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“La reforma educativa es solo un cambio de caja curricular”

María Verónica Aguirre, profesora de Ciencias de la Educación.
Domingo, 01 de octubre de 2017 00:34

María Verónica Aguirre es profesora en Ciencias de la Educación y la cabeza le explota de ideas. Quiere sacarlas, publicarlas y debatirlas.
La especialista dialogó con El Tribuno sobre el sistema de enseñanza actual y opinó sobre la reforma educativa que se impulsa en Buenos Aires y genera debate, entre otros puntos, porque supone que los estudiantes secundarios hagan prácticas laborales.
En un contexto de inconsistencia política y opiniones divergentes, ofreció una visión más humana, fresca y menos mercantilista de la educación.

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María Verónica Aguirre es profesora en Ciencias de la Educación y la cabeza le explota de ideas. Quiere sacarlas, publicarlas y debatirlas.
La especialista dialogó con El Tribuno sobre el sistema de enseñanza actual y opinó sobre la reforma educativa que se impulsa en Buenos Aires y genera debate, entre otros puntos, porque supone que los estudiantes secundarios hagan prácticas laborales.
En un contexto de inconsistencia política y opiniones divergentes, ofreció una visión más humana, fresca y menos mercantilista de la educación.

Usted viene trabajando desde hace tiempo en lo que denominaríamos “territorio”...
Sí, en equipos interdisciplinarios del Ministerio de Educación de Salta, pero ya dejé. Trabajamos en zonas tremendas, con niños con muchas carencias. Las peores son las carencias simbólicas que se desprenden de la red social por una pobreza estructural. Se pone la mirada en los resultados, como por ejemplo las pruebas Pisa, que nada tienen que ver con nuestra realidad. No se la pone en nada de lo que sucede con estos sujetos. 

¿Es el mismo sistema el que excluye?
Cuando nosotros comenzamos a trabajar en los contextos de encierro de las unidades penitenciarias nos dimos cuenta de que el contexto de encierro está afuera, no dentro. Ellos se ven excluidos de esta red social en donde no tienen oportunidades, por lo que caen en la delincuencia, adicciones, prostitución. Estos sujetos terminan en este dispositivo llamado cárcel que tampoco les genera ningún tipo de oportunidades para que al menos puedan tener una perspectiva o proyección. 

Cuando usted dice “nosotros”, ¿a quiénes hace referencia?
Nosotros éramos un equipo fuerte en contexto de encierro. Fue lo más significativo que hice en lo laboral. Trabajábamos en las escuelas de la cárceles. Fue toda una experiencia trabajar a la par con personas de todos los pabellones. Uno hace otra lectura de la realidad, de lo que pasa adentro y afuera de las cárceles. Ahora, con las nuevas políticas, se cayeron los programas.

¿Las nuevas políticas de quién?
De las nuevas autoridades de la Nación. Si bien no cierran, dejaron una sola persona para toda Salta. Ante esas decisiones políticas de achicamiento, decidí salir de ese programa.

Eso se encadena con la decisión de comenzar a trabajar con pedagogías alternativas... 
Ahora soy directora en la escuela Tai, que es un emprendimiento privado. Es algo novedoso y la idea es luchar para llevarlo al ámbito público. Partimos de la idea de que el niño está fragmentado en lo emocional. Las evaluaciones Pisa evalúan las habilidades por las cuales los chicos en el futuro, cuando sean adultos, se van a enfrentar a la vida. 
Ahí está el problema, en pensar en una escuela a 20 años porque tiene que formar para que cuando sean adultos puedan hacer algo. Todo esto sin entender que podemos tener un niño con mirada crítica en el ahora. 
Entonces tenés a un niño al que alejás de la realidad viendo solo contenidos que lo alejan del sentido de la vida misma. Lo privamos de cosas elementales. En consecuencia los chicos tienen mucha información, hasta en la piel, y no la pueden procesar. Entonces no entendemos que el cambio tiene que nacer de las escuelas de manera rotunda.

¿Cómo se trabaja con las nuevas pedagogías?
La escuela tiene solo 60 alumnos de nivel primario. No hay grados, hay tres niveles, pero se van acomodando. Se trabaja mucho con las emociones y en fortalecer las habilidades. El sistema dice que forma sujetos críticos, eso se lee siempre en los proyectos, y es totalmente lo contrario porque la escuela se basa en los contenidos y en que los chicos respondan a eso, y nada más. Entonces comenzamos a evaluar en habilidades a niños que ni saben lo que van a ser en 20 años. 
En los contextos de riesgo social esto ni siquiera se evalúa: se sobrevive. Allí, la educación se concentra en que al menos vayan a la escuela. A partir de esto es que digo que hay una carencia simbólica total.

