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Rodolfo Gallo Cornejo: "No voy a hacer un rectorado de liderazgo mesiánico, yo trabajo en equipo"

Jueves, 04 de febrero de 2016 01:30
Rodolfo Gallo Cornejo, nuevo rector de la Universidad Católica de Salta. Andrés Mansilla
Cambio, integración, excelencia. Fueron las palabras más repetidas del nuevo rector de la Universidad Católica de Salta (Ucasal), Rodolfo Gallo Cornejo, durante una entrevista que le concedió a El Tribuno horas antes de asumir en sus funciones. Es ingeniero civil egresado de la Ucasal, donde lleva 25 años de docencia, y ayer reemplazó al sacerdote Jorge Antonio Manzaraz, quien dirigió por cinco años la casa de altos estudios privada. De esta manera, la universidad vuelve a estar a cargo de un laico.

¿Cómo recibe la Ucasal y cuál es su meta?

La Ucasal está en un buen momento, justo para dar el salto a un nivel de excelencia académica. Nuestra meta es también integrarla a la sociedad. Ya nos contactamos con los gobiernos provincial, municipal y nacional. La historia no empieza cuando uno llega, hay un trabajo importante hecho antes y lo único que uno hace es tratar de llegar uno o varios escalones más arriba. La idea es formar un equipo fuerte para trabajar. No voy a hacer un rectorado de liderazgo mesiánico, yo trabajo en equipo.

Estamos en tiempo de inscripciones, ¿cuántos serán los ingresantes y cómo se trabaja con ellos?

Estamos muy optimistas con las inscripciones y recién en marzo tendremos números. A los ingresantes se le hace un ciclo de introducción a la vida universitaria, común a todas las carreras. Las más técnicas, como Arquitectura e Ingeniería, tienen un curso que empieza en los próximos días hasta principio de marzo, para reforzar matemática y física. Es una forma de orientar al chico que llega porque es claro que el salto entre la secundaria y universidad es grande, y cada vez se hace más grande.

¿El bajo nivel de los ingresantes y la deserción en el primer año son también un problema en las universidades privadas?

Es un problema común en todas las universidades argentinas. Nosotros tenemos índices de deserción menores porque somos una universidad más chica, más personalizada. No somos una universidad masiva, pero pretendemos ser de excelencia, lo que implica una mayor cercanía con el chico intentando salvar esa brecha.

¿Cuál es el nivel de deserción en la Ucasal?

Cerca del 20 por ciento. El primer año es crítico, ahí el chico da o el gran salto o el gran golpe; una vez que pasó el primero tiene una maduración importantísima y en segundo ya se encamina. Pero después se presenta otro problema: la graduación.

Informes nacionales señalan que la eficacia de graduación en la Argentina es baja ¿Cómo analiza esto?
Según un informe de la CEA, la tasa de graduación en la Universidad Católica está arriba de la media, eso para nosotros representa una fortaleza. Pero sin dudas el tema de la eficacia es un problema del sistema universitario argentino. La formación de base de un profesional es muy exigente en la Argentina, eso me parece que influye en la tasa, pero para mí no es una debilidad sino una fortaleza. La largada al mercado de forma anticipada influye en forma negativa. También hay cosas que tenemos que revisar en las universidades, que son exigencias académicas para recibirse: los trabajos finales o tesis, que muchas veces constituyen una barrera importante. Hay que repensar la utilidad de eso y ver. El sistema universitario argentino se debe una autoreflexión. La solución no pasa por el facilismo y bajar la exigencia sino por subir a los chicos, que ya son adultos, a esta necesidad de graduarse.

¿En la Católica cuántos se graduaron en 2015?

Unos 1.200, porque entre 500 y 600 hubo en la colación de mitad de año y otro tanto a fin de año. Los chicos muchas veces terminan de cursar y empiezan a trabajar y a perder contacto con la universidad. No está mal que trabajen, pero el tema es que lleguen con la menor cantidad de materias posibles y que terminen. Eso es un gran desafío de la universidad. Es una lástima después de haber hecho todo el trayecto y el esfuerzo personal y familiar llegar al borde y no terminar. Es casi un crimen.

