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Lavo, ordeno, reviso, cuento... Si no lo hago con todo no tengo paz

Miércoles, 15 de abril de 2015 00:30
Ordenar los lápices por tamaño y color, dejar la ropa doblada incluso cuando está para lavarse, limpiar las superficies cada vez que las toco, lavarse las manos más de 10 veces por día, revisar constantemente que las puertas y ventanas de la casa estén cerradas... Son algunas de las acciones que muchas personas realizan en forma reiterada y obsesiva, sin saber bien por qué y que además no pueden dejar de hacer, pues pierden la paz y la tranquilidad. Para muchos, estos comportamientos pueden resultar graciosos y hasta simpáticos si se quiere, pero para quienes los realizan en forma descontrolada no es así.
María Gabriela Fernández, psicóloga y miembro del Instituto Sincronía explica que el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es una enfermedad caracterizada esencialmente por la presencia de obsesiones y compulsiones. La edad más frecuente de comienzo del TOC es la adolescencia tardía o la adultez temprana. Si su desarrollo no se trata, es crónico, aumenta y generalmente está asociado a eventos estresantes que se dan en el curso de la propia vida.
Para saber cómo viven los salteños estos comportamientos -si es que los tienen- se consultó a través del Facebook de El Tribuno. Cristian Bautista fue el primero en contestar la consulta y aseguró que no sabe si es una obsesión pero siempre trata de tener las manos limpias. "Lo hago por prevención a alguna bacteria", aseguró. Analía Ledesma fue mucho más allá y confesó que no puede estar sin contar todo. "Siempre cuento todo y busco la forma de que sea par. Es decir cuento las partes de algo, por ejemplo ventanas, paredes, veredas, autos, personas, lo que esté en mi camino. Siempre quise saber el porqué", le escribió a este diario.
Al respecto la licenciada Fernández explicó que "las compulsiones, de carácter repetitivo y excesivo requieren una inversión de tiempo exagerado, obstaculizan el desarrollo de las actividades cotidianas y tienen la función de calmar la ansiedad aunque sea transitoriamente, mediante rituales. Tanto las obsesiones como las compulsiones se viven como absurdos". Para la especialista, estas obsesiones son una muestra más de lo que el estrés genera en la persona.
Hablamos de un trastorno cuando obsesiones y compulsiones se presentan más de una hora por día, todos los días interfiriendo en las actividades cotidianas, agobiando la vida familiar, social, laboral o académica de la persona.
Adita Ortiz fue otra de las personas que se animó a reconocer que se lava las manos cada 5 minutos. "Cualquier cosa es una buena excusa para lavarme las manos", aseguró. Este mismo comportamiento es el que tiene Néstor Fabián, quien se sumó la tendencia.
¿Qué hacer?
Desde el Insituto Sincronía destacaron que uno de los tratamientos que se puede realizar es el abordaje cognitivo conductual. "Este tratamiento consiste en la exposición a lo que se teme (pensamiento o realidad) con la prohibición de realizar conductas de evitación (rituales que buscan neutralizar la fuerza de las obsesiones). De forma que el paciente se arriesgue a experimentar la ansiedad para encontrarse con que es como cualquier otra emoción: tiene un alza, un pico y también un descenso de la fuerza de la obsesión", explicó la profesional. El objetivo de esta terapia es disminuir los síntomas, desarrollando la flexibilidad psicológica necesaria para que la ansiedad interfiera lo menos posible en su vida, en alcanzar sus objetivos, satisfacer sus necesidades e intereses, respetando sus valores.
Algunas obsesiones más comunes
Temor a contagiar o ser contagiado o contaminado; miedo a realizar una acción violenta, como lastimar a un ser querido o bien a uno mismo; necesidad de simetría y precisión: obsesión de colocar los objetos de manera simétrica o de tener los sucesos ordenados, o hacer y deshacer ciertas acciones motoras de una manera exacta a un lugar; preguntarse repetidas veces si se ha realizado una acción. Por ejemplo, ¿cerré la puerta?, ¿apagué la luz?, ¿cerré la llave de gas?; estar extremadamente preocupado y obsesionado por diversas funciones corporales, como la frecuencia cardíaca, aspectos de la imagen corporal o anatómica o el temor a desarrollar una enfermedad amenazante para la vida.

