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La impotencia masculina o disfunción eréctil

Domingo, 18 de enero de 2015 00:15
La impotencia sexual o disfunción sexual o eréctil (DSE) es el tipo más común de disfunción sexual en el varón. Este padecimiento que acompaña al hombre, hasta donde los testimonios históricos permiten detectarlos, afecta su masculinidad y sus afectos; no solo la función sexual se ve alterada, sino que esta involucra también su vida de relación , modificándola en algún grado y generando conductas depresivas o agresivas.
Una definición aceptada
La impotencia sexual se ajusta perfectamente dentro de los alcances de la definición universalmente aceptada, como la dificultad para lograr mantener una erección adecuada, que permita una penetración satisfactoria para ambos miembros de la pareja.
Esta definición marca algunos puntos cruciales en el interrogatorio sexológico del paciente que consulta por una presunta impotencia. El primer aspecto por evaluar es si la queja corresponde a una verdadera disfunción erectiva o es un subvaloración de la performance sexual del varón a un inadecuación con su pareja.
Normalidad y performance
La realización de un episodio costal, con una penetración adecuada a los parámetros que hemos definido indica normalidad, mientras que la repetición posterior de este acto hace a la performance de cada individuo.
Luego de la eyaculación sobreviene la detumescencia del pene, y con ella la necesidad de un período de reposo psicofísico, placentero y necesario en el varón, llamado período refractario, en el cual no es posible alcanzar una nueva erección, menos aún si el hombre es sobreestimulado por una pareja sexual que continúa en período de meseta excitatoria irresuelta, por no haber logrado oportunamente su orgasmo.
Este período refractario, varía en cada hombre, dependiendo de la edad, de su estado de relajación y de la intensidad del estímulo sexual que despierte en él su pareja.
Período refractario
De esta forma, en los gerontes, un período refractario mayor a las 24 horas suele ser normal.
Otro tanto puede suceder en las parejas donde la rutina y la habitualidad hacer mermar el estímulo sexual.
Esta restricción puede ser considerada por el paciente como pautas sexuales de normalidad, en comparación con desempeños sexuales ficticios o reales de terceros.
En ocasiones, una mujer frígida o anorgásmico, puede desacreditar la erección lograda por su compañero, responsabilizándolo de su propia incapacidad para gozar.
Esto se ve agravado en los jóvenes que se inician sexualmente con mujeres experimentadas, o con prostitutas, y reciben algún comentario, a veces no exento de sarcasmo o malicia, con respecto a su desempeño o a las características de sus genitales.
Este desafortunado hecho puede ser chocante para la autoestima y desencadenar una verdadera impotencia eréctil de causa psicógena.

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La impotencia sexual o disfunción sexual o eréctil (DSE) es el tipo más común de disfunción sexual en el varón. Este padecimiento que acompaña al hombre, hasta donde los testimonios históricos permiten detectarlos, afecta su masculinidad y sus afectos; no solo la función sexual se ve alterada, sino que esta involucra también su vida de relación , modificándola en algún grado y generando conductas depresivas o agresivas.
Una definición aceptada
La impotencia sexual se ajusta perfectamente dentro de los alcances de la definición universalmente aceptada, como la dificultad para lograr mantener una erección adecuada, que permita una penetración satisfactoria para ambos miembros de la pareja.
Esta definición marca algunos puntos cruciales en el interrogatorio sexológico del paciente que consulta por una presunta impotencia. El primer aspecto por evaluar es si la queja corresponde a una verdadera disfunción erectiva o es un subvaloración de la performance sexual del varón a un inadecuación con su pareja.
Normalidad y performance
La realización de un episodio costal, con una penetración adecuada a los parámetros que hemos definido indica normalidad, mientras que la repetición posterior de este acto hace a la performance de cada individuo.
Luego de la eyaculación sobreviene la detumescencia del pene, y con ella la necesidad de un período de reposo psicofísico, placentero y necesario en el varón, llamado período refractario, en el cual no es posible alcanzar una nueva erección, menos aún si el hombre es sobreestimulado por una pareja sexual que continúa en período de meseta excitatoria irresuelta, por no haber logrado oportunamente su orgasmo.
Este período refractario, varía en cada hombre, dependiendo de la edad, de su estado de relajación y de la intensidad del estímulo sexual que despierte en él su pareja.
Período refractario
De esta forma, en los gerontes, un período refractario mayor a las 24 horas suele ser normal.
Otro tanto puede suceder en las parejas donde la rutina y la habitualidad hacer mermar el estímulo sexual.
Esta restricción puede ser considerada por el paciente como pautas sexuales de normalidad, en comparación con desempeños sexuales ficticios o reales de terceros.
En ocasiones, una mujer frígida o anorgásmico, puede desacreditar la erección lograda por su compañero, responsabilizándolo de su propia incapacidad para gozar.
Esto se ve agravado en los jóvenes que se inician sexualmente con mujeres experimentadas, o con prostitutas, y reciben algún comentario, a veces no exento de sarcasmo o malicia, con respecto a su desempeño o a las características de sus genitales.
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