¿Son muchos lo que quedan al borde?

Son bastantes. Notamos la tendencia con las pasantías, una cosa que hoy se usa mucho y que, bien hecha, le sirve al alumno porque comienza a tomar contacto con el mundo profesional. La cuestión es que no se quede enganchado con eso sin recibirse, porque después significa un techo profesional.

¿Cuántos pasantes tienen por año?

Por año entre 250 y 300, por convenios con distintas empresas.

¿Qué análisis hace de la educación privada universitaria?

La tasa de crecimiento de la matrícula y de instituciones privadas ha sido elevada en el último tiempo. Eso es positivo porque la educación privada te da una gran diversidad de miradas. La educación privada está siendo puesta en valor y es un avance importante, de hecho el presidente de la Argentina es egresado de la Universidad Católica Argentina. Lo digo como símbolo, yo conozco las dos universidades, también he sido alumno en la estatal, creo que no es una guerra entre la pública y privada.

¿Qué la diferencia de la pública?
Muchas cosas. Yo hago la diferencia positiva. La formación de la persona y la educación personalizada. Pero creo que es una tendencia mundial que todas las universidades están llamadas a trabajar en redes. Ya no es que no se comparte y una tiene toda la ciencia y la otra no. Ahora el conocimiento fluye a una velocidad impresionante. No tengo ningún prejuicio con la universidad pública, debemos trabajar por el bien de la sociedad.

¿Es un mito que los títulos de las universidades privadas cuentan con menos prestigio que las públicas?

Sí, es un mito. Ese mito comenzó a caerse en el momento que todas las carreras estatales y privadas empezaron a pasar por un proceso de acreditación de la Coneau, que es un organismo estatal. Ese mito, de que había universidades de primera o de diferentes niveles de graduación, se está revirtiendo porque ahora parece que los mejor preparados salen de las universidades privadas. Hoy las grandes empresas están prefiriendo graduados de universidades privadas y no públicas. Pero hay un estándar que debemos cumplir todas las universidades y que está medido por la Coneau.

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Cambio, integración, excelencia. Fueron las palabras más repetidas del nuevo rector de la Universidad Católica de Salta (Ucasal), Rodolfo Gallo Cornejo, durante una entrevista que le concedió a El Tribuno horas antes de asumir en sus funciones. Es ingeniero civil egresado de la Ucasal, donde lleva 25 años de docencia, y ayer reemplazó al sacerdote Jorge Antonio Manzaraz, quien dirigió por cinco años la casa de altos estudios privada. De esta manera, la universidad vuelve a estar a cargo de un laico.

¿Cómo recibe la Ucasal y cuál es su meta?

La Ucasal está en un buen momento, justo para dar el salto a un nivel de excelencia académica. Nuestra meta es también integrarla a la sociedad. Ya nos contactamos con los gobiernos provincial, municipal y nacional. La historia no empieza cuando uno llega, hay un trabajo importante hecho antes y lo único que uno hace es tratar de llegar uno o varios escalones más arriba. La idea es formar un equipo fuerte para trabajar. No voy a hacer un rectorado de liderazgo mesiánico, yo trabajo en equipo.

Estamos en tiempo de inscripciones, ¿cuántos serán los ingresantes y cómo se trabaja con ellos?

Estamos muy optimistas con las inscripciones y recién en marzo tendremos números. A los ingresantes se le hace un ciclo de introducción a la vida universitaria, común a todas las carreras. Las más técnicas, como Arquitectura e Ingeniería, tienen un curso que empieza en los próximos días hasta principio de marzo, para reforzar matemática y física. Es una forma de orientar al chico que llega porque es claro que el salto entre la secundaria y universidad es grande, y cada vez se hace más grande.

¿El bajo nivel de los ingresantes y la deserción en el primer año son también un problema en las universidades privadas?

