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Hábiles y solidarios ante la adversidad

Martes, 03 de enero de 2017 02:14
La familia Calatayú
El sol pega en las veredas de Rosario de la Frontera, pero el intenso calor no es ningún impedimento. Toma su bicicleta, comprueba que todo está en orden y con una mano en el manubrio sale al encuentro de sus amigos, changuitos como él, de soles, siestas y fútbol.
Fanático de la música y el baile, ya en vacaciones disfruta de las mañanas y las tardes de una manera distinta.
Ale Calatayu y familia se hicieron conocidos en todo el país luego de que su historia de vida recorriera los medios nacionales.
Hugo, el papá, con una magistral cuota de ingenio y necesidad, le fabricó a su hijo una prótesis para su mano con una impresora 3D sin saber de ortopedia ni medicina. Ale nació con focomelia, es decir, con el faltante parcial de una de sus extremidades superiores.
Luego de conocida la historia a través de El Tribuno, a la familia le pasaron muchas cosas. Además de figurar en la agenda en los principales medios de comunicación, se les acercó mucha gente en busca de ayuda. De allí parte la historia que no se publicó y que hoy resulta motivo de inspiración para otras familias que viven el mismo problema de Ale.
"Fue impresionante la gente que vino hasta mi casa, me llamó por teléfono o se contactó mediante las redes sociales contándonos su caso y preguntándonos si le podíamos ayudar. Con Hugo sabíamos que teníamos en nuestras manos algo muy importante que es el hecho de ayudar a los demás. Cuando compramos la impresora queríamos brindarle una solución a nuestro hijo, pero ahora también a otros que pasan por la misma situación", expresó Miriam, la mamá.
calatayu.jpg
El papá de Alejandro junto a la màquina.

Ale es un niño que a pesar de la adversidad que lo toca enfrenar ríe, juega, baila y disfruta cada momento de manera muy especial.
Sus amigos lo buscan cada siesta y saben que es un buen compañero y que siempre una porción de alegría está garantizada a su lado, en esas jornadas que se extienden por largas horas de juegos.
Terminó las clases con excelentes notas y ahora espera ansioso el comienzo de la colonia de vacaciones.
"Por fin terminé las clases. Pasé a tercer grado y comencé básquet con mi tío Waldo que es el entrenador. Me gusta matemáticas y cuando sea grande quiero ser científico de dinosaurios", comenta con una gran desenvoltura, mientras escucha música en la computadora, juega con la tablet y mira televisión simultáneamente.
A raíz de la emocionante historia de vida de los Calatayu, nacieron otras nuevas como el caso de los Boscarol, una familia santafecina que luego de conocer la noticia se comunicó con Miriam y querían viajar a Rosario de la Frontera a conocer a Ale y ver si había alguna posibilidad de hacerle una prótesis a Benjamín, un niño de 4 años que tiene el mismo problema de Ale.
Es así como, a partir de sociabilizar un problema, la carga se hace menos dramática pensando en que otros también sufren y necesitan que alguien les de una ayuda, aquella que a los Calatayú le negaron muchas veces.
"Hicimos una amistad muy grande con la familia. Ellos son de San Cristobal, Santa Fé. Los abuelos de Benja se contactaron conmigo y se vinieron. Nosotros le habíamos contado que teníamos un modelo chiquito ya hecho y en una de esas le podía ir.
Cuando llegaron, los niños se hicieron muy amigos y la emoción más grande fue cuando se puso la prótesis. Mientras Benjamín se la colocaba, Ale le explicaba cómo eran los movimientos que tenía que hacer para poder agarrar algo. Todos lloraron cuando el niño sostuvo una latita de gaseosa por primera vez. Los abuelos se abrazaron y la emoción para nosotros fue impresionante", relató Miriam muy emocionada.
Por otro lado, en la escuela donde asiste el niño santafecino, hace unos meses compraron una impresora 3D con el objetivo de trabajar en nuevos proyectos y en uno de esos está el mejorar el bracito de Benja.
"Cuando vinieron los abuelos les facilité los programas para que los profesores de allá puedan desarrollar un proyecto y ayudar a Benjamín. Sería muy bueno que sus propios compañeros lo ayuden y a la vez no tener que realizar tantos kilómetros viajando hasta acá. No es que yo no lo quiera ayudar, sino que sería mucho más cómodo para la familia tener todo ahí, al margen de ser un acto solidario de la escuela", explicó Hugo.
El papá de esta historia habla con el conocimiento de los que saben lo dificil que se hace conseguir ayuda. Recuerda que con apenas dos meses de edad, la familia emprendió la ayuda para Ale. Fueron al hospital Garrahan, donde les dijeron que era muy chiquito para ponerle una prótesis y que recién cuando sea adolescente se la tendrían que hacer.
Tanto Miriam como Hugo destacan que el poder ayudar a otros es una sensación inigualable. "Hay mucha gente que habló con nosotros y les pedimos que nos juntemos en las vacaciones cuando ya no tengamos tantas responsabilidades así podamos evaluar cada caso. Hay muchos que creen que nosotros vendemos prótesis pero no. Solo intentamos dar una mano a quién necesita. No siempre se puede pero hacemos todo lo posible", indicó Hugo.
Recuerda que al momento de comenzar esta lucha estaban solos y no tenían más alternativas que esperar a que Ale llegara a la adolescencia para intentar con una prótesis. Pero la inquietud y las ganas de superación lo llevó a investigar en internet hasta que se enteraron que un médico de España aconsejaba que para los bebés, mientras más chicos puedan usar una prótesis mucho mejor, ya que su cuerpo la iba a asimilar más rápido y le resultaría más fácil acostumbrarse.
Pero había un obstáculo. Las prótesis tenían un costo muy elevado (48 mil euros) y a medida que Alejandro iba creciendo había que renovarla por otras lo que ocasionaría gastos imposibles de afrontar.
La focomelia es un mal que aqueja a muchos en Rosario de la Frontera. Otra familia de la ciudad termal, también se acercó hasta la casa de los Calatayu en búsqueda de ayuda ya que su hijo tiene el sueño de poder andar en bicicleta y necesita de una prótesis.
Otro caso es el de José Ignacio López, oriundo de Salta Capital. Estudiante de Diseño Industrial, quien sueña con poder desarrollar por sus propios medios una prótesis robótica para su mano, ya que también nació con la patología.
"José se contactó con nosotros y nos contó su caso. Quiere venir a conocernos, especialmente a Ale. A él una empresa lo estaba ayudando pero dieron marcha atrás porque esperaban resultados rápidos y lo abandonaron. Por lo cual necesita de esa ayuda para crear esa mano que podría ayudar a muchísima gente con algo mucho más avanzado de lo que hizo mi marido", destacó Miriam.

