Si a mitad del siglo pasado los vecinos de Metán se hubiesen opuesto a que Vialidad de la Nación desviara la ruta 34, hoy el intenso tránsito seguiría pasando por la mismísima plaza San Martín. Sin embargo, y pese a la nueva traza, Metán siguió creciendo y evolucionando. Otro tanto ocurrió en General Güemes desde mitad del siglo pasado. Si por entonces sus vecinos se hubiesen opuesto al primer cambio de traza de la 34, actualmente la gran cantidad de vehículos continuarían pasando por la plaza del pueblo.
inicia sesión o regístrate.
Si a mitad del siglo pasado los vecinos de Metán se hubiesen opuesto a que Vialidad de la Nación desviara la ruta 34, hoy el intenso tránsito seguiría pasando por la mismísima plaza San Martín. Sin embargo, y pese a la nueva traza, Metán siguió creciendo y evolucionando. Otro tanto ocurrió en General Güemes desde mitad del siglo pasado. Si por entonces sus vecinos se hubiesen opuesto al primer cambio de traza de la 34, actualmente la gran cantidad de vehículos continuarían pasando por la plaza del pueblo.
El primer cambio fue a fines de los años 50. Se apartó la traza del centro, hasta que finalmente en los años 70/80 se hizo el tercer cambio. Es la actual ruta sobreelevada, a metros de la anterior, transformado ahora en colectora.
Obviamente, las nuevas trazas, tanto en Metán como en Güemes, hicieron que con el tiempo surgieran distintos comercios: mecánica, gomerías, gastronomía, artesanías, etc. Pero el paso del tiempo también trajo crecimiento urbano, demográfico y vehicular, transformando a esos tramos en sectores de alto riesgo. La gran ocurrencia de accidentes, muchos fatales, muestra claramente que la actual traza es inadecuada y peligrosa y que, por lo tanto, es necesario buscar una inmediata solución al problema. Y la opción es sencilla, pues en ambos casos lo que está en juego son nada menos que vidas humanas.
Dudoso argumento
En esta larga polémica se llegó a sostener que el cambio de traza de la ruta 34 era equiparable con la pérdida del ferrocarril de los años 90. Esto, al menos, es una exageración. Parece ser que se ignora que en ambas ciudades cientos de familias ferroviarias fueron sumidas en la miseria y la desocupación. Sin dudas, comparar ambas realidades es por lo menos una falta de respeto para con las familias que hace dos décadas quedaron literalmente en la vía.
Otras experiencias
Rosario de la Frontera es el ejemplo más claro de que el cambio de traza de una ruta no causa perjuicios irreparables. En los años 70, Vialidad Nacional cambió la traza de la ruta 34 en el tramo que va desde la Ciudad Termal hasta 6 kilómetros más al sur de Trancas. Al margen quedaron Rosario de la Frontera y El Tala en nuestra provincia, y Trancas en Tucumán. Pese a ello, ninguna de estas localidades sucumbieron frente a la “maldición de Esteco”. Por el contrario, continuaron progresando. Es cierto, algunos comercios debieron reconvertirse, pero también es verdad que la mortalidad por accidentes en ese tramo cayó sustancialmente. Los rosarinos aún deben recordar los accidentes fatales que ocurrían en pleno centro de la ciudad, antes de que se apartara del centro la traza de la trágica ruta 34. Los beneficios están a la vista.
Valle de Lerma
En los años 50, Vialidad de la Nación comenzó a cambiar la traza de la ruta 9 en varios tramos. En El Carril la apartó parcialmente de su calle principal. Los trabajos incluyeron la construcción de puentes carreteros, cambio que benefició también a otros pueblos del valle de Lerma y calchaquíes.
Bien común
Los argentinos debemos entender que vivir en sociedad implica que el bien común está por sobre los intereses particulares. Y entre otras cosas, contar con rutas seguras y modernas, es parte del bien común.