Es un problema común en todas las universidades argentinas. Nosotros tenemos índices de deserción menores porque somos una universidad más chica, más personalizada. No somos una universidad masiva, pero pretendemos ser de excelencia, lo que implica una mayor cercanía con el chico intentando salvar esa brecha.

¿Cuál es el nivel de deserción en la Ucasal?

Cerca del 20 por ciento. El primer año es crítico, ahí el chico da o el gran salto o el gran golpe; una vez que pasó el primero tiene una maduración importantísima y en segundo ya se encamina. Pero después se presenta otro problema: la graduación.

Informes nacionales señalan que la eficacia de graduación en la Argentina es baja ¿Cómo analiza esto?
Según un informe de la CEA, la tasa de graduación en la Universidad Católica está arriba de la media, eso para nosotros representa una fortaleza. Pero sin dudas el tema de la eficacia es un problema del sistema universitario argentino. La formación de base de un profesional es muy exigente en la Argentina, eso me parece que influye en la tasa, pero para mí no es una debilidad sino una fortaleza. La largada al mercado de forma anticipada influye en forma negativa. También hay cosas que tenemos que revisar en las universidades, que son exigencias académicas para recibirse: los trabajos finales o tesis, que muchas veces constituyen una barrera importante. Hay que repensar la utilidad de eso y ver. El sistema universitario argentino se debe una autoreflexión. La solución no pasa por el facilismo y bajar la exigencia sino por subir a los chicos, que ya son adultos, a esta necesidad de graduarse.

¿En la Católica cuántos se graduaron en 2015?

Unos 1.200, porque entre 500 y 600 hubo en la colación de mitad de año y otro tanto a fin de año. Los chicos muchas veces terminan de cursar y empiezan a trabajar y a perder contacto con la universidad. No está mal que trabajen, pero el tema es que lleguen con la menor cantidad de materias posibles y que terminen. Eso es un gran desafío de la universidad. Es una lástima después de haber hecho todo el trayecto y el esfuerzo personal y familiar llegar al borde y no terminar. Es casi un crimen.

¿Son muchos lo que quedan al borde?

Son bastantes. Notamos la tendencia con las pasantías, una cosa que hoy se usa mucho y que, bien hecha, le sirve al alumno porque comienza a tomar contacto con el mundo profesional. La cuestión es que no se quede enganchado con eso sin recibirse, porque después significa un techo profesional.

¿Cuántos pasantes tienen por año?

Por año entre 250 y 300, por convenios con distintas empresas.

¿Qué análisis hace de la educación privada universitaria?

La tasa de crecimiento de la matrícula y de instituciones privadas ha sido elevada en el último tiempo. Eso es positivo porque la educación privada te da una gran diversidad de miradas. La educación privada está siendo puesta en valor y es un avance importante, de hecho el presidente de la Argentina es egresado de la Universidad Católica Argentina. Lo digo como símbolo, yo conozco las dos universidades, también he sido alumno en la estatal, creo que no es una guerra entre la pública y privada.

¿Qué la diferencia de la pública?
Muchas cosas. Yo hago la diferencia positiva. La formación de la persona y la educación personalizada. Pero creo que es una tendencia mundial que todas las universidades están llamadas a trabajar en redes. Ya no es que no se comparte y una tiene toda la ciencia y la otra no. Ahora el conocimiento fluye a una velocidad impresionante. No tengo ningún prejuicio con la universidad pública, debemos trabajar por el bien de la sociedad.

¿Es un mito que los títulos de las universidades privadas cuentan con menos prestigio que las públicas?

Sí, es un mito. Ese mito comenzó a caerse en el momento que todas las carreras estatales y privadas empezaron a pasar por un proceso de acreditación de la Coneau, que es un organismo estatal. Ese mito, de que había universidades de primera o de diferentes niveles de graduación, se está revirtiendo porque ahora parece que los mejor preparados salen de las universidades privadas. Hoy las grandes empresas están prefiriendo graduados de universidades privadas y no públicas. Pero hay un estándar que debemos cumplir todas las universidades y que está medido por la Coneau.

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