Una ayuda más tecnológica

Un rosarino que conoció el caso y estudiante de la carrera de Ingeniería Biomecánica en la provincia de Córdoba llamado Nicolás Levenson se ofreció a brindarles a los Calatayu una ayuda que podría cambiar mucho más la vida de Ale. Va a presentar un proyecto de tesis en el cual trabajará para que el niño pueda tener una mano de tipo más robótica, con muchos más movimientos y elasticidad y materiales de última tecnología en el mundo.
"Ojalá se dé porque me serviría de mucha ayuda a mí para aprender cosas nuevas ya que ellos son profesionales en la materia. También nos dijo Nicolás que va a conseguirnos los contactos de la facultad para que hablemos con el área que está a cargo de este tipo de casos. Sería una gran posibilidad, no solo para mí, sino para muchos de la zona norte que no tenemos donde recurrir", subrayó Hugo.

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El sol pega en las veredas de Rosario de la Frontera, pero el intenso calor no es ningún impedimento. Toma su bicicleta, comprueba que todo está en orden y con una mano en el manubrio sale al encuentro de sus amigos, changuitos como él, de soles, siestas y fútbol.
Fanático de la música y el baile, ya en vacaciones disfruta de las mañanas y las tardes de una manera distinta.
Ale Calatayu y familia se hicieron conocidos en todo el país luego de que su historia de vida recorriera los medios nacionales.
Hugo, el papá, con una magistral cuota de ingenio y necesidad, le fabricó a su hijo una prótesis para su mano con una impresora 3D sin saber de ortopedia ni medicina. Ale nació con focomelia, es decir, con el faltante parcial de una de sus extremidades superiores.
Luego de conocida la historia a través de El Tribuno, a la familia le pasaron muchas cosas. Además de figurar en la agenda en los principales medios de comunicación, se les acercó mucha gente en busca de ayuda. De allí parte la historia que no se publicó y que hoy resulta motivo de inspiración para otras familias que viven el mismo problema de Ale.
"Fue impresionante la gente que vino hasta mi casa, me llamó por teléfono o se contactó mediante las redes sociales contándonos su caso y preguntándonos si le podíamos ayudar. Con Hugo sabíamos que teníamos en nuestras manos algo muy importante que es el hecho de ayudar a los demás. Cuando compramos la impresora queríamos brindarle una solución a nuestro hijo, pero ahora también a otros que pasan por la misma situación", expresó Miriam, la mamá.
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El papá de Alejandro junto a la màquina.

