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Museo San Francisco, un patrimonio hecho de historias sorprendentes

Sabado, 11 de junio de 2016 20:20
El expositorio tallado en madera por el fray Luis Giorgi, utilizando la técnica de dorado a la hoja. Javier Corbalán
La iglesia San Francisco es mucha más que una fachada que los turistas aquilatan para posar en selfies. La orden de los franciscanos guarda una relación con la comunidad salteña que se imbrica en los ámbitos cultural, arquitectónico, histórico, geográfico, deportivo, evangélico y artístico desde el momento de la fundación de la ciudad, en 1582. Parte de esta riqueza se puede apreciar en el Museo San Francisco.
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El recorrido se inicia en el patio central, donde el reloj de sol, construido en 1864, capta la atención del visitante. Desde allí se puede ver desde otra perspectiva el campanil, considerado el más alto de Sudamérica, con 54 metros de altura. La torre está dividida en cuatro niveles y fue construida en 1882 por Francisco Righetti y diseñada por el fray Luis Giorgi. El campanario alberga la campana de la patria, hecha con el metal de los cañones que emplearon los realistas en la batalla de Salta el 20 de febrero de 1813. Concluida la lucha, el general Manuel Belgrano asistió al Tedeum en la basílica de San Francisco y entregó estas piezas de artillería a los franciscanos para que las fundieran.
Desde este lugar también se puede observar el acceso a la biblioteca del convento, llamada fray Tito Collalunga, en homenaje a quien rotuló y organizó alrededor de 30 mil libros antiguos. Entre ellos se encuentran el certificado de la fundación de Salta, bulas papales del siglo XVIII y un tratado de astronomía que data de 1488. El museo se organiza en 14 salas, dispuestas en torno del patio central.
En los arcos de la galería hay 12 murales que reflejan los momentos más importantes de la vida de San Francisco de Asís. Fueron hechos en 1946 durante un año por el pintor alemán Francisco Luscher, quien hizo posar a personas que en aquel momento estaban ligadas a la vida del convento para crear los rostros de los personajes.

Presiden la primera sala un piano de media cola y otro de cola vertical, un armonio italiano del siglo XVIII, un violín del siglo XIX y una cítara. En vitrinas están guardadas partituras escritas a mano que fueron utilizadas por los hermanos franciscanos en el coro y para servicios religiosos dados en casas de familia o para enseñar Música en las escuelas Normal y Mariano Cabezón.

Además hay distintos candelabros que se usaron para alumbrar los espacios del convento y la basílica, debido a que la luz eléctrica recién llegó a la ciudad de Salta en 1901.

También está expuesta una imagen de San Roque realizada por la comunidad indígena ava guaraní de la Misión San Francisco (Pichanal), fundada por el fray Roque Chieli a mediados del siglo XX y que todavía sigue al cuidado de la orden.

Las piezas más antiguas del museo se encuentran en la sala 2. Se trata de piezas etruscas, de los siglos III y IV antes de Cristo, que fueron traídas desde Roma en 1950 por fray Tito Collalunga, quien las donó al complejo cultural según el fraile Miguel Hilal, guardián de la basílica, "porque estaba muy preocupado por la conservación de la cultura en una época de guerra en Europa". También se exhiben reliquias de Tierra Santa.

En un rincón está representado San Francisco, rezando en las grutas naturales de Asís. Según la coordinadora del Complejo Cultural san Francisco, Daniela Garbesi, el santo las empleaba como a ermitas para retirarse a hacer sus oraciones profundas. Al lado del crucifijo frente al que está reclinado el santo, yace una calavera porque "es tan profunda la reconciliación de Francisco con Dios, a los 18 años, que siente amor hacia todo lo creado, incluso hacia la muerte". Aquí se pueden apreciar también las paredes originales del convento, de piedra, ladrillo y calicanto, y su espesor de más de un metro y medio. La siguiente sala fue un antiguo confesionario y en ella se exhiben objetos de arte cuzqueño, debido a la fuerte influencia del alto Perú en la región, como un cuadro de 1786 con la imagen de Jesús cuando es bajado de la Cruz.

El aporte de laicos

Francisco nació en Asís en 1182, en el seno de una familia noble. Según refiere la tradición experimentó de tal manera la misericordia de Dios que se convirtió en un hombre lleno de gracia. Como consideraba a toda la creación su hermana universal, fue proclamado el patrono de la ecología.
En la sala 3, donde está dispuesto el oratorio de la familia Solá Paulicci, hay un San Francisco penitente realizado en pasta encolada, que mantiene su policromía original y fue hecho en Perú en el siglo XVIII.

Esta familia tradicional también donó una sagrada familia, la virgen de La Merced, un Cristo enclavado en la cruz con los ojos abiertos realizado en madera tallada y policromía (siglo XIX) y una imagen de la Dolorosa con su corazón de plata atravesado por siete espadas. Esta pieza, de 1,58 de altura, fue realizada en madera tallada y pasta, policromía no originaria. En una vitrina está guardada la imagen de un Niño Dios hecha en cera con ojos de cascarón y pelo natural, que data del Perú de principios del siglo XIX.