¿Cómo es la carencia simbólica?
Es cuando el sujeto deja de pensar en tener esperanzas. El sistema hace que la persona lo deje porque está todo perdido. Hay chicos que finalizan su vida a los 10 años, hablo de casos reales que suceden en el sudeste de la ciudad de Salta. 

¿Cómo es eso de finalizar su vida?
Dejan de ser niños antes de los 10 años por explotación laboral, sexual, drogas. Y muchos comienzan a desprenderse de la red social, de la familia, de la escuela y pasan a ser niños solos o perdidos. 
Hay familias que no ven a sus hijos por años. Quedan solos en un vacío y la escuela no los puede sostener ni contener. No tienen herramientas para que ellos puedan pensar la realidad. Entonces la escuela pasa a ser totalmente asistencialista. 
De hecho lo puede ser, pero se olvida de que este sujeto pueda tener un proyecto de vida. Directamente lo anula y no se juega ni prepara para brindar a los niños un proyecto. Se queda con que alguien pueda terminar de milagro la primaria. Ni pensés en la secundaria o si seguirá viviendo. 
Estas personas se van desprendiendo de la red y ya estamos hablando de todos, de aquellos que están cómodos dentro de una familia, con una comodidad material, y otros que no tienen nada. Ambos están fracturados a nivel simbólico. 
Hay chicos con familias de altos ingresos económicos pero están fracturados emocionalmente, no saben hacer una lectura de la realidad, no saben qué es la empatía o el trabajo cooperativo. Viven dentro de una burbuja muy grande. Muy cerca de ahí, los otros chicos, los pobres, van a tener menos posibilidades porque estructuralmente no tienen las herramientas materiales para poder subsistir. 

Sin embargo los prejuicios son para los pobres...
Especialmente en el imaginario del subsidio. Esto tiene que existir por la realidad de pobreza que hay en el país. Hay toda una connotación sobre que el pobre no tiene derecho. Se le saca todo a los pobres. Ni a un celular tienen derecho. Solo a comer y sobrevivir. Ese sujeto pierde el sentido y obtiene la carencia simbólica en donde no puede avanzar. 

En medio de todo eso sale el tema de la reforma educativa, ¿la considera reforma?
No es una reforma. Es una idea que se le ocurre a alguien que no ve lo estructural. Solo es un cambio de caja curricular. El problema es mucho más de fondo, está en los proyectos de vida de los niños. 
En la escuela deberíamos intentar trabajar para que los niños tengan la mejor versión de ellos mismos. Esta reforma nada tiene que ver con lo que está sucediendo. Si yo tengo la mejor computadora eso no me hace mejor que el que no la tiene. Se trata de situaciones más profundas donde lo simbólico es lo central. Hay enormes brechas y esta reforma las aumenta.

Argumentan que hace falta la “reforma educativa” con los número de la evaluación Pisa...
Los argentinos somos descalificados en el mundo y el ejemplo son las evaluaciones Pisa. Esta reforma quiere atender esa descalificación porque queremos estar incluidos en el mundo y en consecuencia se ponen muchas expectativas sobre los niños y adolescentes. Y las Pisa no dicen nada. Los instrumentos de medición no dicen nada. Nuestra realidad es la carencia simbólica por un desprendimiento de la red social de los niños que, sin morirse materialmente, dejan de existir.
Pasan a deambular por la vida y dejan de tener historia. Hay niños de 10 años con adicciones, niñas explotadas sexualmente a la vista de todos. Sigue avanzando la pobreza material y simbólica. 

Entonces deberíamos comenzar a exigir otras formas de pedagogía centrada en las relaciones más que en los contenidos...
Debemos comenzar a pensar en una educación alternativa, orgánica, no rígida, cambiando y agregando dispositivos. Debemos mejorar habilidades sociales, como el trato. El adulto no debe ser el que tiene el poder sino un guía y el niño el protagonista de su historia. La disposición espacial debe ser otra, el sistema de evaluación debería ser constante. No hay evaluación. Y deberíamos centrarnos más en las emociones porque el nivel de agresividad que traen los chicos es enorme, ya que las familias no entienden que las habilidades emocionales están primero que los contenidos. 

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