Ale es un niño que a pesar de la adversidad que lo toca enfrenar ríe, juega, baila y disfruta cada momento de manera muy especial.
Sus amigos lo buscan cada siesta y saben que es un buen compañero y que siempre una porción de alegría está garantizada a su lado, en esas jornadas que se extienden por largas horas de juegos.
Terminó las clases con excelentes notas y ahora espera ansioso el comienzo de la colonia de vacaciones.
"Por fin terminé las clases. Pasé a tercer grado y comencé básquet con mi tío Waldo que es el entrenador. Me gusta matemáticas y cuando sea grande quiero ser científico de dinosaurios", comenta con una gran desenvoltura, mientras escucha música en la computadora, juega con la tablet y mira televisión simultáneamente.
A raíz de la emocionante historia de vida de los Calatayu, nacieron otras nuevas como el caso de los Boscarol, una familia santafecina que luego de conocer la noticia se comunicó con Miriam y querían viajar a Rosario de la Frontera a conocer a Ale y ver si había alguna posibilidad de hacerle una prótesis a Benjamín, un niño de 4 años que tiene el mismo problema de Ale.
Es así como, a partir de sociabilizar un problema, la carga se hace menos dramática pensando en que otros también sufren y necesitan que alguien les de una ayuda, aquella que a los Calatayú le negaron muchas veces.
"Hicimos una amistad muy grande con la familia. Ellos son de San Cristobal, Santa Fé. Los abuelos de Benja se contactaron conmigo y se vinieron. Nosotros le habíamos contado que teníamos un modelo chiquito ya hecho y en una de esas le podía ir.
Cuando llegaron, los niños se hicieron muy amigos y la emoción más grande fue cuando se puso la prótesis. Mientras Benjamín se la colocaba, Ale le explicaba cómo eran los movimientos que tenía que hacer para poder agarrar algo. Todos lloraron cuando el niño sostuvo una latita de gaseosa por primera vez. Los abuelos se abrazaron y la emoción para nosotros fue impresionante", relató Miriam muy emocionada.
Por otro lado, en la escuela donde asiste el niño santafecino, hace unos meses compraron una impresora 3D con el objetivo de trabajar en nuevos proyectos y en uno de esos está el mejorar el bracito de Benja.
"Cuando vinieron los abuelos les facilité los programas para que los profesores de allá puedan desarrollar un proyecto y ayudar a Benjamín. Sería muy bueno que sus propios compañeros lo ayuden y a la vez no tener que realizar tantos kilómetros viajando hasta acá. No es que yo no lo quiera ayudar, sino que sería mucho más cómodo para la familia tener todo ahí, al margen de ser un acto solidario de la escuela", explicó Hugo.
El papá de esta historia habla con el conocimiento de los que saben lo dificil que se hace conseguir ayuda. Recuerda que con apenas dos meses de edad, la familia emprendió la ayuda para Ale. Fueron al hospital Garrahan, donde les dijeron que era muy chiquito para ponerle una prótesis y que recién cuando sea adolescente se la tendrían que hacer.
Tanto Miriam como Hugo destacan que el poder ayudar a otros es una sensación inigualable. "Hay mucha gente que habló con nosotros y les pedimos que nos juntemos en las vacaciones cuando ya no tengamos tantas responsabilidades así podamos evaluar cada caso. Hay muchos que creen que nosotros vendemos prótesis pero no. Solo intentamos dar una mano a quién necesita. No siempre se puede pero hacemos todo lo posible", indicó Hugo.
Recuerda que al momento de comenzar esta lucha estaban solos y no tenían más alternativas que esperar a que Ale llegara a la adolescencia para intentar con una prótesis. Pero la inquietud y las ganas de superación lo llevó a investigar en internet hasta que se enteraron que un médico de España aconsejaba que para los bebés, mientras más chicos puedan usar una prótesis mucho mejor, ya que su cuerpo la iba a asimilar más rápido y le resultaría más fácil acostumbrarse.
Pero había un obstáculo. Las prótesis tenían un costo muy elevado (48 mil euros) y a medida que Alejandro iba creciendo había que renovarla por otras lo que ocasionaría gastos imposibles de afrontar.
La focomelia es un mal que aqueja a muchos en Rosario de la Frontera. Otra familia de la ciudad termal, también se acercó hasta la casa de los Calatayu en búsqueda de ayuda ya que su hijo tiene el sueño de poder andar en bicicleta y necesita de una prótesis.
Otro caso es el de José Ignacio López, oriundo de Salta Capital. Estudiante de Diseño Industrial, quien sueña con poder desarrollar por sus propios medios una prótesis robótica para su mano, ya que también nació con la patología.
"José se contactó con nosotros y nos contó su caso. Quiere venir a conocernos, especialmente a Ale. A él una empresa lo estaba ayudando pero dieron marcha atrás porque esperaban resultados rápidos y lo abandonaron. Por lo cual necesita de esa ayuda para crear esa mano que podría ayudar a muchísima gente con algo mucho más avanzado de lo que hizo mi marido", destacó Miriam.

Una ayuda más tecnológica

Un rosarino que conoció el caso y estudiante de la carrera de Ingeniería Biomecánica en la provincia de Córdoba llamado Nicolás Levenson se ofreció a brindarles a los Calatayu una ayuda que podría cambiar mucho más la vida de Ale. Va a presentar un proyecto de tesis en el cual trabajará para que el niño pueda tener una mano de tipo más robótica, con muchos más movimientos y elasticidad y materiales de última tecnología en el mundo.
"Ojalá se dé porque me serviría de mucha ayuda a mí para aprender cosas nuevas ya que ellos son profesionales en la materia. También nos dijo Nicolás que va a conseguirnos los contactos de la facultad para que hablemos con el área que está a cargo de este tipo de casos. Sería una gran posibilidad, no solo para mí, sino para muchos de la zona norte que no tenemos donde recurrir", subrayó Hugo.

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