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Ordenar los lápices por tamaño y color, dejar la ropa doblada incluso cuando está para lavarse, limpiar las superficies cada vez que las toco, lavarse las manos más de 10 veces por día, revisar constantemente que las puertas y ventanas de la casa estén cerradas... Son algunas de las acciones que muchas personas realizan en forma reiterada y obsesiva, sin saber bien por qué y que además no pueden dejar de hacer, pues pierden la paz y la tranquilidad. Para muchos, estos comportamientos pueden resultar graciosos y hasta simpáticos si se quiere, pero para quienes los realizan en forma descontrolada no es así.
María Gabriela Fernández, psicóloga y miembro del Instituto Sincronía explica que el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es una enfermedad caracterizada esencialmente por la presencia de obsesiones y compulsiones. La edad más frecuente de comienzo del TOC es la adolescencia tardía o la adultez temprana. Si su desarrollo no se trata, es crónico, aumenta y generalmente está asociado a eventos estresantes que se dan en el curso de la propia vida.
Para saber cómo viven los salteños estos comportamientos -si es que los tienen- se consultó a través del Facebook de El Tribuno. Cristian Bautista fue el primero en contestar la consulta y aseguró que no sabe si es una obsesión pero siempre trata de tener las manos limpias. "Lo hago por prevención a alguna bacteria", aseguró. Analía Ledesma fue mucho más allá y confesó que no puede estar sin contar todo. "Siempre cuento todo y busco la forma de que sea par. Es decir cuento las partes de algo, por ejemplo ventanas, paredes, veredas, autos, personas, lo que esté en mi camino. Siempre quise saber el porqué", le escribió a este diario.
Al respecto la licenciada Fernández explicó que "las compulsiones, de carácter repetitivo y excesivo requieren una inversión de tiempo exagerado, obstaculizan el desarrollo de las actividades cotidianas y tienen la función de calmar la ansiedad aunque sea transitoriamente, mediante rituales. Tanto las obsesiones como las compulsiones se viven como absurdos". Para la especialista, estas obsesiones son una muestra más de lo que el estrés genera en la persona.
Hablamos de un trastorno cuando obsesiones y compulsiones se presentan más de una hora por día, todos los días interfiriendo en las actividades cotidianas, agobiando la vida familiar, social, laboral o académica de la persona.
Adita Ortiz fue otra de las personas que se animó a reconocer que se lava las manos cada 5 minutos. "Cualquier cosa es una buena excusa para lavarme las manos", aseguró. Este mismo comportamiento es el que tiene Néstor Fabián, quien se sumó la tendencia.
¿Qué hacer?
Desde el Insituto Sincronía destacaron que uno de los tratamientos que se puede realizar es el abordaje cognitivo conductual. "Este tratamiento consiste en la exposición a lo que se teme (pensamiento o realidad) con la prohibición de realizar conductas de evitación (rituales que buscan neutralizar la fuerza de las obsesiones). De forma que el paciente se arriesgue a experimentar la ansiedad para encontrarse con que es como cualquier otra emoción: tiene un alza, un pico y también un descenso de la fuerza de la obsesión", explicó la profesional. El objetivo de esta terapia es disminuir los síntomas, desarrollando la flexibilidad psicológica necesaria para que la ansiedad interfiera lo menos posible en su vida, en alcanzar sus objetivos, satisfacer sus necesidades e intereses, respetando sus valores.
Algunas obsesiones más comunes
Temor a contagiar o ser contagiado o contaminado; miedo a realizar una acción violenta, como lastimar a un ser querido o bien a uno mismo; necesidad de simetría y precisión: obsesión de colocar los objetos de manera simétrica o de tener los sucesos ordenados, o hacer y deshacer ciertas acciones motoras de una manera exacta a un lugar; preguntarse repetidas veces si se ha realizado una acción. Por ejemplo, ¿cerré la puerta?, ¿apagué la luz?, ¿cerré la llave de gas?; estar extremadamente preocupado y obsesionado por diversas funciones corporales, como la frecuencia cardíaca, aspectos de la imagen corporal o anatómica o el temor a desarrollar una enfermedad amenazante para la vida.

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