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Algunas consideraciones sobre la relación entre amor y sexo

Sabado, 03 de enero de 2015 00:20
La necesidad psicológica del contacto físico, tocarse, abrazarse, palparse y la respuesta tierna ante estos actos, es mayor y más intensa que la necesidad sexual. Además, el contacto físico ha sido denominado el eslabón perdido entre el amor y el sexo (Allem y Martin, 1971).
Es más, el tocarse puede ser un ingrediente muy importante para eliminar el stress y la depresión general. Los seres humanos de todas las edades, pasados y culturas responden de manera más amistosa, amorosa y emocionalmente sana cuando han tenido la oportunidad de tocar o acariciar o de ser tocados o acariciados. Cuando hay ausencia de caricias o de contacto físico, actitudes marasmáticas o una sensación de 'desgaste', pueden generarse comportamientos afectivos negativos (Kirkendall, 1980).
El coito no puede igualarse con la intimidad total, aunque por desgracia constituye simplemente una respuesta física, sino con una afirmación madura de amor.
"El sexo quitado de la influencia positiva de la personalidad total puede ser monótono, aburrido, carente de estímulo y posiblemente exento de toda existencia y materialización (Masters y Johnson, 1975). Cuando la intimidad de una pareja es sólo el sexo, quedan solos para que piensen y sientan, sus mentes y corazones no son involucrados en el coito.
De ninguna manera puede afirmarse con bases científicas que tener un coito antes de una competencia atlética puede afectar el rendimiento de un hombre, aún en las pruebas de alta exigencia para el físico.
Se ha trazado una analogía entre la involucración del individuo en el trabajo y en el sexo.
En el trabajo, hay los que usan las manos y les llamamos jornaleros. Aquellos que trabajan con manos y el cerebro se denominan artesanos. Y aquellos que trabajan con las manos, la cabeza y corazón, son llamados artistas.
En el coito, el sexo puede emplearse como una experiencia estrictamente física, una forma momentánea de comunicación o de autoidentificación.
En un nivel más elevado, hay cierto grado de comportamiento mental y de comunicación verbal que se mezcla con la experiencia física. Al nivel más alto de sexualidad, las sensaciones físicas y las emociones se expresan libremente y se fusionan con la empatía y la sensibilidad hacia el compañero.
Esto es la verdadera intimidad sexual (Fujimoto, 1972).
La madurez, la libertad, la interdependencia y la plenitud que pueden hallarse en las relaciones amorosas con compromiso han sido magistralmente descriptas por Kahlil Gibran (1923): "...deja que haya espacio en tu intimidad. Y permite que los vientos de los cielos dancen contigo. Ama a todos tus semejantes, pero no hagas un eslabón del amor. Dejadlo más bien que sea un mar moviente entre las orillas de vuestras almas. Llénense ambas copas, pero no se beba de una copa nada más. Dense uno al otro el pan, pero no comáis del mismo pan solamente. Cantad y bailad juntos, y estad gozosos, pero dejad que cada uno de vosotros esté solo. Así como están solas las cuerdas de un laúd aunque vibran con la misma música. Dad vuestros corazones, pero no os mantengáis en el interior de cada uno. Ya que la mano de la vida puede contener vuestros corazones. Y permaneced juntos pero no demasiado juntos. Ya que los pilares del templo se encuentran apartados. Y el roble y el ciprés no crecen en la sombra del otro".
El sexo y el deporte
¿Es perjudicial para el deportista en cuanto a su máximo rendimiento atlético? Este concepto fue ampliamente controvertido. Veamos la posición médica racional al respecto: durante la actividad sexual, la demanda de oxígeno por el músculo cardíaco es leve y la frecuencia cardíaca máxima no es demasiado elevada. Una relación sexual equivale en esfuerzo físico a subir dos pisos por la escalera (Di bianco, 1989). Por lo tanto, es evidente que una eyaculación no puede debilitar a un hombre.

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La necesidad psicológica del contacto físico, tocarse, abrazarse, palparse y la respuesta tierna ante estos actos, es mayor y más intensa que la necesidad sexual. Además, el contacto físico ha sido denominado el eslabón perdido entre el amor y el sexo (Allem y Martin, 1971).
Es más, el tocarse puede ser un ingrediente muy importante para eliminar el stress y la depresión general. Los seres humanos de todas las edades, pasados y culturas responden de manera más amistosa, amorosa y emocionalmente sana cuando han tenido la oportunidad de tocar o acariciar o de ser tocados o acariciados. Cuando hay ausencia de caricias o de contacto físico, actitudes marasmáticas o una sensación de 'desgaste', pueden generarse comportamientos afectivos negativos (Kirkendall, 1980).
El coito no puede igualarse con la intimidad total, aunque por desgracia constituye simplemente una respuesta física, sino con una afirmación madura de amor.
"El sexo quitado de la influencia positiva de la personalidad total puede ser monótono, aburrido, carente de estímulo y posiblemente exento de toda existencia y materialización (Masters y Johnson, 1975). Cuando la intimidad de una pareja es sólo el sexo, quedan solos para que piensen y sientan, sus mentes y corazones no son involucrados en el coito.
De ninguna manera puede afirmarse con bases científicas que tener un coito antes de una competencia atlética puede afectar el rendimiento de un hombre, aún en las pruebas de alta exigencia para el físico.
Se ha trazado una analogía entre la involucración del individuo en el trabajo y en el sexo.
En el trabajo, hay los que usan las manos y les llamamos jornaleros. Aquellos que trabajan con manos y el cerebro se denominan artesanos. Y aquellos que trabajan con las manos, la cabeza y corazón, son llamados artistas.
En el coito, el sexo puede emplearse como una experiencia estrictamente física, una forma momentánea de comunicación o de autoidentificación.
En un nivel más elevado, hay cierto grado de comportamiento mental y de comunicación verbal que se mezcla con la experiencia física. Al nivel más alto de sexualidad, las sensaciones físicas y las emociones se expresan libremente y se fusionan con la empatía y la sensibilidad hacia el compañero.
Esto es la verdadera intimidad sexual (Fujimoto, 1972).
La madurez, la libertad, la interdependencia y la plenitud que pueden hallarse en las relaciones amorosas con compromiso han sido magistralmente descriptas por Kahlil Gibran (1923): "...deja que haya espacio en tu intimidad. Y permite que los vientos de los cielos dancen contigo. Ama a todos tus semejantes, pero no hagas un eslabón del amor. Dejadlo más bien que sea un mar moviente entre las orillas de vuestras almas. Llénense ambas copas, pero no se beba de una copa nada más. Dense uno al otro el pan, pero no comáis del mismo pan solamente. Cantad y bailad juntos, y estad gozosos, pero dejad que cada uno de vosotros esté solo. Así como están solas las cuerdas de un laúd aunque vibran con la misma música. Dad vuestros corazones, pero no os mantengáis en el interior de cada uno. Ya que la mano de la vida puede contener vuestros corazones. Y permaneced juntos pero no demasiado juntos. Ya que los pilares del templo se encuentran apartados. Y el roble y el ciprés no crecen en la sombra del otro".
El sexo y el deporte
¿Es perjudicial para el deportista en cuanto a su máximo rendimiento atlético? Este concepto fue ampliamente controvertido. Veamos la posición médica racional al respecto: durante la actividad sexual, la demanda de oxígeno por el músculo cardíaco es leve y la frecuencia cardíaca máxima no es demasiado elevada. Una relación sexual equivale en esfuerzo físico a subir dos pisos por la escalera (Di bianco, 1989). Por lo tanto, es evidente que una eyaculación no puede debilitar a un hombre.

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