En la sala 5 están expuestos diversos objetos litúrgicos usados para celebraciones del siglo VIII. Entre las piezas guardadas hay un misal romano, editado en Bélgica en 1759.

Los objetos son modelos de platería repujada y cincelada a mano y cristal tallado. Según Daniela Garbesi "en esa época celebrar a Dios era ponerse lo mejor. Lo mismo para celebrar las misas". También hay casullas, dalmáticas y capas pluviales, bordadas con hilos de oro y plata. Estas vestimentas eran usadas por los sacerdotes en celebraciones religiosas.

En esta sala se conserva parte del antiguo piso en ladrillo exagonal. En el centro del espacio se destaca el expositorio tallado en madera de cedro por el fray Luis Giorgi, utilizando la técnica de dorado a la hoja. Esta pieza fue una prueba que Giorgi hizo antes de embarcarse en una obra monumental: el altar mayor de la catedral.

Para continuar el recorrido hay que subir al primer piso, donde se expone la faceta evangelizadora de los franciscanos. A través de gigantografías de fotos reales, con réplicas de casillas de las misiones franciscanas y voces de niños ava guaraní cantando en lengua original se sumerge al visitante en la utopía del hombre nuevo que trajeron los hermanos franciscanos a América, quienes en el pasado y en la actualidad promovieron la libertad y el trabajo digno desde la interculturalidad. Las distintas misiones se encuentran a lo largo de la ruta 34 que lleva a Bolivia. También está representada la capilla de San Francisco Solano en el Ingenio Tabacal. Estos ava guaraníes fueron rescatados por el fray Roque Chelli y trasladados a Pichanal. Hoy conforman la única comunidad indígena del país de 10.000 habitantes de una misma etnia acompañada por los frailes.

El final del viaje

Luego de visitar la sala de la fundación de Salta y tramos de un pasadizo secreto que en alguna época sirvió de refugio, el recorrido termina en el coro. Aquí se destaca el órgano de la basílica, construido en 1915 por el italiano Donato Sangaletti. La caja de resonancia del instrumento la constituyen tubos de estaño. Desde allí puede verse la arquitectura neoclásica y la decoración de la basílica en estilo barroco italiano y neorrenacentista realizada por Giorgi. El museo abre de lunes a sábados y feriados de 10 a 12.30 y de 14.30 a 18.

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La iglesia San Francisco es mucha más que una fachada que los turistas aquilatan para posar en selfies. La orden de los franciscanos guarda una relación con la comunidad salteña que se imbrica en los ámbitos cultural, arquitectónico, histórico, geográfico, deportivo, evangélico y artístico desde el momento de la fundación de la ciudad, en 1582. Parte de esta riqueza se puede apreciar en el Museo San Francisco.
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El recorrido se inicia en el patio central, donde el reloj de sol, construido en 1864, capta la atención del visitante. Desde allí se puede ver desde otra perspectiva el campanil, considerado el más alto de Sudamérica, con 54 metros de altura. La torre está dividida en cuatro niveles y fue construida en 1882 por Francisco Righetti y diseñada por el fray Luis Giorgi. El campanario alberga la campana de la patria, hecha con el metal de los cañones que emplearon los realistas en la batalla de Salta el 20 de febrero de 1813. Concluida la lucha, el general Manuel Belgrano asistió al Tedeum en la basílica de San Francisco y entregó estas piezas de artillería a los franciscanos para que las fundieran.
Desde este lugar también se puede observar el acceso a la biblioteca del convento, llamada fray Tito Collalunga, en homenaje a quien rotuló y organizó alrededor de 30 mil libros antiguos. Entre ellos se encuentran el certificado de la fundación de Salta, bulas papales del siglo XVIII y un tratado de astronomía que data de 1488. El museo se organiza en 14 salas, dispuestas en torno del patio central.
En los arcos de la galería hay 12 murales que reflejan los momentos más importantes de la vida de San Francisco de Asís. Fueron hechos en 1946 durante un año por el pintor alemán Francisco Luscher, quien hizo posar a personas que en aquel momento estaban ligadas a la vida del convento para crear los rostros de los personajes.

Presiden la primera sala un piano de media cola y otro de cola vertical, un armonio italiano del siglo XVIII, un violín del siglo XIX y una cítara. En vitrinas están guardadas partituras escritas a mano que fueron utilizadas por los hermanos franciscanos en el coro y para servicios religiosos dados en casas de familia o para enseñar Música en las escuelas Normal y Mariano Cabezón.

Además hay distintos candelabros que se usaron para alumbrar los espacios del convento y la basílica, debido a que la luz eléctrica recién llegó a la ciudad de Salta en 1901.

