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A los wichis del Chaco salteño los golpea la inflación

Lunes, 16 de enero de 2017 01:30
Isabel Ruarte despide a El Tribuno en la tranquera de la huerta. Foto gentileza: Clara Bohner.
Isabel Ruarte es la mamá del cacique Aniceto Mendoza, integrantes de una de las congregaciones wichis de Santa Victoria Este. Con su vestido largo y lento caminar, maneja la situación de su gente y sabe todo lo que pasa entre ellos.
El Tribuno llegó al lugar y dialogó con la mujer sobre los temas que más preocupan en el Chaco salteño.
En este caso, son 30 familias en la denominada comunidad Santa Victoria II situada en las afueras del pueblo.
Es un campo alambrado entre algarrobos con casas desparramadas. En la entrada de este caserío está el centro cultural, en donde se realizan diferentes actividades educativas y recreativas y que fue construido para que funcione como taller de elaboración de artesanías para la venta.
Según explicaron los pobladores, la situación económica de las familias empeoró notablemente durante el año pasado por el aumento excesivo del valor de los alimentos en la zona.
"Necesitamos comida, como todo el mundo y cada día", dice Isabel, seguido de un silencio prolongado y la mirada baja.
Explicó que no pueden acceder a los alimentos básicos para los niños por culpa del aumento enorme e incontrolable de la mercadería, sumado a la usura de los transportistas y comerciantes en la zona.
Para tener una idea, el kilo de azúcar cuesta 19 pesos y un kilo de harina se consigue a 18 pesos en los negocios de Santa Victoria. La botella de aceite comestible, de litro y medio, superó los 50 pesos y la leche en polvo es definitivamente inaccesible.
"Necesitamos polenta, leche y arroz. Las cosas que alimentan a nuestro chiquitos", describió Isabel. Hoy, en periodo de vacaciones escolares y sin la taza de leche diaria, el hambre duele.

Propuesta de trueque

"Tenemos a casi 60 chicos en la comunidad y estamos preocupados por ellos. Lo que intentamos ahora es crear nuevos puentes para trabajar juntos con otros sectores. Nosotros hacemos artesanías con chaguar y palo santo, pero con lo que logramos vender no nos alcanza para comprar alimentos", explicó el cacique de la comunidad, Aniceto Mendoza.
Santa Victoria Este está ubicada a 120 kilómetros de Tartagal y a más de 500 de la capital, por lo que la colocación de sus productos en los mercados es muy complicada.
El jefe señaló que si algo aumenta 10 pesos en Tartagal, a Victoria llega a 15 y hasta a 18.
"Nosotros no queremos que vengan una vez y nos regalen las mercaderías. Queremos también desarrollar nuestro trabajo y recibir a los que se animen a venir e intercambiar cosas de nuestra cultura. Nuestras puertas están abiertas a todos para compartir y desarrollarnos", dijo Aniceto, quien deja su número de teléfono móvil para quienes estén interesados: 03873/15603647.
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Isabel Ruarte es la mamá del cacique Aniceto Mendoza, integrantes de una de las congregaciones wichis de Santa Victoria Este. Con su vestido largo y lento caminar, maneja la situación de su gente y sabe todo lo que pasa entre ellos.
El Tribuno llegó al lugar y dialogó con la mujer sobre los temas que más preocupan en el Chaco salteño.
En este caso, son 30 familias en la denominada comunidad Santa Victoria II situada en las afueras del pueblo.
Es un campo alambrado entre algarrobos con casas desparramadas. En la entrada de este caserío está el centro cultural, en donde se realizan diferentes actividades educativas y recreativas y que fue construido para que funcione como taller de elaboración de artesanías para la venta.
Según explicaron los pobladores, la situación económica de las familias empeoró notablemente durante el año pasado por el aumento excesivo del valor de los alimentos en la zona.
"Necesitamos comida, como todo el mundo y cada día", dice Isabel, seguido de un silencio prolongado y la mirada baja.
Explicó que no pueden acceder a los alimentos básicos para los niños por culpa del aumento enorme e incontrolable de la mercadería, sumado a la usura de los transportistas y comerciantes en la zona.
Para tener una idea, el kilo de azúcar cuesta 19 pesos y un kilo de harina se consigue a 18 pesos en los negocios de Santa Victoria. La botella de aceite comestible, de litro y medio, superó los 50 pesos y la leche en polvo es definitivamente inaccesible.
"Necesitamos polenta, leche y arroz. Las cosas que alimentan a nuestro chiquitos", describió Isabel. Hoy, en periodo de vacaciones escolares y sin la taza de leche diaria, el hambre duele.

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"Tenemos a casi 60 chicos en la comunidad y estamos preocupados por ellos. Lo que intentamos ahora es crear nuevos puentes para trabajar juntos con otros sectores. Nosotros hacemos artesanías con chaguar y palo santo, pero con lo que logramos vender no nos alcanza para comprar alimentos", explicó el cacique de la comunidad, Aniceto Mendoza.
Santa Victoria Este está ubicada a 120 kilómetros de Tartagal y a más de 500 de la capital, por lo que la colocación de sus productos en los mercados es muy complicada.
El jefe señaló que si algo aumenta 10 pesos en Tartagal, a Victoria llega a 15 y hasta a 18.
"Nosotros no queremos que vengan una vez y nos regalen las mercaderías. Queremos también desarrollar nuestro trabajo y recibir a los que se animen a venir e intercambiar cosas de nuestra cultura. Nuestras puertas están abiertas a todos para compartir y desarrollarnos", dijo Aniceto, quien deja su número de teléfono móvil para quienes estén interesados: 03873/15603647.
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