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Manchas necesita volver a su casa o conseguir un hogar de tránsito | Llamado a la solidaridad

Sabado, 25 de julio de 2015 15:33
<div>Manchas no ha perdido el apetito y sabe disfrutar del sol. Juan Barthe</div>
Hay dos formas de mirar el mundo: desde un microscopio o desde un telescopio. El escritor Eduardo Galeano tenía un ojo puesto en cada mirilla porque sabía abordar grandes historias pero también era capaz de mirar lo que no se mira, pero que merece ser mirado: la historia de "los nadies". El micromundo de los anónimos que andan por la calle, de los olvidados o despreciados.
En esta nota intentaremos usar esta segunda mirilla para contar la breve historia que hasta aquí conocemos de un perro que -con toda la obviedad del mundo- llamaremos Manchas. Y en el acto de contar sus días intentaremos activar una red solidaria de ojos y corazones atentos.
Una manito para Manchas ¿Conocés a este perrito? Necesita gente macanuda que lo ayude a volver a su casa. Si querés ayudarnos a darle un final feliz a su historia comunicate al 4246226 (de 16 a 21), o escribinos a espectaculos@ eltribuno.com.ar.
Manchas está hace alrededor de una semana en el complejo editorial de diario El Tribuno. Es un mestizo de porte mediano a grande y tiene pelaje blanco con manchas negras. Es un poco temeroso y sus ojitos marrones destilan dulzura y algo de tristeza. Aparentemente lo atropellaron y entró al predio buscando cobijo. Tiene la patita delantera izquierda quebrada pero aún así él derrocha vitalidad. Sospechamos que debe tener un hogar porque no está baqueteado como suelen estarlo los perritos a los que la sociedad condena a ser "nadies" en la calle. Ya lo atendió un veterinario y lo medicó para bajar la inflamación y aliviarle el dolor. Lo que sigue- para que no pierda la movilidad de la pata lesionada- es operarlo. El final ideal de esta historia sería que apareciera su familia y le diera a Manchas -o como se llame en realidad- la atención y la calidez que se merece y -seguramente- extraña. Les pedimos a los lectores que activen su mirada atenta a ver si reconocen en este perrito a la mascota de algún amigo, familiar o vecino. Si el primer final feliz no se da, Manchas necesita operarse igualmente pero para ello es fundamental conseguir un hogar provisorio en donde pueda quedarse hasta recuperarse por completo de la intervención. Actualmente Manchas se encuentra retenido pero puede volver en cualquier momento a la calle porque el predio donde está no es del todo seguro.
manchas.jpg
Manchas no ha perdido el apetito y sabe disfrutar del sol. Juan Barthe

Para completar este segundo final feliz será necesario también conseguirle una familia adoptiva que le dé el cariño que se merece y que lo resguarde de los peligros de la calle.
La de Manchas es -hasta aquí- la historia trunca de un perrito anónimo que necesita volver a su casa (la opción ideal) o encontrar un nuevo hogar (segunda excelente opción). A partir de estas historias minúsculas es que las personas solemos asomarnos a los grandes misterios de la vida, de la humana persistencia de pelear "por un mundo que sea la casa de muchos y no, la casa de poquitos y el infierno de la mayoría" (insistía Galeano, el maestro de las pequeñas historias). Involucrarse con quienes necesitan una mano implica muchas veces salirse de la zona de confort, pero siempre termina siendo una gran experiencia para ambas partes.
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Hay dos formas de mirar el mundo: desde un microscopio o desde un telescopio. El escritor Eduardo Galeano tenía un ojo puesto en cada mirilla porque sabía abordar grandes historias pero también era capaz de mirar lo que no se mira, pero que merece ser mirado: la historia de "los nadies". El micromundo de los anónimos que andan por la calle, de los olvidados o despreciados.
En esta nota intentaremos usar esta segunda mirilla para contar la breve historia que hasta aquí conocemos de un perro que -con toda la obviedad del mundo- llamaremos Manchas. Y en el acto de contar sus días intentaremos activar una red solidaria de ojos y corazones atentos.
Una manito para Manchas ¿Conocés a este perrito? Necesita gente macanuda que lo ayude a volver a su casa. Si querés ayudarnos a darle un final feliz a su historia comunicate al 4246226 (de 16 a 21), o escribinos a espectaculos@ eltribuno.com.ar.
Manchas está hace alrededor de una semana en el complejo editorial de diario El Tribuno. Es un mestizo de porte mediano a grande y tiene pelaje blanco con manchas negras. Es un poco temeroso y sus ojitos marrones destilan dulzura y algo de tristeza. Aparentemente lo atropellaron y entró al predio buscando cobijo. Tiene la patita delantera izquierda quebrada pero aún así él derrocha vitalidad. Sospechamos que debe tener un hogar porque no está baqueteado como suelen estarlo los perritos a los que la sociedad condena a ser "nadies" en la calle. Ya lo atendió un veterinario y lo medicó para bajar la inflamación y aliviarle el dolor. Lo que sigue- para que no pierda la movilidad de la pata lesionada- es operarlo. El final ideal de esta historia sería que apareciera su familia y le diera a Manchas -o como se llame en realidad- la atención y la calidez que se merece y -seguramente- extraña. Les pedimos a los lectores que activen su mirada atenta a ver si reconocen en este perrito a la mascota de algún amigo, familiar o vecino. Si el primer final feliz no se da, Manchas necesita operarse igualmente pero para ello es fundamental conseguir un hogar provisorio en donde pueda quedarse hasta recuperarse por completo de la intervención. Actualmente Manchas se encuentra retenido pero puede volver en cualquier momento a la calle porque el predio donde está no es del todo seguro.
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Manchas no ha perdido el apetito y sabe disfrutar del sol. Juan Barthe

Para completar este segundo final feliz será necesario también conseguirle una familia adoptiva que le dé el cariño que se merece y que lo resguarde de los peligros de la calle.
La de Manchas es -hasta aquí- la historia trunca de un perrito anónimo que necesita volver a su casa (la opción ideal) o encontrar un nuevo hogar (segunda excelente opción). A partir de estas historias minúsculas es que las personas solemos asomarnos a los grandes misterios de la vida, de la humana persistencia de pelear "por un mundo que sea la casa de muchos y no, la casa de poquitos y el infierno de la mayoría" (insistía Galeano, el maestro de las pequeñas historias). Involucrarse con quienes necesitan una mano implica muchas veces salirse de la zona de confort, pero siempre termina siendo una gran experiencia para ambas partes.
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