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Preguntas y respuestas sobre sexo

Sabado, 03 de enero de 2015 00:20
Nuestros comportamientos y actitudes sexuales están considerablemente influenciados por nuestras creencias, pensamientos y percepciones sobre el sexo. La sexualidad es parte de nuestra herencia.
Sin embargo, los seres humanos no conocen su sexualidad por instinto; deben aprender los tres aspectos básicos de la sexualidad: el acpecto emocional, el fisiológico y el psicológico.
Sin embargo, en la actualidad, una gran parte de esta educación sexual es inconsciente, se toma al azar de lo que dicen y ocultan padres y compañeros. Esto produce confusión, ignorancia y sentimientos de culpa. Algunos individuos incluso, han reprimido esta parte vital de su existencia.
Una educación sexual apropiada, puede ayudar a ajustar la vida y romper este ciclo de ignorancia y culpa. La base de muchas de nuestras creencias sexuales, ya sean buenas o malas, correctas o incorrectas, proceden de la educación que recibimos en etapas tempranas de la vida. Esta educación, particularmente la religión y la historia, refleja conceptos milenarios que necesitan ser revisados a la luz de las circunstancias actuales.
Aquellos individuos con actitudes rígidas e inflexibles, perpetúan este ciclo de culpa-ignorancia e incrementan la angustia de muchos individuos de nuestra sociedad.
Una actitud abierta
Es necesaria una actitud abierta, comprensiva y sensitiva para superar los prejuicios y el fanatismo a cerca de la sexualidad humana. Es importante estudiar las diferencias entre las culturas y entenderlas como tales -como diferencias- y no anteponer juicios de valor a comportamientos sexuales que se distinguen del nuestro.
Nuestros comportamientos y actitudes sexuales están considerablemente influenciados por nuestras creencias, pensamientos y percepciones sobre el sexo. Las exigencias y expectativas culturales al igual que las enseñanzas y doctrinas religiosas, ayudan a moldear nuestra actitud con respecto al sexo.
Uno de los objetivos de crecer en sociedad es aprender a expresar adecuadamente nuestra sexualidad, sin la carga que representan las prohibiciones absurdas, o la ansiedad y culpas excesivas.
En las últimas dos décadas, ha habido una creciente liberalización de las actitudes sexuales y un marcado desapego hacia aquel criterio moral, que permitía más libertad en cuestiones sexuales al hombre que a la mujer. Por tanto, las actitudes sexuales maritales de mujeres y hombres adultos jóvenes, están convergiendo.
Un hecho particularmente importante, es el surgimiento de mujeres que asumen actitudes igualitarias en la sociedad. Las investigaciones sobre el impacto de las influencias sociales y religiosas en las actitudes sexuales, han demostrado que la religión "per se" no ejerce influencia negativa sobre el comportamiento sexual, pero que la culpa relacionada con el sexo que se adquiere como resultado de una educación religiosa, puede llegar a afectar el comportamiento.
Al parecer, los factores raciales no influyen en el surgimiento de diversas actitudes y comportamientos sexuales. Sin embargo, los factores políticos, económicos y religiosos, sí parecen producir diversos efectos.
Las jovencitas crecen con la idea de que el atractivo físico es la clave para el reconocimiento, mientras que los muchachos aprenden que la fuerza y el éxito son los indicadores del atractivo entre los hombres. Al aceptarse estos criterios sesgados de masculinidad-femeneidad, los jóvenes con frecuencia se ven atrapados en ciclos viciosos de comportamientos derrotistas.

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Nuestros comportamientos y actitudes sexuales están considerablemente influenciados por nuestras creencias, pensamientos y percepciones sobre el sexo. La sexualidad es parte de nuestra herencia.
Sin embargo, los seres humanos no conocen su sexualidad por instinto; deben aprender los tres aspectos básicos de la sexualidad: el acpecto emocional, el fisiológico y el psicológico.
Sin embargo, en la actualidad, una gran parte de esta educación sexual es inconsciente, se toma al azar de lo que dicen y ocultan padres y compañeros. Esto produce confusión, ignorancia y sentimientos de culpa. Algunos individuos incluso, han reprimido esta parte vital de su existencia.
Una educación sexual apropiada, puede ayudar a ajustar la vida y romper este ciclo de ignorancia y culpa. La base de muchas de nuestras creencias sexuales, ya sean buenas o malas, correctas o incorrectas, proceden de la educación que recibimos en etapas tempranas de la vida. Esta educación, particularmente la religión y la historia, refleja conceptos milenarios que necesitan ser revisados a la luz de las circunstancias actuales.
Aquellos individuos con actitudes rígidas e inflexibles, perpetúan este ciclo de culpa-ignorancia e incrementan la angustia de muchos individuos de nuestra sociedad.
Una actitud abierta
Es necesaria una actitud abierta, comprensiva y sensitiva para superar los prejuicios y el fanatismo a cerca de la sexualidad humana. Es importante estudiar las diferencias entre las culturas y entenderlas como tales -como diferencias- y no anteponer juicios de valor a comportamientos sexuales que se distinguen del nuestro.
Nuestros comportamientos y actitudes sexuales están considerablemente influenciados por nuestras creencias, pensamientos y percepciones sobre el sexo. Las exigencias y expectativas culturales al igual que las enseñanzas y doctrinas religiosas, ayudan a moldear nuestra actitud con respecto al sexo.
Uno de los objetivos de crecer en sociedad es aprender a expresar adecuadamente nuestra sexualidad, sin la carga que representan las prohibiciones absurdas, o la ansiedad y culpas excesivas.
En las últimas dos décadas, ha habido una creciente liberalización de las actitudes sexuales y un marcado desapego hacia aquel criterio moral, que permitía más libertad en cuestiones sexuales al hombre que a la mujer. Por tanto, las actitudes sexuales maritales de mujeres y hombres adultos jóvenes, están convergiendo.
Un hecho particularmente importante, es el surgimiento de mujeres que asumen actitudes igualitarias en la sociedad. Las investigaciones sobre el impacto de las influencias sociales y religiosas en las actitudes sexuales, han demostrado que la religión "per se" no ejerce influencia negativa sobre el comportamiento sexual, pero que la culpa relacionada con el sexo que se adquiere como resultado de una educación religiosa, puede llegar a afectar el comportamiento.
Al parecer, los factores raciales no influyen en el surgimiento de diversas actitudes y comportamientos sexuales. Sin embargo, los factores políticos, económicos y religiosos, sí parecen producir diversos efectos.
Las jovencitas crecen con la idea de que el atractivo físico es la clave para el reconocimiento, mientras que los muchachos aprenden que la fuerza y el éxito son los indicadores del atractivo entre los hombres. Al aceptarse estos criterios sesgados de masculinidad-femeneidad, los jóvenes con frecuencia se ven atrapados en ciclos viciosos de comportamientos derrotistas.

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