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Martina Maini: "Es difícil que se reconozca a la trata de personas como un delito. Hay muchas idas y vueltas"

Martes, 26 de enero de 2016 01:30
Martina Maini es psicóloga especializada en temas comunitarios y coordina el proyecto de movilidad humana en situación de trata, tráfico y explotación de la Fundación Comisión Católica Argentina de Migraciones. Estuvo en Salta para trabajar en el proyecto de prevención de la trata de personas que la organización desarrolla en el NOA.
En diálogo con El Tribuno, opinó que se necesita coordinación entre las diferentes instituciones que deben intervenir en el tema, y dijo que falta un "enfoque de derechos".
¿En qué consiste el proyecto de movilidad humana en situación de trata?
La fundación, de por sí, trabaja el tema de la movilidad humana con refugiados y solicitantes de refugio. Ofrece servicios de trabajadoras sociales, abogados y clases de castellano o derivaciones a otras instituciones.
Adentro de la fundación, dependiendo de la Comisión Episcopal, está la pastoral de turismo que viene trabajando hace muchos años. A nivel nacional se está trabajando mucho el tema trata, tráfico y explotación de niños en viajes y turismo.
Todo eso fue y sigue siendo un proyecto de sensibilización en todo lo que son los hoteles e instituciones implicadas en el turismo para sensibilizar en la temática de la explotación sexual de niños en Argentina, que hay mucha. Todo este trabajo fue un antecedente en el que nos empezamos a plantear el tema de la trata y el tráfico.
Hay mucha trata vinculada a la movilidad humana. Empezamos un proyecto desde agosto, se está desarrollando en Buenos Aires y en el NOA, con acciones concretas en Salta, Jujuy y Santiago del Estero en particular.
"Falta más diagramación y comunicación entre instituciones como Policía, Gendarmería y Poder Judicial".
¿Qué situación encontraron en las provincias del norte con respecto a la trata?
Son zonas vulnerables y fronterizas, donde la movilidad humana muchas veces es causada por necesidades y por agencias bien organizadas de trata o de explotación de personas.
Ya teníamos esta información y, por esta razón, se decidió desarrollar en esta zona el proyecto. Los primeros seis meses fueron de diagnóstico y de mapeo. Se hicieron entrevistas con instituciones, ONG, policías y Gendarmería.
¿La trata y explotación sexual vinculada con el turismo se da en provincias como Salta?
En 2013 se firmó un acta de compromiso con instituciones involucradas en el turismo que se comprometían a prestar atención a la temática, sensibilizar y prevenir casos de explotación sexual de niños y niñas en hoteles y otros establecimientos.
Muchas instituciones se sumaron. Hicimos un acuerdo con una compañía de transporte terrestre, que se comprometió a distribuir folletos contra la explotación de niños y niñas en turismo junto con la vianda que daban en el viaje.
Nos dimos cuenta de que muchas veces lo que falta es información. Vimos que muchos son los testimonios de recepcionistas que, en el turno noche, reciben proposiciones de propinas para poder dejar entrar a adultos con menores.
A partir de eso, se trató de profundizar la temática. Vimos cómo la explotación estaba presente y la trata también. De ahí nació la necesidad de hacer un proyecto más específico.
Ayer volvimos de una gira por el norte. Estuvimos en Orán y Tartagal, donde hay dos refugios para víctimas de violencia y de trata de personas.
Es necesario vincular más a los actores que reciben las denuncias y que acompañan a las víctimas.
Los recursos existen. Hay que diagramar y hacer alianzas estratégicas. El proyecto está en la mitad. La segunda mitad, de enero en adelante, es llevar adelante todo lo que estuvimos estudiando.
¿Qué falta para tener una frontera más segura?
Más diagramación y comunicación entre instituciones como la Policía, Gendarmería y el Poder Judicial. Hay muchos recursos pero no están en red entre ellos. A veces lo que falla es la capacidad de comunicación.
Hay que empoderar a las instituciones que están presentes constantemente en el territorio. Nuestro objetivo es fortalecerlas.
"Hay una naturalización de la explotación muy presente y, en áreas fronterizas, aún más".
En Argentina se consideró un gran avance la declaración de la trata como delito federal. Sin embargo, hay pocas condenas.

