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El poder de un sueño: la papa andina convocó a miles de personas

Domingo, 19 de julio de 2015 01:05
Foto: Silvia Granara

El 5º Festival de la Papa Andina fue un éxito absoluto. Una inusual hilera de autos serpenteaba la Quebrada del Toro, pasando Campo Quijano, por la ruta nacional 51. Más de mil vehículos, incluidos 20 colectivos, fueron llegando a la localidad de El Alfarcito, donde hace cinco años cobra vida la visión y el sueño del fallecido, pero imborrable padre Chifri, como le decían al cura gaucho que volaba en parapente, Sigfrido Maximiliano Moroder. El día acompañó con un sol pleno y cientos de salteños salieron a disfrutarlo camino a la Puna. Los turistas y visitantes se llevaron las mejores papas andinas del mercado, entregadas por los mismísimos productores que levantaron esos frutos de la tierra, allá donde los campos se surcan con arados de madera y mulares, a unos 3.000 metros de altura.

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El 5º Festival de la Papa Andina fue un éxito absoluto. Una inusual hilera de autos serpenteaba la Quebrada del Toro, pasando Campo Quijano, por la ruta nacional 51. Más de mil vehículos, incluidos 20 colectivos, fueron llegando a la localidad de El Alfarcito, donde hace cinco años cobra vida la visión y el sueño del fallecido, pero imborrable padre Chifri, como le decían al cura gaucho que volaba en parapente, Sigfrido Maximiliano Moroder. El día acompañó con un sol pleno y cientos de salteños salieron a disfrutarlo camino a la Puna. Los turistas y visitantes se llevaron las mejores papas andinas del mercado, entregadas por los mismísimos productores que levantaron esos frutos de la tierra, allá donde los campos se surcan con arados de madera y mulares, a unos 3.000 metros de altura.

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Los padres de Chifri dejan flores para su hijo. Foto: Silvia Granara

Más de 4.000 personas pasaron ayer por El Alfarcito. Se llevan el aire fresco de los cerros y la sonrisa franca de los pobladores de la zona. Esa gente campesina, trabajadores de algunas de las 25 comunidades originarias de esta parte de la precordillera salteña, tuvo ayer su día.

Los visitantes deambulaban llenos de bolsas con papas de las más variadas formas y colores. Sobrecitos con yuyos del cerro, muña-muña, arca-yuyo, pupusa. Los quesos de cabra se acabaron temprano. Salían los platos con mote, papines, charqui y todo tipo de carnes. El locutor saludó a los papás de Chifri, Ana y Sigfrido, los más requeridos por los lugareños, que aunque con timidez, no ocultaban su emoción. "Todos sentimos lo mismo: acá está presente el padre Chifri", contó Daniel Canónica, presidente de la Fundación Alfarcito, el legado vivo del curita que nació en Buenos Aires, pero que fue adoptado por Salta y su gente.
"Hay que venir todos los años para ayudar con este evento que es tan lindo", dice Ema, de 75 años que llegó desde Salta Capital. "No conocía. Me parece muy lindo", contó Antonio, de Tres Cerritos. "Uno pensaba que hacía frío o esas cosas, pero vale la pena aventurarse", opinó su mujer, Tina Velázquez, de Castañares.
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Gladys Cruz, izquierda, de 23 años, es una productora de Las Cuevas y tiene un puesto de venta de pasas desde el primer día. Foto: Silvia Granara

"Vendemos choclos de la Quebrada del Toro y quesito i cabra de La Quesera", nos cuenta Soila, de 49 años, de Santa Rosa de Tastil. Vilma Tolaba, de 43 años y cinco hijos, está vendiendo la cosecha de papas de su familia. "La venta viene bien, arrancamos a las 9, pero la gente ya estaba desde temprano. El tiempo acompaña. Yo vengo a ayudar a mi papá, productor de Las Capillas", explica mientras entrega el cambio a una clienta. En el puesto de al lado, los cachetes de la productora Gladis Cruz, de 23 años, se van cubriendo de rojo mientras le habla a la cámara. Sus amigas sonríen y le dan ánimos. "Estoy desde la primer feria. Por suerte siempre me fue bien y estamos haciendo lo que más quería el padre Chifri", dice la joven de Las Cuevas. Todo empezó como un sueño: que la gente de los cerros pudiera vivir de su tierra y en su tierra, sin tener que migrar. Con dificultades y sacrificios hoy se hizo realidad.
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La orquesta In Crescendo estuvo presente. Foto: Silvia Granara

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