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El poder es don y tarea

Viernes, 27 de octubre de 2017 00:00

Hemos asistido a la fiesta de la democracia. En todo el país votó un alto porcentaje de ciudadanos y así, año a año se va creando una conciencia mayor de responsabilidad frente al acto electoral. Elegir es un derecho y votar es un deber. Elegir nuestros representantes es un derecho que no podemos negociar con nadie y votar es un deber sagrado que nos involucra como actores directos en la construcción de la Patria. Llegó la hora del balance y la autocrítica para los que no ganaron un lugar en la legislatura, y ojalá no le echen la culpa al electorado. Años atrás en una sorpresiva elección que dio el triunfo al partido obrero, un reconocido político hablaba del pueblo ignorante que vota. Creo que el pueblo no es ignorante. Usa el voto para manifestar su voluntad y lo usa a veces como arma de castigo y venganza y otras veces para llevar a los estrados del poder a quienes piensa que va a aportar su trabajo al servicio del pueblo. Cualquier balance deberá hacerse mirando hacia adentro y no buscando culpables entre la gente.

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Hemos asistido a la fiesta de la democracia. En todo el país votó un alto porcentaje de ciudadanos y así, año a año se va creando una conciencia mayor de responsabilidad frente al acto electoral. Elegir es un derecho y votar es un deber. Elegir nuestros representantes es un derecho que no podemos negociar con nadie y votar es un deber sagrado que nos involucra como actores directos en la construcción de la Patria. Llegó la hora del balance y la autocrítica para los que no ganaron un lugar en la legislatura, y ojalá no le echen la culpa al electorado. Años atrás en una sorpresiva elección que dio el triunfo al partido obrero, un reconocido político hablaba del pueblo ignorante que vota. Creo que el pueblo no es ignorante. Usa el voto para manifestar su voluntad y lo usa a veces como arma de castigo y venganza y otras veces para llevar a los estrados del poder a quienes piensa que va a aportar su trabajo al servicio del pueblo. Cualquier balance deberá hacerse mirando hacia adentro y no buscando culpables entre la gente.

Cuando un ciudadano vota, sea quien fuere, está realizando un acto solidario en bien de toda la comunidad porque ejerce el poder del pueblo en uno de los actos más libres y concientes que podemos producir.

En la prehistoria de los movimientos políticos argentinos, se pueden mencionar las enseñanzas del padre Francisco Suárez de la orden jesuítica, en el siglo XVI, quien hablaba del origen de la autoridad y de la soberanía de los reyes de una forma algo diferente a la de las clásicas ideas despóticas que imperaban en la época. Suárez elaboró una teoría sobre el origen del poder real llamada "doctrina de reversión" que posteriormente tendría una influencia clave en los movimientos revolucionarios rioplatenses de principios del siglo XIX. El jesuita Francisco Suárez pregonó la doctrina de que la autoridad es dada por Dios, pero no al rey, sino al pueblo, y esta idea prendió en la Universidad San Francisco Javier de Chuquisaca, donde se formaron nuestros principales patriotas, que llevaron a estas tierras y sus habitantes, desde la Revolución de Mayo para defender el trono de España de la invasión napoleónica a la emancipación definitiva en 1816 de ese trono que defendieron antes. Tanto juristas como clérigos estuvieron formados por la doctrina jesuítica de Suárez, y fueron los protagonistas del nacimiento de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Pero a pesar de todo, mantenemos secularmente la nostalgia de la realeza, tanto en el pueblo que busca un rey, como en no pocos dirigentes políticos que sucumben a tentación de perpetuarse en el poder, cuando no, fundar una verdadera dinastía. Y por suerte, el pueblo cuando reacciona, dice "basta". Debemos crecer y madurar en democracia, y la clave es la educación, así como lo es para salir de la pobreza. Educar, educarse, transmitir y sacar de nuestro ser interior los mejores valores se constituye en un verdadero acto revolucionario en paz. Que garanticen con su accionar que no mueran más niños, criollos o aborígenes argentinos todos-, por desnutrición, que no queden jóvenes paralizados por la desesperanza o las adicciones, por la desocupación o sin oportunidades de educación; que no queden ancianos marginados del sistema, arrinconados por la codicia y la ambición; que no se destruyan más familias por cuestiones económicas, laborales o de pobreza y miseria, al fin y al cabo, una sociedad sólida se edifica con familias sólidas fundadas en el amor. Eso significa que deberán responder con acciones concretas en beneficio de la sociedad entera, especialmente, de los más necesitados. Un país rico lleno de pobres, debe transformarse por la acción de políticas concretas y leyes claras, en un país rico, lleno de gente feliz.

 

 

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