Por ahí cuesta reconocer la trata como delito. Hay muchas vueltas y ese es uno de los problemas también. En los refugios que estuvimos visitando vemos que, lamentablemente, que las víctimas no llegan ahí.
Antes de judicializar un caso, de reconocer a una víctima de trata, hay muchas idas y vueltas. Es como que se termina no reconociéndolo y no protegiendo a la víctima como es necesario.
Hay excusas, como decir: "Lo decidieron... firmaron un contrato para trabajar 20 horas por día".
Es complicado. Es un enfoque de derechos lo que falta. Hay una naturalización de la explotación que acá en el norte está bien presente y, en áreas fronterizas, aún más.
Hay cosas que se justifican como que son culturales. A veces se dice que "es cultural" que los niños vayan a la finca con los padres a trabajar.
Por eso queremos trabajar con los docentes y apostando a una educación diferente. Es el enfoque de derechos lo que falta. Reconocer los derechos.
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Martina Maini es psicóloga especializada en temas comunitarios y coordina el proyecto de movilidad humana en situación de trata, tráfico y explotación de la Fundación Comisión Católica Argentina de Migraciones. Estuvo en Salta para trabajar en el proyecto de prevención de la trata de personas que la organización desarrolla en el NOA.
En diálogo con El Tribuno, opinó que se necesita coordinación entre las diferentes instituciones que deben intervenir en el tema, y dijo que falta un "enfoque de derechos".
¿En qué consiste el proyecto de movilidad humana en situación de trata?
La fundación, de por sí, trabaja el tema de la movilidad humana con refugiados y solicitantes de refugio. Ofrece servicios de trabajadoras sociales, abogados y clases de castellano o derivaciones a otras instituciones.
Adentro de la fundación, dependiendo de la Comisión Episcopal, está la pastoral de turismo que viene trabajando hace muchos años. A nivel nacional se está trabajando mucho el tema trata, tráfico y explotación de niños en viajes y turismo.
Todo eso fue y sigue siendo un proyecto de sensibilización en todo lo que son los hoteles e instituciones implicadas en el turismo para sensibilizar en la temática de la explotación sexual de niños en Argentina, que hay mucha. Todo este trabajo fue un antecedente en el que nos empezamos a plantear el tema de la trata y el tráfico.
Hay mucha trata vinculada a la movilidad humana. Empezamos un proyecto desde agosto, se está desarrollando en Buenos Aires y en el NOA, con acciones concretas en Salta, Jujuy y Santiago del Estero en particular.
"Falta más diagramación y comunicación entre instituciones como Policía, Gendarmería y Poder Judicial".
¿Qué situación encontraron en las provincias del norte con respecto a la trata?
Son zonas vulnerables y fronterizas, donde la movilidad humana muchas veces es causada por necesidades y por agencias bien organizadas de trata o de explotación de personas.
Ya teníamos esta información y, por esta razón, se decidió desarrollar en esta zona el proyecto. Los primeros seis meses fueron de diagnóstico y de mapeo. Se hicieron entrevistas con instituciones, ONG, policías y Gendarmería.
¿La trata y explotación sexual vinculada con el turismo se da en provincias como Salta?
En 2013 se firmó un acta de compromiso con instituciones involucradas en el turismo que se comprometían a prestar atención a la temática, sensibilizar y prevenir casos de explotación sexual de niños y niñas en hoteles y otros establecimientos.
Muchas instituciones se sumaron. Hicimos un acuerdo con una compañía de transporte terrestre, que se comprometió a distribuir folletos contra la explotación de niños y niñas en turismo junto con la vianda que daban en el viaje.
Nos dimos cuenta de que muchas veces lo que falta es información. Vimos que muchos son los testimonios de recepcionistas que, en el turno noche, reciben proposiciones de propinas para poder dejar entrar a adultos con menores.
A partir de eso, se trató de profundizar la temática. Vimos cómo la explotación estaba presente y la trata también. De ahí nació la necesidad de hacer un proyecto más específico.
Ayer volvimos de una gira por el norte. Estuvimos en Orán y Tartagal, donde hay dos refugios para víctimas de violencia y de trata de personas.
Es necesario vincular más a los actores que reciben las denuncias y que acompañan a las víctimas.
Los recursos existen. Hay que diagramar y hacer alianzas estratégicas. El proyecto está en la mitad. La segunda mitad, de enero en adelante, es llevar adelante todo lo que estuvimos estudiando.
¿Qué falta para tener una frontera más segura?
Más diagramación y comunicación entre instituciones como la Policía, Gendarmería y el Poder Judicial. Hay muchos recursos pero no están en red entre ellos. A veces lo que falla es la capacidad de comunicación.
Hay que empoderar a las instituciones que están presentes constantemente en el territorio. Nuestro objetivo es fortalecerlas.
"Hay una naturalización de la explotación muy presente y, en áreas fronterizas, aún más".
En Argentina se consideró un gran avance la declaración de la trata como delito federal. Sin embargo, hay pocas condenas.

Por ahí cuesta reconocer la trata como delito. Hay muchas vueltas y ese es uno de los problemas también. En los refugios que estuvimos visitando vemos que, lamentablemente, que las víctimas no llegan ahí.
Antes de judicializar un caso, de reconocer a una víctima de trata, hay muchas idas y vueltas. Es como que se termina no reconociéndolo y no protegiendo a la víctima como es necesario.
Hay excusas, como decir: "Lo decidieron... firmaron un contrato para trabajar 20 horas por día".
Es complicado. Es un enfoque de derechos lo que falta. Hay una naturalización de la explotación que acá en el norte está bien presente y, en áreas fronterizas, aún más.
Hay cosas que se justifican como que son culturales. A veces se dice que "es cultural" que los niños vayan a la finca con los padres a trabajar.
Por eso queremos trabajar con los docentes y apostando a una educación diferente. Es el enfoque de derechos lo que falta. Reconocer los derechos.
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