias del lugar, en la Triple Frontera. A ellos eso les llamó mucho la atención. Ahí nomás juntó a todo el Consejo de la Facultad para que yo les de una charla de mi experiencia. No lo podía creer, había ido a buscar mi título y a estar unas horas, y de repente me encontré en un auditorio enfrente de ellos.
- ¿Cómo es trabajar con las diferentes etnias, cómo hace para comunicarse con ellos?
- En el lugar se habla cinco idiomas diferentes, pero lo que más me llamó la atención es que a las consultas médicas siempre asiste el hombre de la familia. El es el único que habla con el médico. Le doy un ejemplo. Si viene la hija, él habla con ella en su idioma, le pide que le cuente cuál es la consulta que me quiere hacer. Yo le respondo al padre y él le traduce lo que le dije a la hija. Tenemos una comunicación indirecta con el paciente. - En el lugar se habla cinco idiomas diferentes, pero lo que más me llamó la atención es que a las consultas médicas siempre asiste el hombre de la familia. El es el único que habla con el médico. Le doy un ejemplo. Si viene la hija, él habla con ella en su idioma, le pide que le cuente cuál es la consulta que me quiere hacer. Yo le respondo al padre y él le traduce lo que le dije a la hija. Tenemos una comunicación indirecta con el paciente.
- ¿Qué otra cosa le llamó la atención en todo este tiempo que estuvo allá?
- Cuando hay una persona internada, ellos a pesar de tener una cama a disposición para estar junto a su ser querido no la utilizan y Duermen en el suelo y nosotros respetamos eso, porque esa es su cultura, y escapa a la medicina convencional.
- Si usted debería destacar algo de los aborígenes del departamento Rivadavia ¿qué sería?
- Existe un sentido de solidaridad único, ellos son una gran familia. Es espectacular la solidaridad que tienen entre ellos. Es un pueblo ejemplar, que no sabe de maldad, todos trabajan en forma mancomunada. Es conmovedor verlos como todos se preocupan por el otro, algo que no ocurre en las ciudades. Debemos aprender mucho de ellos.
- No debe ser simple trabajar en un lugar con poco acceso como Santa Victoria ...
- Sobre todo en la época de lluvia donde se cortan los caminos, donde la comunicación es casi nula. Donde es muy difícil llegar a los diferentes puesto sanitarios y a los parajes. Pero a la vez da una gran santificación personal convivir y estar cerca de esta gente que es muy solidaria. También hay que destacar el trabajo que hacen los enfermeros, los agentes sanitarios, todos ellos son fundamentales para cumplir con la tarea. Esa gente no sabe de descanso. Está lejos de todo reconocimiento, pero son una parte importante del hospital. Son idóneos y todos los días yo aprendo de ellos.
- Tiene ganas de quedarse en el lugar, se lo pregunto porque en esta época es muy difícil encontrar una persona como usted que se preocupe por el bienestar de otras personas y no solo de la personal ...
- Por supuesto que me encantaría seguir en Santa Victoria Este, en continuar trabajando con los aborígenes, ellos son parte de nuestro pueblo y merecen el mismo trato que uno que vive en una ciudad.
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El reconocimiento de la Facultad de Medicina de Córdoba para el salteño
Este joven profesional decidió ejercer la medicina en la zona de Triple Frontera de la región chaqueña, en el hospital de Santa Victoria Este y atiende a los habitantes de este pueblo en el departamento Rivadavia conformado por diferentes etnias: Tobas, Tapuetes, Wichis o Matacos, Churupi y Taputes.
Pablo Antonio Casabella juró y recibió el título de médico en la sesión del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas. Este acontecimiento no habitual se debió a que Casabella no pudo estar en la colación del año pasado por que los caminos anegados en Santa Victoria Este, provincia de Salta, dónde resolvió ejercer la medicina, le impidieron llegar a Córdoba.
En una conmovedora ceremonia, el decano de Ciencias Médicas Gustavo Irico, destacó la importancia de recibir el título en el día del maestro y le agradeció por haberlos hecho partícipes de su vivencia como profesional "que es mucho más que el ejercicio de la medicina, sino un acto diario de docencia en una realidad desconocida en la ciudad".
A su vez, Marcelo Yorio Vicedecano, recordó que en conversaciones previas con este ex alumno le sorprendió la decisión tomada por Pablo, cuando a los diez años visitó este pueblo y decidió que iría a vivir allí y ha regresado como médico para ser parte de esta comunidad conformada por criollos y aborígenes.
Pablo Casabella compartió con los integrantes del Consejo Directivo algunas características que forman parte de la cultura de cada etnia y cómo hay que aprender a respetarlas ya que las misiones aborígenes que rodean al pueblo tienen 3500 habitantes y la mayoría vive en los montes. Los pacientes mayoritariamente padecen de tuberculosis, chagas y brucelosis que son una endemia y una de las causales es que hay pocos pozos de agua potable porque los otros contienen arsénico.
El pequeño hospital de Santa Victoria Este, después de varias décadas sin médicos, ahora tiene dos y los casos más graves se derivan a Tartagal, ya que los caminos por lo general están instransitables y durante los seis meses de lluvia no se puede acceder..
Pablo Antonio Casabella dejó las comodidades que brindan los hospitales de las ciudades para cumplir con un sueño que se instaló cuando tenía diez años. Ayudar a esta población, alejada del mundo y ejercer, con el juramento hipocrático en su mano, los conocimientos aprendidos en la Facultad de Medicina de Córdoba que sigue formando profesionales que apuestan al desafío del desarraigo persiguiendo sueños.
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