También está expuesta una imagen de San Roque realizada por la comunidad indígena ava guaraní de la Misión San Francisco (Pichanal), fundada por el fray Roque Chieli a mediados del siglo XX y que todavía sigue al cuidado de la orden.

Las piezas más antiguas del museo se encuentran en la sala 2. Se trata de piezas etruscas, de los siglos III y IV antes de Cristo, que fueron traídas desde Roma en 1950 por fray Tito Collalunga, quien las donó al complejo cultural según el fraile Miguel Hilal, guardián de la basílica, "porque estaba muy preocupado por la conservación de la cultura en una época de guerra en Europa". También se exhiben reliquias de Tierra Santa.

En un rincón está representado San Francisco, rezando en las grutas naturales de Asís. Según la coordinadora del Complejo Cultural san Francisco, Daniela Garbesi, el santo las empleaba como a ermitas para retirarse a hacer sus oraciones profundas. Al lado del crucifijo frente al que está reclinado el santo, yace una calavera porque "es tan profunda la reconciliación de Francisco con Dios, a los 18 años, que siente amor hacia todo lo creado, incluso hacia la muerte". Aquí se pueden apreciar también las paredes originales del convento, de piedra, ladrillo y calicanto, y su espesor de más de un metro y medio. La siguiente sala fue un antiguo confesionario y en ella se exhiben objetos de arte cuzqueño, debido a la fuerte influencia del alto Perú en la región, como un cuadro de 1786 con la imagen de Jesús cuando es bajado de la Cruz.

El aporte de laicos

Francisco nació en Asís en 1182, en el seno de una familia noble. Según refiere la tradición experimentó de tal manera la misericordia de Dios que se convirtió en un hombre lleno de gracia. Como consideraba a toda la creación su hermana universal, fue proclamado el patrono de la ecología.
En la sala 3, donde está dispuesto el oratorio de la familia Solá Paulicci, hay un San Francisco penitente realizado en pasta encolada, que mantiene su policromía original y fue hecho en Perú en el siglo XVIII.

Esta familia tradicional también donó una sagrada familia, la virgen de La Merced, un Cristo enclavado en la cruz con los ojos abiertos realizado en madera tallada y policromía (siglo XIX) y una imagen de la Dolorosa con su corazón de plata atravesado por siete espadas. Esta pieza, de 1,58 de altura, fue realizada en madera tallada y pasta, policromía no originaria. En una vitrina está guardada la imagen de un Niño Dios hecha en cera con ojos de cascarón y pelo natural, que data del Perú de principios del siglo XIX.

En la sala 5 están expuestos diversos objetos litúrgicos usados para celebraciones del siglo VIII. Entre las piezas guardadas hay un misal romano, editado en Bélgica en 1759.

Los objetos son modelos de platería repujada y cincelada a mano y cristal tallado. Según Daniela Garbesi "en esa época celebrar a Dios era ponerse lo mejor. Lo mismo para celebrar las misas". También hay casullas, dalmáticas y capas pluviales, bordadas con hilos de oro y plata. Estas vestimentas eran usadas por los sacerdotes en celebraciones religiosas.

En esta sala se conserva parte del antiguo piso en ladrillo exagonal. En el centro del espacio se destaca el expositorio tallado en madera de cedro por el fray Luis Giorgi, utilizando la técnica de dorado a la hoja. Esta pieza fue una prueba que Giorgi hizo antes de embarcarse en una obra monumental: el altar mayor de la catedral.

Para continuar el recorrido hay que subir al primer piso, donde se expone la faceta evangelizadora de los franciscanos. A través de gigantografías de fotos reales, con réplicas de casillas de las misiones franciscanas y voces de niños ava guaraní cantando en lengua original se sumerge al visitante en la utopía del hombre nuevo que trajeron los hermanos franciscanos a América, quienes en el pasado y en la actualidad promovieron la libertad y el trabajo digno desde la interculturalidad. Las distintas misiones se encuentran a lo largo de la ruta 34 que lleva a Bolivia. También está representada la capilla de San Francisco Solano en el Ingenio Tabacal. Estos ava guaraníes fueron rescatados por el fray Roque Chelli y trasladados a Pichanal. Hoy conforman la única comunidad indígena del país de 10.000 habitantes de una misma etnia acompañada por los frailes.

El final del viaje

Luego de visitar la sala de la fundación de Salta y tramos de un pasadizo secreto que en alguna época sirvió de refugio, el recorrido termina en el coro. Aquí se destaca el órgano de la basílica, construido en 1915 por el italiano Donato Sangaletti. La caja de resonancia del instrumento la constituyen tubos de estaño. Desde allí puede verse la arquitectura neoclásica y la decoración de la basílica en estilo barroco italiano y neorrenacentista realizada por Giorgi. El museo abre de lunes a sábados y feriados de 10 a 12.30 y de 14.30 a 18.

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