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Las enfermedades musculares en el perro

Los músculos son el 50% de la masa corporal, y es una máquina diseñada para convertir la energía química en mecánica.
Martes, 21 de noviembre de 2017 16:39

Por Walter Octavio Chihán, médico veterinario

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Por Walter Octavio Chihán, médico veterinario

Gracias a la contractilidad del músculo, éste contribuye al movimiento. Entre las alteraciones que puede sufrir, las hay leves como los calambres y graves como las miositis o las diferentes miopatías. Estas últimas incluso pueden poner en peligro la vida del perro.
Los músculos contribuyen al movimiento mediante su contracción, el menor fallo en el sistema de transmisión del impulso nervioso a la fibra muscular o cualquier cambio en el metabolismo de esta última provoca una disminución del tono muscular.

La contracción

La contracción muscular se efectúa en respuesta a una reacción que consume energía y que solo se puede llevar a cabo en presencia de calcio y magnesio.
La contracción y la relajación se deben a un deslizamiento de los filamentos de actina y miosina. Las fibras musculares por su parte no cambian de tamaño. Ese es el secreto de la verdadera elasticidad que radica no solo en la naturaleza intrínseca de las fibras sino también en la estructura y el mecanismo del músculo. 
El ATP, carburante de la contracción muscular, se “fabrica” a partir del ácido adenosino difosfórico y de la glucosa.

Las miositis

Son inflamaciones de las fibras musculares, frecuentemente localizadas. Su origen puede ser traumático, parasitario, infeccioso o inmunológico. En la palpación, la zona afectada está caliente, dolorosa y muy pronto el músculo es incapaz de funcionar. Así, resulta fácil imaginar los problemas que plantea la miositis de los masticadores, una de cuyas víctimas más frecuentes es el pastor alemán. La incapacidad de ingerir alimentos a que da lugar a veces obliga al veterinario a practicar una esofagotomía y a poner una sonda que permita alimentar al perro hasta que se recupere la motricidad de los masticadores.
Cuando están afectados varios grupos musculares se habla de polimiositis idiopática, el perro afectado presenta dificultades locomotrices y se fatiga enseguida. El diagnóstico suele recurrir a suministrar en la sangre enzimas de distribución muscular y a biopsias musculares.

Las miopatías de fatiga

Como ya se ha señalado, el esfuerzo muscular provoca una importante producción de ácido láctico que impide que las fibras de actina y de miosina puedan moverse y relajarse. Son frecuentes en el lebrel después de una carrera o en el perro de caza que, tras pasar un tranquilo verano, tiene que desplegar bruscamente una intensa actividad deportiva el día que se abre la caza.
La rigidez y la tumefacción de las masas musculares implicadas en la locomoción (los glúteos y los lumbares) a veces van acompañadas de mioglobinuria (coloración de la orina del rojo oscuro al pardo), en tal caso se habla de rabdomiolisis. Esta presencia es tóxica para el sistema renal y, si es muy abundante, incluso puede poner en peligro de vida el perro.

Las hereditarias

Tanto en el perro como en el hombre, existen miopatías hereditarias. Este tipo de dolencia muscular, afecta en especial a la conexión neuromuscular.
La miastenia, que suele afectar más a los perros de tamaño grande que a los demás, se debe al bloqueo de las sinapsis, el neuromediador liberado no es captado a nivel postsináptico y por consiguiente la contracción muscular resulta imposible. La enfermedad se caracteriza por una importante fatigabilidad que aumenta con el esfuerzo y disminuye en reposo. Las masas musculares más afectadas son las que se utilizan en la locomoción así como las del sistema digestivo. 
Algunas afecciones repercuten en la conexión neuromuscular, y dan lugar a miastenias tal es el caso del botulismo cuya toxina se fija en los receptores presinápticos y bloquea la liberación del neuromediador, esto es también lo que puede ocurrir cuando una garrapata se agarra al cuerpo del perro, libera una neurotoxina cuya acción es comparable a la de la toxina botúlica, dando lugar a lo que denomina parálisis de la garrapata.

Temblores y mioclonias caninas

El temblor corresponde a un escalofrío de las masas musculares, por ejemplo, por el frío. Las mioclonías son contracciones breves que sobrevienen por ondas, corresponden siempre a un problema cerebral (encefalitis del moquillo).
La espasmofilia canina todavía no ha sido descripta, lo cual tiende a corroborar la etiología psíquica de esta patología. Pero esto todavía está por demostrar.

La amiotrofia

Se llama así a la reducción muscular provocada por la falta de funcionamiento regular del músculo. Se produce cuando se paraliza un nervio. En tales casos, la zona muscular que depende de aquel ya no se ejercita y entonces el músculo pierde su vientre y se atrofia.
La amiotrofia también puede ser una secuela de enfermedades sistémicas tales como la leishmaniasis, entre cuyas características figura la reducción de los músculos, así como también el síndrome de Cushing que se traduce en la reducción del sostén abdominal, esta amiotrofia termina con la aparición de un verdadero “vientre de batracio”.
Por último, la amiotrofia aparece normalmente tras la inmovilización temporal de un miembro, al enyesarlo, por ejemplo. Unos ejercicios de reeducación apropiados podrán compensarla después.

La electromiografia

Este examen especializado permite comprobar la actividad eléctrica de los músculos, del mismo modo que la electrocardiografía analiza las diferentes contracciones del corazón. Según las características del registro obtenido, el veterinario podrá orientarse hacia tal o cual afección muscular. Las electromiografías se realizan generalmente en las facultades de Veterinaria.

 

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