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Milagro en Luracatao

Martes, 29 de diciembre de 2015 23:32
<div>El cabo de la policía que rescató a la beba de las arenas frías de un paraje cercano a Luracatao; héroe humano, instrumento de Dios.&nbsp;</div><div>
Dos niñas recién nacidas fueron noticia durante el 2015. Sus historias, de llamativa tristeza, tuvieron finales diferentes. Una fue restituida a su hogar, donde actualmente es la felicidad de los suyos. En el otro caso, la beba permanece en adopción y su origen, nunca bien investigado, es una herida a futuro. El público lector se quedó en los cielos de Luracatao, donde el milagro se llama Esperanza.
El 29 de agosto, en víspera de la fiesta de la Pachamama o Madre Tierra, una bebé recién nacida fue encontrada semienterrada en inmediaciones de la localidad de Luracatao, municipio perteneciente al departamento vallisto de Molinos.
La madre, de 14 años, la abandonó a orillas de un camino vecinal.
"La desenterramos y la creíamos sin vida. Renació con un llanto inolvidable", dijo José Yapura, quien la encontró.
"Caminaba por una senda del paraje La Puerta cuando vi al borde del peñasco un enterratorio bordeado de terrones y cubierto por una rama de churqui. Dios quiso y me volví sobre mis pasos, me llamó el alma de alguien que no deseaba dejar este mundo sin dar su testimonio, su mensaje de dolor y su doloroso abandono". Así explicó por qué fue a ver algo que a simple vista no se veía. Descubrió que el cuerpo de un bebé se hallaba enterrado con arena hasta el cuello corrió en busca de un policía. "Me quedé sin aliento. Fui hasta la casa de Enrique Guaymás, un cabo de la policía provincial que estaba de franco y le conté lo que había hallado. Salimos corriendo, llegamos al lugar y el policía comenzó a sacar con cuidado los terrones, después la arena y así descubrimos a la nenita que se hallaba un poco de costado, como durmiendo, fría como una piedra, gris como la nostalgia, pero blandita".
"Al sentir las manos calientes del cabo milagrosamente se le escapó una pena, inaudible queja que se hizo grito en nuestros oídos y que jamás olvidaremos".
'Está viva!, gritamos, y el policía comenzó a friccionarla con la palma de las manos. Nos sacamos la campera y la cubrimos, porque estaba desnuda".
"Había estado enterrada cuantas horas no sé al lado de un peñasco, en un hueco con sombra, tapada con arena y terrones y una rama de churqui".
"No sé cómo la encontré, no sé qué mano me guió, no entiendo hasta ahora qué me pasó. Además, su desnudez hecha tierra nos hizo creer que era el hijo de la misma, nacida de ella en el mes de la Pachamama", recordó el cabo Guaymás.
En Salta
La familia Ibarra Manuele encontró a la beba recién nacida abandonada en una vereda del barrio Fraternidad. Era la siesta del domingo 19 de abril. Una tarde fría. La amamantaron, la arroparon y le pusieron Guadalupe. Como en todo caso de abandono, la familia informó a la Policía y con ello se desplegó el operativo para conocer quiénes eran sus padres y su familia. Al principio las esperanzas se centraron en que la beba tenía en un bracito el brazalete que le pusieron el 17 de abril, apenas nació. Sin embargo, la posibilidad de revincularla con su familia se fue desvaneciendo cuando se confirmó que la madre biológica dio datos falsos en el Hospital Materno Infantil. A ocho meses y medio de aquel doloroso abandono, Guadalupe como la llamó la familia Ibarra Manuele, está en el Hogar Casa Cuna a punto de entrar en el régimen de adopción.

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Dos niñas recién nacidas fueron noticia durante el 2015. Sus historias, de llamativa tristeza, tuvieron finales diferentes. Una fue restituida a su hogar, donde actualmente es la felicidad de los suyos. En el otro caso, la beba permanece en adopción y su origen, nunca bien investigado, es una herida a futuro. El público lector se quedó en los cielos de Luracatao, donde el milagro se llama Esperanza.
El 29 de agosto, en víspera de la fiesta de la Pachamama o Madre Tierra, una bebé recién nacida fue encontrada semienterrada en inmediaciones de la localidad de Luracatao, municipio perteneciente al departamento vallisto de Molinos.
La madre, de 14 años, la abandonó a orillas de un camino vecinal.
"La desenterramos y la creíamos sin vida. Renació con un llanto inolvidable", dijo José Yapura, quien la encontró.
"Caminaba por una senda del paraje La Puerta cuando vi al borde del peñasco un enterratorio bordeado de terrones y cubierto por una rama de churqui. Dios quiso y me volví sobre mis pasos, me llamó el alma de alguien que no deseaba dejar este mundo sin dar su testimonio, su mensaje de dolor y su doloroso abandono". Así explicó por qué fue a ver algo que a simple vista no se veía. Descubrió que el cuerpo de un bebé se hallaba enterrado con arena hasta el cuello corrió en busca de un policía. "Me quedé sin aliento. Fui hasta la casa de Enrique Guaymás, un cabo de la policía provincial que estaba de franco y le conté lo que había hallado. Salimos corriendo, llegamos al lugar y el policía comenzó a sacar con cuidado los terrones, después la arena y así descubrimos a la nenita que se hallaba un poco de costado, como durmiendo, fría como una piedra, gris como la nostalgia, pero blandita".
"Al sentir las manos calientes del cabo milagrosamente se le escapó una pena, inaudible queja que se hizo grito en nuestros oídos y que jamás olvidaremos".
'Está viva!, gritamos, y el policía comenzó a friccionarla con la palma de las manos. Nos sacamos la campera y la cubrimos, porque estaba desnuda".
"Había estado enterrada cuantas horas no sé al lado de un peñasco, en un hueco con sombra, tapada con arena y terrones y una rama de churqui".
"No sé cómo la encontré, no sé qué mano me guió, no entiendo hasta ahora qué me pasó. Además, su desnudez hecha tierra nos hizo creer que era el hijo de la misma, nacida de ella en el mes de la Pachamama", recordó el cabo Guaymás.
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La familia Ibarra Manuele encontró a la beba recién nacida abandonada en una vereda del barrio Fraternidad. Era la siesta del domingo 19 de abril. Una tarde fría. La amamantaron, la arroparon y le pusieron Guadalupe. Como en todo caso de abandono, la familia informó a la Policía y con ello se desplegó el operativo para conocer quiénes eran sus padres y su familia. Al principio las esperanzas se centraron en que la beba tenía en un bracito el brazalete que le pusieron el 17 de abril, apenas nació. Sin embargo, la posibilidad de revincularla con su familia se fue desvaneciendo cuando se confirmó que la madre biológica dio datos falsos en el Hospital Materno Infantil. A ocho meses y medio de aquel doloroso abandono, Guadalupe como la llamó la familia Ibarra Manuele, está en el Hogar Casa Cuna a punto de entrar en el régimen de adopción.

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